El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es santo, santifíquese más todavía. Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad. (Apocalipsis 22: 11 y 14)
La santidad, es el producto de un corazón limpio y puro, es cuando nos bajamos del trono y permitimos que Dios reine sobre mí. Nadie puede evitar después de limpiarse una vez no volver a ensuciarse. En nuestro andar por la vida caerá polvo sobre nosotros, y sólo aquel que ande en la santidad del Señor, podrá permanecer de pie y verle a los ojos. Los que un día rendimos nuestra vida al gobierno de Cristo seguimos siendo hombres susceptibles al pecado con la diferencia que ya sabemos en qué fuente limpiarnos. Alguien escribió que “la santidad es, pues, un estado en el cual no existen en el corazón ira, malicia, blasfemia, hipocresía, envidia, afición a la holganza, deseo egoísta del aplauso y buena opinión de los hombres, vergüenza de confesar la cruz, mundanalidad, engaño, contienda, codicia, ni ningún deseo o tendencia al mal. Es un estado en el cual ya no existen más dudas ni temores. Es un estado en el cual se ama a Dios y se confía en él con corazón perfecto.” En la actualidad nuestra sociedad ha creado una figura de protección legal sobre el buen nombre de un producto y servicio y le llamamos la Marca Registrada, significa que nadie más puede utilizar esa misma marca sin el permiso escrito o autorización de su propietario registrado. Igual pasa con su vida, todo usted es propiedad exclusiva del Dios todopoderoso y solo podrá usarse para servirle a él.
La perfección, no involucra ser impecable, ese estado solo Dios lo tiene. El camino de la perfección involucra esfuerzo constante, tenaz y no quedarse vencido en el fondo sino remontar situaciones que nos superan, desde las fácilmente visibles hasta las más sutiles. Dios sabe bien que somos frágiles, débiles y necesitados de ser perdonados a diario, Pedro ya sabia que iba a ser desleal a su maestro y no pudo hacer para evitarlo. David no pudo evitar ser infiel, Noé no pudo evitar una borrachera. Moisés golpeó y mató al egipcio. Dios no está esperando ni demandando hombres que no fallen, es simple no los hay, pero sí espera que le busquemos humillados, Jesús volverá a limpiar nuestros pies una y otra vez, cada vez que sea necesario.
¿A quienes afecta el pecado?
El pecado involucra un castigo que Dios ha prometido, el pecador ya fue juzgado y condenado, su sentencia es la muerte. La muerte espiritual, como bien sabemos, es vivir lejos de Dios sin gozar de comunión con él. Contrario a una presencia con aroma a incienso que es como sube nuestra alabanza y oración, cuando levantamos manos santas delante de Dios, el pecado crea un efecto parecido al del repelente con los insectos, nos aleja. El pecado huele mal para Dios. El pecado y la corrupción afectan TODO lo que le rodea, nuestro corazón, emociones, salud, optimismo, vigor y fuerzas, relaciones humanas, prosperidad, salvación, matrimonio, familia, etc. Afecta tarde o temprano TODO lo que somos y poseemos.
¿Cómo me limpio y santifico?
Hacerlo lo antes posible, debo humildemente reconocer que he fallado. Confesar al ofendido la falta que cometimos, confesar a Dios nuestra debilidad, maldad y faltas y a las personas que nuestro pecado ha afectado. El evitar la confesión y el perdón no es una opción, nos deja prisioneros en cárceles eternas, nos aleja de su presencia y su poderoso respaldo. Solo aquel que confiesa su falta, podrá prosperar. Dios es fiel, es justo y muy misericordioso con el humilde que confiesa haber fallado. El altivo, el corazón soberbio, aquel que cree no necesitar la ayuda de Dios se auto margina y condena voluntariamente a sí mismo.
Beneficios que trae para mi vida el cumplir este llamado:
La santidad nos hace disfrutar de una paz especial que no es explicable en palabras. El enemigo no viene a acusarnos ni a distraernos o confundirnos con sentimientos de duda y de culpa. Deja limpio el canal a través del cual fluirá el poder de Dios en sanidades, milagros, liberación, ministración de los oficios y dones espirituales. Lo que permite que al DAR, yo reciba de parte de Dios la porción del ministro y del levita. Nos fortalecemos en su gozo, nos llenamos de su poder, nuestra fe crece, los problemas se miran en su correcta dimensión al lado de su poder. Anhelamos y deseamos que el humilde Cordero venga como el contundente y victorioso León de la tribu de Judá. Los hombres libres pueden guiar a los esclavos a salir de sus prisiones y de sus ataduras, este mundo demanda de muchos hombres libres que vayan a rescatar esclavos.
Que mi deseo permanente sea servir de canal de tu amor, de tu perdón, de tu restauración, de tu salvación. Úsame poderosamente, desde hoy este es mi compromiso con mi Rey.
Amen
ResponderEliminarExtraordinaria palabra de mucho crecimiento Espiritual
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