Un Dios diferente

Yo soy el Dios de Israel. Yo los aparté de los otros pueblos para que ustedes sean mi propio pueblo... Ustedes deberán ser diferentes, porque yo soy el Dios de Israel, y soy un Dios diferente.

Levítico 20:26

Todos nosotros sabemos que el Dios creador es una persona en extremo única, nadie se le compara, Él es moralmente puro y recto. Pero, hay más. Él llamó a un hombre caldeo para salir de tierra de idolatría y ser diferente a su familia y su generación. Un poco más adelante en el tiempo, Dios sacó en alas de águila a una nación de la esclavitud de Egipto. Les lanzó el reto de que se esfuercen por ser diferentes al resto. Así que, les dio un nombre Israel (Yiśrā'ēl), le compartió su ley -Toráh- y le demandó ser como Él es (cadósh). Con esto, el Dios del cielo le ha entregado una identidad única, separada y diferente a la tendencia del resto de naciones de la tierra que adoran ídolos y demonios y practican estilos de vida no agradables a Dios. Se trata de un proyecto para atraer al resto de las naciones hacia Él, donde Israel es el prototipo o modelo 1.0, es la pauta que todos podrán observar. En el original hebreo Dios nos presenta una exigencia, un deber, una demanda en (Vayikrá) Levítico 20:26 ustedes serán una imagen de mi en la tierra: וִהְיִ֤יתֶם לִי֙ קְדֹשִׁ֔ים כִּ֥י קָד֖וֹשׁ אֲנִ֣י יְהוָ֑ה וָאַבְדִּ֥ל אֶתְכֶ֛ם מִן־הָֽעַמִּ֖ים לִהְי֥וֹת לִֽי׃

La santidad, es un término que procede del vocablo latino sanctĭtas, es la característica de aquel que es santo. El adjetivo santo, se refiere a la persona bondadosa que no tiene culpa alguna. Comúnmente, se suele decir que un santo es aquella persona que desarrolla un vínculo especial con Dios o que sobresale por su ética y sus valores morales. En nuestro idioma español la palabra santo proviene del latín sanctus, que significa consagrar, en el castellano antiguo se utilizaba "sancto". En griego se utiliza la palabra hágios que significa diferente, semejante a la naturaleza de Dios. El vocablo hebreo cadósh, que aquí es utilizado para "santo" se refiere a algo dedicado o consagrado; es aquello que es diferente de todo lo demás. Este nos llega de la etimología hebrea cadásh; que viene a significar ser limpio. De forma que, pudiéramos entender que la demana de Dios para aquellos que Él llamó a ser su pueblo separado: Ustedes sean diferentes; limpios y puros, no se contaminen, no adopten las impurezas que corrompen su estado original, manténganse unidos a mí la fuente de la santidad.

Los días feriados (en inglés holyday), son días apartados de la típica rutina diaria. Es un día separado para celebrar un evento o persona, tal como pudiera ser la fecha de tu cumpleaños. Dios, su nombre sus leyes, sus asuntos y sus temas deben ser tratados con absoluto respeto, como algo diferente y separado de lo común.

Hoy en día, en nuestra generación hemos abrazado el concepto de pureza en relación a los productos con los que alimentamos a nuestro cuerpo. Lo observamos claramente en el enorme mercado de consumidores de productos con las etiquetas de "orgánico", "producto natural", "100% ecológico", "saludable" "Light" y otras. La demanda de estos productos ya supera los 175 mil millones de dólares americanos en 2024. Existen -actualmente- muchas personas que están solicitando alimentos libres de químicos industriales que podrían representar algún tipo de riesgo para la salud de su cuerpo. Pero, ¿Qué es realmente lo que nos contamina? ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre. Mateo 15: 17-20

¿Qué beneficio obtienen las personas que se ocupan de cuidar su corazón de la maldad que tenemos por naturaleza, el apego al pecado, y sacan de su corazón al sistema que gobierna a este mundo? Dios bendice a los que tienen un corazón puro, pues ellos verán a Dios. Mateo 5:8

¿Qué consecuencias nos traerá el ser pasivos con el pecado oculto y la doble moral? ¿Qué ocurre cuando en lugar de santificarnos para ir al campo de batalla contra nuestro enemigo nos acomodamos junto a nuestra maldad? Me llamarán, y no les responderé; me buscarán, y no me encontrarán. Ustedes no quieren aprender ni obedecer a Dios; no siguen mis consejos, ni aceptan mis enseñanzas. Proverbios 1:28-30

La presencia del Dios santo. Dado que Dios es una persona moralmente pura no entrará en contacto con nada ni nadie que esté impuro o contaminado. Si alguien llega ante su presencia en calidad de contaminado por alguna impureza se pone en alto riesgo y bajo peligro de muerte. En el pasado y durante varios siglos la presencia de Dios se localizó en el interior del templo de Jerusalén, en un recinto llamado el lugar santísimo. Así que, si los israelitas que deseaban tener un encuentro con la presencia de su Dios se debían purificar, justo para esto fue escrito el libro de instrucciones para los levitas o Levítico. Más adelante nos encontramos con el profeta Isaías quien vive un evento, una experiencia única en el interior del templo de Jerusalén. El profeta Isaías, está en la presencia misma de Dios y ahí mismo comprende que eso lo pone en serios problemas. Pues sabe que él está contaminado de impurezas. Al ser consciente de que va a morir en ese instante por la santidad de la presencia de Dios experimenta que un carbón ardiendo (un tipo del Mesías) le toca en su boca -su instrumento de profetizar- y tras este encuentro purificador el profeta Isaías ha sido limpiado -ahora está puro y limpio- de sus impurezas y sus pecados que le son perdonados. Al experimentar ser completamente limpio puede permanecer en la presencia de Dios sin temor a morir. 

El profeta Ezequiel también vive un evento relacionado con el lugar de la presencia de Dios -en el templo de Jerusalén- y una fuente de agua que fluye desde el interior del templo al exterior, desde allí corre y va creciendo en anchura y en profundidad. Compartiendo vida a su alrededor a quien experimenta un encuentro con este. Se trata de un río de agua viva saliendo originalmente de la presencia de Dios y multiplicándose a través de sus seguidores.

La santidad de Dios en plenitud habita en la persona de Jesús. Él es capaz de tocar a personas impuras y contaminadas con enfermedad e inclusive a muertos, y su santidad comparte de su poder sanador y vivificante de manera asombrosa y milagrosa. Es más, muchas personas impuras -pero llenas de fe- se acercaban y le tocaban para provocar un encuentro y recibían la sanidad plena. La mujer del siguiente pasaje hizo dos cosas: Le buscó y tocó (fue sanada al instante), luego le confesó ante el pueblo su impureza (fue perdonada y salvada):  Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. Mateo 8:43-48

Es gracias a la santidad plena de Jesús que hemos adquirido este atributo, no es algo que producimos nosotros por nosotros mismos. No podemos permanecer santificados si nos alejamos de Jesús, el llamado de Dios a ser santos es permanecer junto a Jesús.

La santidad, es el único atributo de Dios que es descrito en la Palabra revelada de Dios destacando que se trata de un Dios tres veces santo. Lo vemos en el libro del profeta Isaías y en la Revelación de Juan; el Apocalipsis: Con fuerte voz se decían el uno al otro: «Santo, santo, santo es el Dios único de Israel, el Dios del universo; ¡toda la tierra está llena de su poder!» Isaías 6:3

Cada uno de estos seres vivientes tenía seis alas, y ojos por todos lados, y no dejaban de cantar de día y de noche: «¡Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, que siempre ha vivido, que vive, y pronto vendrá!» Apocalipsis 4:8

La santidad como el estilo de vida para los creyentes no deberá guardar la falsa expectativa de la perfección absoluta o de ser "impecable". Mientras vivamos en nuestro cuerpo de carne, mientras caminemos sobre la superficie de la tierra hay una ley que nos domina. Sin embargo, viviremos santificandonos hasta que alcancemos la estatura del varón perfecto: Jesús. Yo sé que mis deseos egoístas no me permiten hacer lo bueno, pues aunque quiero hacerlo, no puedo hacerlo. En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer. Pero si hago lo que no quiero hacer, en realidad no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está dentro de mí. Romanos 7:18-20

Una de las tareas más comunes y frecuentes que el creyente debe asumir a lo largo de su santificación está en enfrentar y superar los argumentos, ideas y pensamientos que nos inclinan o atraen hacia la práctica del pecado. La Palabra de Dios llama a esos pensamientos "tentaciones". Cuando adoptamos, y acariciamos algún argumento, o idea e imaginamos lo "satisfactorio" que sería hacerlo. Aquí en este punto el riesgo a hacerlo es muy alto. El campo de batalla está en mi corazón, en mi mente. Yo te busco de todo corazón y llevo tu palabra en mi pensamiento. Manténme fiel a tus enseñanzas para no pecar contra ti. Salmo 119:11

¿Qué significa la santidad? ¿Qué es para tí la santidad de Dios?
Si ya he sido santificado a través de la santidad de Jesús ¿Cómo he de mantenerme santo para Dios?