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Bien conectados a la fuente del poder.

¿Recuerdas esa noche de pesca en la que los discípulos de Jesús trabajaron juntos como un equipo, enfocados al 100% en el mismo objetivo, pero no sacaron frutos de todo su esfuerzo? Fue hasta que Jesús habló la instrucción exacta, que ellos escucharon atentamente y obedecieron a la Palabra que se les entregó que su trabajo dio abundantes frutos. Esto nos pasa más veces de las que deseamos. Nos ocurre cuando no estamos bien conectados con Dios. (Leer Juan 21:1-14)
El reto está en abandonar hacer copias por miles de algo que estaba contaminado con mañas y que no era perfecto. Seguir haciendo algo mal todos los días, exactamente de la misma manera, nos condena a un ciclo vicioso de error continuado, disfrazado de constancia. La transformación no surge de pulir algo que está mal y viejo hasta el agotamiento, sino de cuestionarnos desde las raíces ¿porqué -todavía- no es perfecto? Si tú vas rumbo a una nueva temporada o recién has iniciado una nueva, será mejor que revises dos veces lo que llevas escondido entre tus viejas costumbres.
Orando en todo tiempo.
Conectar con Dios de forma constante, es decidir que mi vida entera será un altar, no solo cada fin de semana o cada ocho días. Haz de cada fin de trayecto, texto, pausa o conversación una oración breve, una expresión de gratitud, una rendición voluntaria. Bendice a otros, sé servicial, ayuda con las cargas, provoca señales y maravillas que den gloria al nombre de Dios. Si decides vivir así, tu entorno dejará de ser un desierto y se convertirá en lugar donde Dios se manifiesta y es glorificado. Hoy vamos a confrontar algunos errores muy comunes y cotidianos:
Minimizar o devaluar mi adoración y mi tiempo de oración. Asumir que -el solo hecho de- oír música cristiana es adoración a Dios. Orar a toda prisa para marcar el checklist del día como hecho. No llevar las cargas de otros en oración. Solo orar por mis necesidades y planes. Ignorar la grandeza y el poder de Dios. Dudar que Él lo puede todo.
Los retos para la nueva temporada son: Cultivar una vida de adoración y oración continua es un estilo de vida que transforma todo. No se trata de momentos aislados, sino de una comunión ininterrumpida, como el latido constante del corazón. Reconoce su bondad y su misericordia al despertar, agradece; en el tráfico, declara Su paz; en la prueba, adora Su poder. La oración continua es platicar ininterrumpidamente con Dios como con un amigo cercano, soltando preocupaciones, culpas y recibiendo revelación y perdón. La adoración abre los tesoros de los cielos, alineando tu voluntad con Dios, liberando señales milagrosas y un gozo sobrenatural. Vive adorando. Tu vida se convertirá en un testimonio vivo de su Reino aquí y ahora.
Cómo diluir mi conciencia y mi pobre atención. Consumir 15 minutos o más de cada hora en ver el scroll infinito en tu smartphone lleno de mensajes intrascendentes en las redes sociales y sobre todo creer que son importantes. Adoptar y hacerle nido en nuestro corazón a las quejas y palabras de ingratitud que escuchamos en nuestro entorno digital y social. El exceso de amor propio y orgullo. Enfocar constantemente, lo urgente y no lo importante, no tener plan, ni guía, ni meta, ni objetivos eternos.
Los retos para la nueva temporada son: Vivir consciente y celoso de la presencia de Dios es el secreto de una vida sobrenatural. No es una visita ocasional, sino una morada constante en su gloria. Imagina tu espíritu atraído magnéticamente por su carácter y poder, persiguiéndolo con pasión ardiente. Despierta cada día con hambre de su rostro, no solo de sus mejores dones. En lo cotidiano, detente y percibe: ¿Dónde está Dios aquí? Esa conciencia aviva celo; rechaza distracciones que apagan el fuego del Padre bueno. Sé celoso como Elías, rompiendo ídolos modernos (como las pantallas, Likes, bonificaciones, mascotas, etc.) para que su presencia llene cada espacio.
Mentalidad de esclavo y valores de Egipto.
Conservar mi vieja mentalidad y sus antivalores. Conservar intactas y valorar con aprecio a las antiguas  amistades tóxicas. Dar y asumir todo por hecho. Confiar en mis fuerzas y mi increíble capacidad. Creer que el cambio es imposible. No nutrir en medida suficiente mi corazón con la poderosa Palabra de Dios. 
Los retos para la nueva temporada son:  Renovar tu mentalidad, alimentándote de la Palabra y con la llenura del Espíritu Santo, serán la clave para adoptar la mentalidad del Reino de Dios. Se trata de una transformación radical, como cambiar todo el software de tu alma para operar en lo sobrenatural de nuestro espíritu. La mente renovada ve a los “imposibles” como promesas que todavía están por cumplirse. Zambúllete en las Escrituras diariamente; deja que el Espíritu de Dios ilumine las verdades eternas de que "todo es posible", visualiza la victoria. Rechaza mentiras culturales de escasez, viejos límites y miedo; reemplázalas con la abundancia eterna. Este proceso alinea tus pensamientos con el cielo, liberando la fe audaz que provocará en ti señales maravillosas y milagros. Ya no pienses más como el sistema que gobierna este mundo; ¡piensa como Jesús! Vive esta transformación, y verás principados de maldad caer delante de tu fe. El Reino de Dios avanza en mentes transformadas. Existen -todavía- algunas banderas rojas levantadas ahora mismo, este momento resulta oportuno para que le pidas compañía al Espirítu Santo para que te señale espacios en tu corazón en donde tú has estado en completo gobierno:
Apego a personas o cosas a las que se asigna prioridad y alto valor.
Buscar placer y deleite en otra fuente diferente a DiosSobrevalorar mis méritos propios y mi enorme desempeño. Aferrarme con todas mis fuerzas a mi vieja vasija de barro: Cónyuge, mascota, emprendimiento, posición laboral o novio. El activismo y mantener siempre una agenda muy ocupada. Apego excesivo a cosas muy queridas o al confort.
Los retos para la nueva temporada son: Deleitarse en el Señor no se trata de un deber, sino el gozo supremo que transforma todo. Salmos 37:4 declara: "Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón". No salgas corriendo a diario a alcanzar tus deseos particulares; encuentra placer en servir a tu Padre bueno. Desea el lugar de la presencia de Dios como un banquete más deseable; disfruta estar en su presencia, adorando, meditando en su Palabra, en el diseño aplicado a la creación. Deja que su amor se desborde en ti y te abrume, expulsando rencor, temor y la inacción. Este deleite aviva pasión eterna, libera milagros y atrae el Reino de los cielos hasta la Tierra. No lo hagas por obligación; hazlo por deleite puro. Cuando te deleitas en Él, su gloria fluye, satisfaciendo profundamente el alma. Vive así, y descubrirás deseos cumplidos en su abundancia sobrenatural.
En el crisol se separan el oro y la escoria que lo contamina.
Mantener un corazón impuro y contaminadoMedir el éxito solo a través de cosas temporales que se pueden ver y tocar. Tolerar la maldad, la injusticia y el pecado en mí mismo. Promover los celos, la crítica y la exclusión. Engordar con la cultura religiosa de la congregación. Pero, sin cambios espirituales reales. 
Los retos para la nueva temporada son: Vivir en obediencia y pureza será mi portal a la intimidad sobrenatural con Dios. No es legalismo, sino mi amor respondiendo al Padre, como Jesús, que solo hacía lo que veía en Él. La obediencia libera el enorme poder de su brazo fuerte; la pureza mantiene el canal abierto para su gloria. El objetivo es estar en el centro mismo de su voluntad perfecta. Cultiva pureza de corazón rechazando atracciones; guarda tus ojos, pensamientos y acciones. Obedece en lo mínimo y en lo pequeño primero; Dios te llevará a escenarios más grandes. Esta vida de fe atraerá milagros, disipará tinieblas y manifestará el Reino con autoridad. ¡No temas rendirte a Dios! En la obediencia hallarás libertad verdadera; en la pureza, un gozo inquebrantable. Serás testigo de una mentalidad transformada, enfermos sanados, cielos abiertos, sabiduría de lo alto fluyendo. El mundo -esta generación- necesita tu pureza obediente para ver a Jesús.
Practicar memoria activa de lo que Dios ha hecho por tí.
Ignorar todo lo logrado y conquistadoSolo poner la mirada en aquello que está por hacerse en el futuro. 
Agenda saturada de activismo todo el día y todos los días. Creer que todo siempre está igual. (No observar el cambio). No perdonarte a ti mismo por viejos errores, falta de sabiduría, ser un juez duro contigo mismo. No practicar la memoria activa. No anotar, no volver a celebrar, borrar lo que pasó.
Los retos para la nueva temporada son: Atesora tu historia personal con Dios como combustible para una fe imparable. No ignores tus hitos divinos: Los milagros, respuestas, encuentros, revelaciones, sanidades y dones espirituales. Como Israel apilaba piedras de recuerdo, construye altares de memoria activa. Recuerda, medita, "aliméntate" de ellos diariamente. Estos testimonios no son nostalgia; son profecías vivas que fortalecen tu fe en las tormentas. ¿Ha fallado Dios antes? No. Medita en su fidelidad, aviva expectativa fresca para lo nuevo. Comparte tus historias; encienden avivamiento en otros. ¡No subestimes tu diario de milagros! Tu matrimonio, tu emprendimiento, tus logros, sus victorias. Alimenta tu espíritu con ellos, y verás tu fe multiplicada, los cielos abiertos, el Reino manifestado a diario. Dios incrementará su gloria en ti. Vive recordando; espera lo imposible.
El aislamiento debilita tus habilidades sociales.
Aislamiento y vivir dentro de un caparazón. Ser un cristiano incógnito. Nadie más sabe tu secreto. Promover el chisme y la actualización constante de datos privados. Utilizar mi posición, la jerarquía o cercanía familiar para señalar la paja en el ojo ajeno. Me quedaré aquí lejos, así nadie me lastimará.
Los retos para la nueva temporada son: Caminar en comunidad y relaciones que refinan el carácter es el yunque donde Dios te forja como Jesús. No huyas de lo difícil; Dios utiliza roces, conflictos y heridas para pulir y fortalecer el amor, el perdón y la unidad. Como hierro afila hierro, las relaciones te transforman. Acepta que el dolor relacional es una escuela divina: perdona setenta veces siete, ama incondicionalmente, busca unidad en diversidad. Estas conexiones profundas multiplican fe, liberan milagros colectivos y manifiestan el Reino en familias, iglesias y naciones. ¡No te aísles! Abraza ser comunidad como un escenario de gracia refinadora. Dios te hace más como Cristo en el crisol de relaciones. Vive unido, y verás avivamiento relacional que cambia culturas. Construye redes y equipos de apoyo para los malos tiempos.
Ser un siervo infeliz. Verme a mí mismo como alguien indigno y un mendigo de felicidad. Mi desempeño no es sobresaliente, es poca cosa. Juzgar y devaluar tus logros. No me lo merezco todavía. No soy suficiente. Los cargos reflejan su identidad y su calidad espiritual. Ver a otros como superiores naturales. Las migajas que caen al suelo son suficientes para mí.
Los retos para la nueva temporada son:  Desarrolla una mentalidad de Hijo heredero y colaborador es caminar en tu verdadera identidad. No eres un mendigo esperando; eres coheredero con Cristo, soñando, orando y actuando con el Padre para traer "en la tierra como en el cielo". Deja atrás la pasividad; toma acción audaz. Detona el poder de los milagros; ora frecuentemente por aquellos que están enfermos, crea una cultura de justicia a tu alrededor, detona tu fe. Esta mentalidad libera autoridad, transforma ciudades y manifiesta gloria concreta. ¡No esperes otro año más! Sueña en grande, ora sin cesar, actúa en este instante. Como su hijo, heredas las naciones; como colaborador, construyes el Reino. Vive así, y verás cielos invadiendo tierra a través de ti.

Manteniendome discretamente en el standard religioso. Yo cuido tanto mis talentos que no los hago visibles, ni los comparto con nadie más. Aquí bajo esta tela negra guardo seguro mi pecado favorito en lo secreto. Me produce pánico escénico perder el control y no dominar. No confió en nadie. Siento mucho miedo a lo sobrenatural. Disfruto de ser “Juan in a million”.
Los retos para la nueva temporada son: Espera y ejerce el poder sobrenatural del Reino con urgencia. El evangelio no son palabras; incluye poder explosivo: Sanidades, señales milagrosas, intervenciones divinas. Jesús comisionó: "Estas señales seguirán" (Marcos 16:17). Se nos ha confiado darle al mundo actual un encuentro real con Dios. No vivas conforme el standard religioso; espera que lo imposible sea transformado. Ora por enfermos, declara libertad, ve cielos abiertos. Este poder transforma las vidas, culturas, generaciones y naciones, trayendo “el cielo hasta la Tierra". ¡Levántate! Ejerce autoridad delegada; el mundo anhela tu obediencia audaz. Vive sobrenaturalmente, y verás avivamiento global. Dios confía en ti para manifestar Su gloria a esta generación que te rodea.

Permanecer en el escenario equivocado. Yo soy –solo- una víctima más, lleno de carencias y necesitado del esfuerzo de los demás. Aquí nunca pasa nada. Aquí todo sigue igualito. Vamos a ver si tal vez Dios quiere darnos lo que tanto nos falta. Ese es su trabajo, para eso le pagan.
Los retos para la nueva temporada son: Mantener un corazón agradecido y lleno de fe es la llave que abre cielos. La gratitud no niega estar ante realidades duras; las transforma. Avivando esperanza y esperanza constante. Como Pablo en cadenas, da gracias siempre (1 Tesalonicenses 5:18), percibiendo lo que Dios hace en cada temporada. Mantén tu corazón alineado con Dios, ve oportunidades en medio de las pruebas, reúne tu voluntad a la suya, libera milagros y gozo sobrenatural. Rechaza murmuración y quejas; elige alabanza profética que declara que la victoria ya está por venir. ¡Vive agradecido! Una fe ardiente mueve su mano, transforma circunstancias y manifiesta Reino. En gratitud hallas intimidad profunda; en expectativa, avivamiento fresco. Dios responde a corazones abiertos.

¿Qué más debes señalar y llamar por su nombre? ¿Hay más contrabando del viejo principado de maldad en tu corazón? Sin temor, acude al Esíritu Santo y pidele que te muestre y te revele oportunamente antes de que te hagas daño a ti mismo y que el tiempo no juegue  a tu favor. Si estás por iniciar un tiempo que define un antes y un después, estás delante de una gran oportunidad. No dañes ni eches a perder la nueva temporada arrastrando actitudes, costumbres, pensamientos, caminos neuronales profundos, heridas bajo la piel, falta de perdón y otros de contabando para cometer los mismos errores de siempre, pero en otra escala mayor.

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