La paternidad. |
La sociedad actual está formada por una gran cantidad de núcleos familiares monoparentales, la mayoría de estas familias son dirigidas por una mujer sin la compañía de un varón. Se suele decir de éstas que son familias que constituyen el eslabón más débil de la sociedad y son más vulnerables. Otras familias, que sí tienen un padre, funcionan con la dinámica del padre ausente, uno que nunca o casi nunca está presente por diferentes motivos; como las migraciones, el horario de trabajo, o el abandono. Estos escenarios actuales, tan comunes y frecuentes, favorecen el desconocimiento de la paternidad correcta. Hoy contamos con millones de personas que han crecido sin conocer lo que es tener un padre presente y cercano, y carecen de un modelo paterno en sus vidas, o poseen uno muy pobre. Así que existe una gran y profunda necesidad, en la actualidad, para descubrir y conocer un modelo de paternidad. Uno que les complete, uno que les sirva de guía en su vida adulta.
Los evangelios nos cuentan la historia de un padre que tenía dos hijos. Uno es conocido solamente como el hijo mayor; que es el menos conocido, y el otro es más conocido solo como el hijo prodigo. La historia que Jesús comparte, comienza mostrando un acto insensato, desnuda la inmadurez del hijo menor. Nos muestra a un hermano mayor que no sabe pedir a su padre, ni disfrutar plenamente de su compañía, es muy obediente, trabajador y, parece consumir su tiempo en estas labores. El padre, es un tipo fuera de serie. Trabajó muy duro por largos años, ha formado un patrimonio, ama a sus hijos, es generoso, vive pensando en ellos, y siempre los mantiene en alta estima.
El auditorio inicial de esta increíble historia, eran judíos cobradores de impuestos para el ejército de ocupación romano, ellos eran muy menospreciados entre sus paisanos, y otros pecadores de muy mala fama también rechazados en su comunidad religiosa.
Y Jesús dijo: Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde». Y él les repartió sus bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces, volviendo en sí, dijo: «¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores”». Y levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: «Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo». Pero el padre dijo a sus siervos: «Pronto; traed la mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron a regocijarse. Lucas 15:11-24.
V.12. El hijo menor reclama que en ese mismo momento se le entregue la parte de la herencia que recibiría al morir su padre, él tiene prisa por hacer sus cosas y no pude esperar más. Se trata de una ofensa, no respeta nada, ni a su padre ni a su hermano, ni a quienes colaboran en los negocios de su padre.
El desempeño, es el nivel alcanzado de acuerdo a su destreza y logros. Son los resultados concretos de nuestra actividad. Muchas culturas y sociedades valoran y respetan los logros por desempeño, en las empresas e instituciones ésto se usa muy frecuentemente para evaluar. Resulta que el increíble amor de Dios no está ligado a mi propio desempeño, por dicha para mi.
Usted alguna vez se ha hecho la pregunta: ¿Cómo me mira Dios en mi peor día? Muchos asociamos que Dios está contento cuando todo nos está saliendo bien. Igual, cuando las cosas se ponen difíciles, asociamos que Dios me ha abandonado o se olvidó de mi. Asociamos los beneficios de ser amado por Dios con mi desempeño, con el clima a mi alrededor. Si nuestras relaciones funcionan bien, esa persona nos resulta simpática, pero si no es así nos pasa al contrario, deja de ser simpática.
"El menor" en esos días solo apreciaba las posesiones y las riquezas, todavía no valoraba como importante la relación con su padre y su familia. Luego de la solicitud tan inusual este padre liquidó propiedades, vendió equipos, despidió obreros, vendió joyas, hizo cuentas, entregó una enorme cantidad de recursos financieros a éste. Al recibirlos -el hijo menor- se fue muy lejos, allá solo sin su padre ni familia, se gastó poco a poco todo el patrimonio levantado por su padre, en muy poco tiempo.
Pasó a ser siervo de un hombre sin respeto a Dios, criando sus cerdos, y pasando vergüenzas, y hambre. Era tal su hambre, y la falta de comida, que se estaba alimentando con concentrado y semillas para engordar cerdos.
V.17. A pesar del desastre de vida, de su insensatez, de su pobre carácter.
Recordó a que allá lejos, en la casa que dejó atrás, hay un padre lleno de amor, recordó como éste trataba a sus siervos.
Nunca calculó que todo ese patrimonio no era para el padre, el padre no trabajó egoístamente para sí mismo, las abundantes propiedades y la riqueza eran para él y su hermano. Este joven sabía muy bien que su padre era una persona razonable y que no le iba a rechazar. Este padre siempre estuvo atento al regreso de su hijo, a penas vio su silueta en el horizonte corrió por el camino a encontrarlo.
Dios, en primer lugar, nos valora en base a su propio amor. El padre no consideró el rendimiento y logros, ni sus perdidas, ni su torpeza, ni los fracasos. Este padre jamás le dejó de amar.
Lo alcanzó, lo besó, lo cubrió con sus brazos, pidió que le bañaran, le vistieron y calzaron como príncipe, le colocó un anillo nuevo. Lo recibieron como un héroe, como un visitante distinguido. Se organizó una gran fiesta en su honor.
El anillo es símbolo de autoridad, de "firma autorizada" para hacer negocios a nombre de su padre.
Podemos ver que este padre le abrumó con cuidados, lo rodeo y le devolvió nuevamente todo lo perdido. Todo le fue entregado "en el instante".
A pesar de haberse tomado tiempo para expresar un discurso para su encuentro con el padre. Nunca lo utilizó, no fue necesario, su padre lo recibió tal cual y lo restauró como nadie.
...volveré a la casa de mi padre, le diré Padre...
Se cuenta una anécdota de un padre y su hijo adolescente cuya relación se volvió tensa. El hijo decidió huir de casa. Con el corazón destrozado, este padre comenzó un viaje para encontrar a su hijo. La búsqueda lo llevó a la capital del país. El padre colocó un anuncio en cierto periódico. El anuncio decía: Querido Pepe, reúnete conmigo frente a la oficina del periódico al mediodía. Todo está perdonado. Te quiero. Tu padre. Al día siguiente, al mediodía, cientos de “Pepes” llegaron a la cita. Todos vinieron en busca de amor, perdón y aceptación de sus padres.
Hoy podemos provocar nuestro encuentro con el Padre del cielo, podemos regresar a él, podemos iniciar nuestro camino de regreso, podemos ir con la certeza de que seremos recibidos y abrumados por su amor. Date ahora mismo la oportunidad. Hoy puedes experimentar su amor.
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