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Guarda tu corazón del orgullo


Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de sí mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que Dios le haya dado junto con la fe. Romanos 12:3

Resulta ser más destructivo que toda una legión de maldad o que todo un ejército. Puede ser tan sutil y escurridizo que no lo vemos reflejado en el espejo. Es tan poderoso que logra estorbar los más increíbles pronósticos de éxito. Ha llevado a reinos y a reyes al desastre y a la ruina total. Tiene la capacidad de dividir y polarizar a los mismos ángeles del cielo. Es sumamente peligroso y todos tenemos uno dentro de nosotros con todo este enorme poder destructivo. No debería andar por ahí suelto de forma silvestre. El orgullo mantuvo mucho tiempo al hijo pródigo tolerando hambre, pobreza, soledad, alejado y separado, sin intimidad con su Padre bueno, sin dignidad, sin capacidad de autoevaluación y sufriendo en silencio.

¿Cómo reacciona Dios ante el orgullo y la altivez? Posee el potencial para cegar la mente y secuestrar el sano juicio. Nos puede llevar a levantar oscuros argumentos en contra de Dios: El Eterno me tiene celos y no desea que yo sea tan sabio como Él. Me puede hacer creer que existe otra fuente de sabiduría lejos de Dios. Resulta interesante descubrir cuántas veces hemos sido sorprendidos por esa sed de notoriedad y aceptación social. Ese fuerte impulso por superar a todos y someterlos bajo mi voluntad. Como dice aquella canción de Tears for fears, todo el mundo desea gobernar el mundo. Buscamos ser el rey de la colina en cada paso.

Los que obedecen a Dios aborrecen la maldad.
Yo aborrezco a la gente que es orgullosa y presumida,
que nunca dice la verdad ni vive como es debido.
Proverbios 8:13

Conquistar la cumbre más alta.

El orgullo, es una palabra que surge de la etimología hebrea גָָאה (gueá) que a su vez proviene de la raíz hebrea que significa elevarseEs un exceso de importancia por mis virtudesSe trata de una autoestima exagerada, que ciega a su poseedor a las debilidades y peligros. Dirige sus pasos hacia su futura humillación o destrucción. Se trata de una de las cosas que más odia Dios. Es similar a la vanagloria, soberbia, arrogancia o altivezSe trata de lo opuesto a vivir humildemente, poseer un corazón humilde. 

Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguno de ustedes quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Mateo 20:26
Dios nos demanda alejarnos del orgullo y adoptar un corazón humilde. Una manera de calmar su ímpetu está en servir a los más necesitados; ser el sirviente de aquellos que nunca podrán devolverte el favor. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
¿Has hecho la lista de cuantas veces fuiste afectado por interpretar la realidad que te rodea con los lentes del orgullo? Observaste que las fallas de los demás pasaron a tomar una dimensión superlativa. Tus atracciones y debilidades todas fueron justificadas. Asumiste que tenías derechos que no podían ser vulnerados y que los demás -pares o semejantes a ti- fueron reubicados a una zona gris con menos o sin ningún derecho y fueron etiquetados como culpables.

Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente
. Salmos 51:17

Someternos a un proceso de certificación. Alguna vez fui reprendido en amor por el Espíritu de Dios. ¿Le has hecho la consulta a Dios sobre tus actividades diarias y prácticas cotidianas? Sí, hablo de esas actividades de logística diaria y que siempre damos por buenas y válidas pues todos a mi alrededor las hacen y siempre se han hecho así. Tus costumbres y hábitos familiares y profesionales no fueron necesariamente diseñados en el cielo, y muchas veces reproducimos modelos y prácticas injustas, pero legales. Altamente riesgosas, pero con certificación de seguras. Experimentamos caminar justo al borde del filo de la navaja con una venda sobre nuestros ojos. Lo increíble de lo cotidiano es que lo asumimos -como cualquiera- lo valoramos como que "así todo está bien". Sin aviso, un buen día que me vi delante de su presencia en oración y me sentí absolutamente avergonzado pues pude ver que algo servía de obstáculo y que no se trataba -solamente- de una práctica inocua y sin importancia. A Dios no le agradaba esto y sentí como me estaba separando, estaba estorbando mi relación íntima con mi Padre bueno. Existen modelos y prácticas que reproducimos tal cual y que "parecen buenas" pero nos están privando de gozar plenamente de los beneficios de vivir en su presencia.
Dios mío, mira en el fondo de mi corazón,
y pon a prueba mis pensamientos.
Dime si mi conducta no te agrada,
y enséñame a vivir
como quieres que yo viva.
Salmos 139: 23-24

Será oportuno revisar -a la mayor honestidad y brevedad posible- mi lista y catálogo de cosas que he venido haciendo, pero ahora con el acompañamiento del Espíritu de Dios. Algunas actitudes han estado dañando mi relación de pareja soportadas solo por una ya debilitada tolerancia, han estado afectando mi relación con las demás personas que viven bajo el mismo techo, o con personas cercanas de mi comunidad de fe. A veces, es tan sencillo como mi gestión del tiempo o la manera como juzgo a los que me rodean o mi lista de excusas frecuentes.

Ustedes saben que, en una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo. Pues nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, así que vivamos bien para llevarnos el premio. 1 corintios 9:24

Saber correr bien la carrera. Algunas personas que han sido el especial tesoro de sus padres, de su comunidad de fe, que han recibido de Dios abundante gracia, dones y privilegios, iniciaron bien su carrera por la vida; siempre correctos, siempre humildes, siempre sensibles a la voz de Dios. Y en un solo instante comenzaron a tener un concepto de sí mismos sobre dimensionado, creyeron que eran mucho mejores de lo que realmente eran, se sintieron con una medida mayor a la correcta y se sintieron tan bien con esto. Disfrutaron ser flojos e invencibles, disfrutaban sobre manera su somnolencia. Lo realmente valioso en nuestra carrera no es la forma en cómo inicias tu camino, es la manera cómo la terminas. Algunos que lo tenían todo a su favor para conquistar y alcanzar los mayores logros de su generación, resultaron ser el mayor fracaso sobre su propio carácter, llevados al abismo más profundo por su propio orgullo. ¿Cómo corres para ganar?
Dalila entonces gritó: — ¡Sansón! ¡Los filisteos! Se despertó Sansón de su sueño pensando: — Saldré airoso como las otras veces y me los sacudiré de encima. No sabía que el Señor ya no estaba con él. Jueces 16:20

Máximo riesgo posible. El mayor problema como producto de la altivez, el máximo riesgo en adoptar un concepto elevado y equivocado acerca de mí mismo, es su sola idea la que me aleja de la meta, me aleja del objetivo. La peor de todas las pérdidas que puede producir el orgullo es que a Dios mi orgullo le resulta intolerable. No lo puede ver cerca de suyo. El Señor ocupa el lugar más alto por encima de todos los demás, pero aun así, él nunca abandona a los humildes. Él siempre sabe lo que hacen los soberbios y se mantiene alejado de ellos. Salmo 138:6

Una mezcla que resulta ser altamente auto destructiva es mezclar mi exagerado orgullo, con la escasez -pobreza- y la autosuficiencia. Sentir que yo soy tan digno como para ir a solicitar ayuda a alguien más, aun a pesar de mi profunda necesidad. El orgullo es una peligrosa arma que está fácilmente disponible para cualquiera. 
Te decías a ti mismo: “Voy a subir hasta el cielo, allí pondré mi trono por encima de las estrellas de Dios. Reinaré desde la montaña donde viven los dioses. Subiré más allá de las nubes, y seré como el Dios altísimo” Isaías 14: 13-14

Los pobres al igual que los ricos y que los de enmedio estamos bajo el riesgo de ser alcanzados por el exagerado orgullo. Se trata de un mal transversal, no se trata de algo que solo le pasa a los otros que no son como yo. No es sano asumir la posibilidad de decir: ¡Yo ya la libré, a mi no me va a pasar! También, es posible llegar a creer y adoptar la idea de que el orgullo sólo afecta a los débiles, a los otros, a los demás, a los que no hacen todo lo que yo hago, a los que no son generosos y sienten apego a los tesoros, en fin. Cuando sentimos que alcanzamos un nivel mínimo de prosperidad y de autosuficiencia, cuando nuestro talento natural para negociar nos permite acumular tesoros y cuando tenemos influencia ante los demás hombres estamos -posiblemente- ante una bandera roja. A aquellos que han disfrutado de cierta autoridad y alguna riqueza Dios les aconseja: “Eres demasiado orgulloso. Hasta crees que eres un dios porque reinas en medio del mar. Pero no te creas tan sabio, porque no eres más que un hombre. No eres más sabio que el profeta Daniel, ni conoces todos los secretos, pero ciertamente eres muy listo: has logrado amontonar oro y plata, y te has hecho muy rico. Sabes cómo hacer negocios. Por eso te has hecho rico y te has llenado de orgullo. Ezequiel 28: 2-7

Los creyentes y la humildad. Cuando un cristiano busca a Dios no debería presumir lo que ha hecho para Él. No podemos presumir nuestra obediencia pasada, no podemos presumir una lista de mandamientos guardados, no podemos llegar diciendo que somos buenos y no como los demás pecadores. Los que han aprendido a lavar sus errores en la sangre del cordero de Dios, aquellos que han sido adoptados por el Padre bueno como sus hijos también son demandados para vivir con un corazón humilde ante Dios, buscar su rostro y a abandonar las prácticas que no agradan a Dios. Todo lo hemos recibido por su gracia, no somos dignos. Si ustedes me desobedecen, no les enviaré lluvia, y les enviaré saltamontes para que devoren sus cosechas, o les enviaré una enfermedad. Pero si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y si al mismo tiempo abandona su mala conducta, yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo. 2 crónicas 7: 14-16

El avivamiento está muy cerca. Esta es la puerta que abre el avivamiento en medio de los hijos de Dios; renunciar a todo tipo de orgullo, abandonar los logros pasados que nos hacen ver destacados socialmente, menospreciar nuestros increíbles actos de justicia. La moneda de cambio para que Dios se manifieste poderosamente a través de su pueblo es la fe. Todo eso lo he dejado a un lado, y lo considero basura, con tal de llegar a conocer bien a Cristo, pues no hay mejor conocimiento. Y quiero que Dios me acepte, no por haber obedecido la ley, sino por confiar en Cristo, pues así es como Dios quiere aceptarnos. Filipenses 3:8

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