El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía . Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad . (Apocalipsis 22: 11 y 14) La santidad , es el producto de un corazón limpio y puro, es cuando nos bajamos del trono y permitimos que Dios reine sobre mí. Nadie puede evitar después de limpiarse una vez no volver a ensuciarse. En nuestro andar por la vida caerá polvo sobre nosotros, y sólo aquel que ande en la santidad del Señor, podrá permanecer de pie y verle a los ojos. Los que un día rendimos nuestra vida al gobierno de Cristo seguimos siendo hombres susceptibles al pecado con la diferencia que ya sabemos en qué fuente limpiarnos. Alguien escribió que “la santidad es, pues, un estado en el cual no existen en el corazón ira, malicia, blasfemia, hipocresía, envidia, afición a la hol...