¿Recuerdas esa noche de pesca en la que los discípulos de Jesús trabajaron juntos como un equipo, enfocados al 100% en el mismo objetivo, pero no sacaron frutos de todo su esfuerzo? Fue hasta que Jesús habló la instrucción exacta, que ellos escucharon atentamente y obedecieron a la Palabra que se les entregó que su trabajo dio abundantes frutos. Esto nos pasa más veces de las que deseamos. Nos ocurre cuando no estamos bien conectados con Dios. (Leer Juan 21:1-14 ) El reto está en abandonar hacer copias por miles de algo que estaba contaminado con mañas y que no era perfecto. Seguir haciendo algo mal todos los días, exactamente de la misma manera, nos condena a un ciclo vicioso de error continuado, disfrazado de constancia. La transformación no surge de pulir algo que está mal y viejo hasta el agotamiento, sino de cuestionarnos desde las raíces ¿porqué -todavía- no es perfecto? Si tú vas rumbo a una nueva temporada o recién has iniciado una nueva, será mejor que revises dos veces l...