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Redención de la humanidad


Habéis sido rescatados a buen precio;
glorificad, pues, a Dios con vuestro cuerpo.
1 Corintios 6:20

La palabra "Redención" proviene de dos etimologías latinas (redemptĭo, redemptiōnis); de nuevo -re- y comprar, tomar u obtener -émere- que proviene a su vez de una raíz indoeuropea; pagar o distribuir, lo que se entiende como volver a comprar o comprar nuevamente. Se suele aplicar al hecho de comprar la libertad de un esclavo, o pagar o liberar completamente la hipoteca o la deuda de algo que ha sido empeñado, es un rescate. La persona que hace el pago se conocerá entonces, como el redentor. y a la persona que recibe el beneficio por este pago se conoce como el redimido o liberado. En un contexto más amplio se trata de la acción de liberar, salvar o rescatar a una persona. Dios creó a la humanidad y la instaló en un lugar idóneo para crecer y desarrollarse, Dios era su único Rey y Señor, les delegó señorío sobre animales y peces, sobre plantas (nunca sobre otros humanos). Así era su estado original. Al contaminarse con el pecado, con la injusticia y con la maldad salimos de este estado. Quedamos vulnerables bajo el dominio del príncipe de este mundo. Por eso se hace necesario que Dios venga y pague nuevamente el precio del rescate de la humanidad.

Cuando Jesús se entregó voluntariamente para ofrecer su vida por la humanidad. Lo que tenía en mente era hacer el pago único y suficiente por la deuda de justicia que impedía a la humanidad regresar y permanecer ante la presencia de un Dios justo en todos sus juicios. El acto voluntario de hacerse humano, de caminar entre nuestra injusticia, de caminar entre nuestra enfermedad, de andar en medio de nuestra maldad, de dejarse apresar, de someterse a un juicio falso, de soportar la burla y la humillación de los soldados del templo y de los soldados de Roma, guardar silencio ante toda esa violencia aplicada sobre sí. El hecho de que la plenitud de la justicia del cielo, de que el juicio de la humanidad le ha sido delegado lo hacen la persona idónea -única- para saldar una deuda tan grande. Resulta que la cruz, y de todo su sufrimiento, todo el dolor de su sacrificio lo hacen a Él digno. Así Jesús, es nuestro único, suficiente y digno Redentor. Su pasión y muerte, salvar a la humanidad y abrirle las puertas del Reino de los Cielos, que habían sido cerradas por el pecado producto de la desobediencia de Adán. En este sentido, Jesús, muerto en la cruz, es el redentor de los hombres. La Redención, así entendida, es el perdón de nuestra multitud de pecados, y supone la reconciliación con Dios para aquellos que alcanzan la vida eterna. 
La redención, se paga con la primogenitura. Dios le demandó a Abraham su primogénito para liberar sobre él todas sus promesas. La salida de Israel desde el imperio egipcio -a razón de su duro corazón- se pagó con la primogenitura; con la muerte de su generación de reemplazo. Los egipcios pagaron con la vida de sus hijos mayores y la de su ganado por su injusticia. Los hebreos -Israel- pagaron a Dios su salida, su redención a través de un sustituto; un cordero de un año puro y sin mancha. La noche de la primera pascua hubo una redención por la libertad de los esclavos de Egipto. Entonces tú le dirás de mi parte: “Yo soy Dios, y amo al pueblo de Israel como si fuera mi primer hijo. Éxodo 4:22
Así Jesús; el cordero de Dios, el único Hijo de Dios pagó nuestra salida del dominio de la muerte, del pecado y de la enfermedad un día de pascua, entre la hora tercera y la hora sexta. En primer lugar por la redención Israel (su primogénito/sus primicias) y por la fe hasta todos los demás que estábamos fuera de Israel. Los humanos al fin hemos salido de la esclavitud para adorar delante de la presencia de Dios a través de la justificación que Jesús logró para nosotros, ahora somos deudores del Reino de los cielos, pues su Rey nos volvió a comprar.

Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda. Génesis 4:4

Bekor; primer fruto del vientre que -shaá- agrada a los ojos de Dios. La primogenitura -primicias- incluye un paquete que está formado por derechos y deberes o condiciones. Abel, le ofreció una ofrenda a Dios que la recibió como agradable; le entregó primogénitos de sus ovejas. Dentro de estos deberes destacan ser sacerdote de la familia, gobierno de la familia, doble herencia, mantenerse consagrado a Dios, consultar y obedecer las instrucciones de Dios, formar un matrimonio, mantener sanas las relaciones familiares y la representación de la familia en la vida pública. 
Entre los nombres de los primogénitos del Génesis -antes del diluvio- podemos encontrar que se guarda un texto como una segunda capa que se puede encontrar a partir del significado de ellos. Así, Adam – hombre, Set – designado, Enós – mortal, Cainán – dolencia, Mahalaleel – uno que alaba a Elohim, Jared – descenderá, Enoc – dedicado, Matusalén – su muerte enviará, Lamec – rey escondido (las letras para la palabra “rey” – melech – están reordenadas, y así escondidas, en “Lamec”), y Noé – descanso. Por lo tanto, desde el principio YHVH insinúa de Su plan de redención para la humanidad. El mensaje que estos nombres forman es: El hombre es designado a mortal dolencia, (pero) uno que alaba a Elohim descenderá y (se) dedicará, su muerte trayendo el rey (aunque escondido por un tiempo), y descanso.
El día que Moisés tuvo su encuentro con Dios en el Monte Horeb, entendió en las palabras que Dios utilizó "el lenguaje de la primogenitura" para presentarse a sí mismo en Éxodo 3:6: Y añadió: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios. Jesús mismo lo declara cuando se lo explica a un prushim que además es un Hoi Iudaioi llamado Νικοδημος (Victoria del pueblo) acerca de la razón de estar aquí en la tierra (Juan 3:16) alguien que se asume sí comprenderá el significado exacto de sus palabras y responde a la pregunta ¿Para qué vino Jesús?: Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. 
El evangelio, trata de las buenas nuevas de Jesucristo. Es el anuncio del heraldo del Reino de los cielos acerca de nuestra redención. Si queremos comprender el plan de Dios para la humanidad, es indispensable entender aquello que está en el corazón de este anuncio real. Allí en el centro, en el corazón del evangelio, está el concepto de redención.
Dios nos mostró desde el origen el patrón con el cual -Él- nos iba a redimir de la esclavitud -a la que voluntariamente nos sometimos en el Jardín del Edén- nos mostró que Él redime a través de los primogénitos -Israel- y que a través de su único Hijo se iba a llevar a cabo la redención de toda la humanidad esclavizada a través de la desobediencia y sus consecuencias. Jesús, es la primicia de la resurrección -a la que todos los creyentes- somos llamados. Por ser el único digno, por ser el unigénito Hijo de Dios, va a recibir el trono de justicia y dominará la tierra con vara de hierro; como el león de la tribu de Judá. Yo Juan, les escribo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia: Gracia y paz a ustedes de Aquel que es, que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, que fue el primero en levantarse de entre los muertos y que tiene autoridad sobre todos los reyes de la tierra. Apocalipsis 1: 4-5

El propósito de la redención es producir libertad eterna en aquel que está prisionero o bajo esclavitud. Sólamente el Hijo primogénito heredará todo el reino. Jesús les respondió: —Ningún esclavo se queda para siempre con la familia para la cual trabaja. El que se queda para siempre es el hijo de la familia; si él así lo quiere, puede dejar en libertad al esclavo. Les aseguro que cualquiera que peca es esclavo del pecado. Por eso, si yo, el Hijo de Dios, les perdono sus pecados, serán libres de verdad. Juan 8:36

Ahora que lo sabes. ¿Qué vas a hacer con esto? Lo ignoras, lo niegas o vives la vida con propósito.

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