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La verdadera herencia: Su carácter.


Los hombres menos apreciados y también, los más odiados de la comunidad se acercaron a Jesús atraídos por el mensaje del reino de los cielos. Pero, también son atraídos los hombres que aparentaban ser perfectos e irreprensibles. Claramente se observa un contraste muy fuerte entre el autoconcepto cada uno de ellos. Esa mezcla abrió un espacio para meditar acerca de ¿quién soy yo en mi relación con mi Padre?
El evangelio de Lucas en el capítulo 15, nos comparte una narración acerca de las relaciones e interacciones horizontales y verticales. Se trata de una historia que es narrada originalmente en medio de un entorno y auditorios muy particulares. Muchos de ellos -en este auditorio- tienen un concepto de sí mismos muy distorsionado y equivocado. Descubre hoy cuál es tu realidad sobre tu relación con los otros, descubre cual es tu realidad acerca tu relación con Dios. Esta parábola nos invita -nuevamente- a posicionar nuestra vida en perspectiva con el Padre bueno del cielo.
No está de más, decir que esta es una de las narraciones más ampliamente conocidas de Jesús. Muchos, después de escuchar esta historia reconocen a Jesús como un gran maestro con amplio dominio de las mashal. Así que la misión de cada persona del auditorio actual está en descubrir las respuestas a una serie de preguntas muy importantes acerca de ¿Quién es cada miembro de esta familia, su relación con el Padre y su relación con las posesiones de su Padre? ¿Qué autoconcepto posee cada uno de ellos y sobre quién o qué es el objeto de su apego o atracción? ¿Cuáles son las expectativas y planes de cada uno? ¿Cuál es la realidad a que se expone quien sale de la cobertura de Dios? ¿Qué tipo de amor y de autoridad puedes conocer cuando estás sujeto a la jerarquía del Padre como un hijo? ¿Conoces tu verdadera herencia?
Jesús continuó y les dijo: «Un hombre tenía dos hijos. Un día, el menor le dijo a su padre: “Papá, dame la parte que me toca de la herencia”. Entonces el padre repartió sus bienes entre los dos. A los pocos días, el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue lejos, a otro país. Allí vivió desordenadamente y desperdició su herencia. Cuando ya lo había gastado todo, la comida empezó a faltar en ese país, y él comenzó a pasar hambre. Entonces fue y consiguió trabajo con un ciudadano del lugar, que lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía tanta hambre, que le daban ganas de llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos; pero nadie se la daba. Un día, se puso a pensar: “En la casa de mi padre, los jornaleros tienen comida en abundancia, y yo aquí me estoy muriendo de hambre. Volveré a casa y le diré a mi padre: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que digan que soy tu hijo. Trátame como a uno de tus jornaleros”. Así que viajó de regreso a la casa de su padre. »Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él; salió corriendo a encontrarlo, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no merezco que digan que soy tu hijo”. Pero el padre ordenó a sus sirvientes: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa y vístanlo; pónganle un anillo en su dedo y sandalias en sus pies. Y que maten el becerro más gordo para hacer fiesta, porque este hijo mío estaba muerto pero ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado”. Y comenzaron la fiesta. »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Cuando ya iba de regreso, cerca de la casa, oyó la música del baile. Llamó a uno de los sirvientes y le preguntó qué estaba pasando. Él le respondió: “Tu hermano ha regresado y tu papá mandó matar el becerro más gordo porque lo ha recuperado sano y salvo”. El hermano mayor se enojó tanto que se negó a entrar. El padre tuvo que salir a suplicarle que entrara. Pero él le respondió: “Por años he trabajado para ti sin desobedecerte, y jamás me has dado siquiera un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. En cambio, ahora que regresa ese hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, mandas matar el becerro más gordo para él”. »Su padre le respondió: “Hijo mío, tú siempre estás conmigo y todo lo que tengo es tuyo. Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, pues tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y lo hemos encontrado”»

Comencemos hablando del hombre que en la historia se describe como el hijo menor. Se trata de una persona que últimamente ha estado pensando, observando y valorando las (οὐσία) posesiones de su Padre. Ha estado deseando las riquezas de su Padre y ha estimado que con estas posesiones a su cargo sería posible asumir el control total de su propia vida. ¿Conoces a alguna persona cuyo único propósito en la vida está en acumular riquezas, dinero o cosas? Su ambición personal por atesorar estas posesiones le lleva a ser altamente grosero con su Padre. Para este momento ya ha roto en su corazón su vínculo con su Padre. Así que, le solicita (en vida) que la porción que le corresponde a razón de ser su hijo le sea entregada en ese momento. Anhela con todo su corazón ser autónomo e independiente. El Padre -como siempre- se movió en justicia y accedió a compartir los (βίος) medios para sustentar la vida con ambos hijos; el mayor y el menor. A la mayor brevedad, el hijo menor se dedicó a reunir y juntar absolutamente todas sus propiedades en poco tiempo.

¿Eres alguien que anhela vivir lejos de la autoridad de tu Padre, quieres salir a la brevedad de su jurisdicción?

Inmediatamente, inició un viaje a territorio extranjero (ἀποδημέω) completamente fuera de la jurisdiccón de su Padre y se llevó junto con él el valor de las posesiones. 
El más joven de los dos hijos, estimó que "su herencia" estaba escondida en el valor de las posesiones. Así que, su corazón se ligó al valor monetario de las cosas. Quedó abrumado y deslumbrado por el valor de las cosas. Menospreciando a la persona que es capaz de generar tales riquezas. Había dentro de él un muy pobre conocimiento -ignorancia- acerca de la persona que había producido toda esa riqueza. El hijo menor, asumió que las aventuras y oportunidades para él estaban lejos de casa, en territorios extraños. No estimó correctamente, ni valoró justamente a la fuente de toda esa riqueza; su Padre.
Lejos de casa e inmerso en este territorio extraño, todo el valor de las riquezas se fue (διασκορπίζω) disipando y aventando a cambio de los placeres que otorgan recompensas instantáneas. Así hizo cada día mientras vivió en ese lejano territorio. Aplicó su criterio personal, cedió el control de su vida a sus emociones y a los sentimientos. Se dedicó a satisfacerlos y a autocomplacerse. Se hizo a sí mismo un esclavo de los placeres. Una cabeza vacía y con pocos elementos de juicio es fácilmente deslumbrada por el brillo de las riquezas pasajeras. El corazón del hombre, corre el riesgo de quedar atrapado por el apego a las cosas y en usar a las personas, el reto está en amar a las personas y usar las cosas. Aquel joven rico; uno que se acercó a Jesús para validar sus logros salió triste de su presencia porque no logró renunciar y vencer a su apego a las cosas (Pero, esa es otra historia).
¿Has observado si tiendes a acercarte a tu Padre para trabajar en sus negocios?
¿Has disfrutado "tiempo de intimidad" para descubrir el carácter de tu Padre?
¿Has aprendido a conocerte a ti mismo en la presencia de tu Padre?
¿Conoces el camino de vuelta para regresar a tu Padre?   
Cuando las cosas se nos salen de control. Sin aviso, llegó el tiempo de escasez y hubo hambre en todo ese territorio lejano al Padre. Cuando faltó todo y las necesidades se hicieron muy grandes ya no había dinero en la bolsa, se le acabó el combustible a la fiesta del ego y experimentó lo que es ser "burro sin mecate" (aquel que es feliz sin dar cuentas, hasta que siente hambre y nadie le da nada). De pronto, la protección y la falsa seguridad de las muchas riquezas dejaron de estar con él.
Pero, una vez más su orgullo y su altivez evitaron que se acercara a su Padre a pedir ayuda. La solución temporal fue que se vendió a sí mismo como un sirviente más a un hombre sin ningún temor a Dios y lo mandaron a trabajar muy lejos, allá fuera de casa, a la intemperie, con los animales más sucios e inmundos. Toleró hacer cosas terribles para sustentar su hambre. Tocó fondo, hasta el punto de desear alimentarse con desechos. Se humilló bajo la autoridad de un extraño. Toleró permanecer entre los cerdos y muerto de hambre, antes que ser humilde ante su Padre. Toleró ser a un pobre hombre lleno de necesidades, sucio y desgastado.
Arrepentimiento. Ya sin el fulgor y sin el resplandor de las riquezas a su lado que le habían deslumbrando y cegando su conciencia pudo por primera vez enfocarse en sí mismo. Una partícula de justicia que quedaba dentro de él le hizo sentir nostalgia por la vida que conoció en casa de su Padre donde cualquier sirviente -con mínima jerarquía- era mucho más próspero que él. Y comenzó a pensar otra vez, ahora con nostalgia: 
-Yo mismo me voy a levantar desde el fondo de esta humillación. Yo me iré caminando de regreso hasta la casa de mi Padre; aun sin sandalias y casi desnudo. Yo voy a abogar por mi mismo ante mi Padre que debe estar muy molesto conmigo y con toda razón. Yo ya no valgo nada, no soy nadie, no tengo nada, estoy cubierto de tanta mugre. Al verme a mí mismo veo que soy menos un sirviente de su casa, así que voy a pedir solo eso, ser un sirviente. Así como estoy, hoy retomo mi viaje hasta mi origen.
Y así comenzó su lento y torpe caminar de regreso hasta casa.
- Ya casi ni recuerdo su rostro, en todo este tiempo sin escuchar su voz creo que ni la puedo reconocer bien, no me acuerdo cómo se siente estar frente a él...casi soy un extraño a pesar de haber vivido en su casa. Qué egoísta he sido, todo este tiempo casi no aprendí nada de él... ¿Por qué me esperé hasta gastar todo, por qué esperé hasta quedar solo y toleré sufrir humillación y hambre? ¿Por qué inicié un viaje tan caro?

Desde aquel triste día en que salió de casa, su buen Padre no ha dejado de vigilar el camino por donde salió su hijo. Este padre sentía que su hijo menor estaba muerto. Pero, aún así lo esperaba. Cada vez que puede se queda mirando el horizonte en espera de encontrar a su hijo menor. Y un buen día, observó una silueta borrosa, era la de un hombre que caminaba con ese mismo ritmo, pero más lento.
El Padre lo miró primero. Al comprender la escena que observaba, sintió mucha compasión. -¡Sí, es mi hijo! ¡Ya viene de regreso! Se alegró tanto que se echó a correr por todo ese largo camino desde su casa. Este Padre corrió, corrió y corrió sin detenerse hasta que le dio alcance por el camino antes de entrar en casa. Apenas -su hijo- le vio le expresó su arrepentimiento, y antes de que se extendiera con sus argumentos memorizados para abogar por un trabajo. Lo envolvió con su cálido abrazo amoroso y le besó. Lo besó y lo volvió a besar. Seguramente tras él venían sus sirvientes.
Su autoconcepto, su propia imagen de sí mismo estaban tan lastimadas, deterioradas y devaluadas que renunció a su calidad de hijo... Así que, este Padre intervino y  le interrumpió. Inmediatamente dió una orden a su equipo íntimo. Comiencen a restauralo, coloquen sobre él un manto de justicia. Le cubrió con su propia justicia, lo justificó. En Isaías 61:10 dice el profeta: ¡Dejen que les cuente la felicidad que Dios me ha dado! Me ha cubierto con vestiduras de salvación y me ha puesto un manto de justicia. Soy como novio vestido para celebrar la boda o como una novia enjoyada para el desposorioTambién, pidió que le colocaran en su dedo un nuevo anillo de autoridad. Le cedió jerarquía de principe para representar al Padre en negociaciones como su embajador. Un anillo como el que faraón cedió a José para gobernar todo Egipto en su nombre. Todavía descalzo como esclavo su Padre volvió a pedir sandalias para su pies. Los esclavos no usan sandalias, los hijos de la casa sí. El escritor de Romanos 10:15b nos dice ...Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies de los mensajeros que traen buenas noticias!» Y Efesios 6:15 agrega; calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
La herencia que Dios nos tiene guardada. Con esto el buen Padre nos manifiesta su increíble amor, hace visible su carácter restaurador, su pronto auxilio disponible para todo aquel que se acerca a él. Hasta organizó una gran fiesta en su honor con la mejor comida, música e invitados para presumir a su hijo. Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una esperanza viva, y hará que ustedes reciban la herencia que Dios les tiene guardada en el cielo, la cual no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse. 1 Pedro 1:3-4

Enfoca correctamente los deseos de tu corazón. Al hijo menor, el hecho de vivir centrado en sí mismo y en las riquezas -su carácter débil- le impidió experimentar y disfrutar tiempo de intimidad para conocer a fondo el carácter -poderoso- de su propio Padre. Nunca aprovechó la verdadera herencia que había en casa; el amor sin condiciones, el perdón inmediato, la justicia sobre todo, generación de riquezas, respeto para todos, nuevas oportunidades, el prestigio de su Padre, la celebración de logros, la cobertura del Reino, la relación íntima con su Padre, etc. Se enfocó en las cosas de casa. Es triste, el hermano mayor, el primogénito de la casa tampoco disfrutó de la intimidad con su Padre, tampoco le conocía íntimamente. Al igual que su hermano menor siempre ha estado muy lejos de la presencia de su Padre, desconoce que es tener intimidad y conocer a su Padre. 
-¿Tampoco tú me conoces? La herencia suya soy yo y mi plenitud, no son mis posesiones. Su herencia soy Yo la fuente de la vida abundante.

Señor, solo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece. Salmo 16:5

Para finalizar, revisa detenidamente la calidad de tu relación con Dios. ¿Es un Padre para ti? ¿Te has reconocido como el hijo con plenos derechos? ¿Es Dios tu ejemplo y tu mentor? ¿Has observado cuidadosamente en la intimidad los tesoros de su carácter? ¿Te has aprendido a conocer en su presencia? ¿Valoras como un enorme privilegio ser su hijo? ¿Hay frutos dignos de tu trabajo?

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