Dicho en otras palabras: en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo con él, no tomándole en cuenta sus pecados, y encargándonos a nosotros este mensaje de la reconciliación. Somos embajadores de Cristo. Dios les habla a ustedes por medio de nosotros: «En el nombre de Cristo les rogamos, ¡reconcíliense con Dios!». 2 corintios 5:19-20.
Origen de los embajadores. Esta palabra deriva de la etimología griega (πρεσβεύω) Presbeuó. Significa literalmente ser el más anciano (presbys), ser el mayor (era función exclusiva del primogénito) y después pasó a significar ser embajador, designaba las funciones del legado del rey o emperador (Lucas 13:32; 19:14), según las costumbres de elegir hombres con experiencia, como embajadores. Un embajador era el representante de una autoridad gobernante. Los embajadores serían escogidos entre las personas con madurez, y experiencia. Este término es adecuado, ya que los embajadores en la antigüedad solían ser hombres mayores y experimentados. Presbeuó, se usó en el primer siglo para describir el legado del emperador (generales o gobernadores de provincias romanas en el siglo I).
Embajador. Hoy se entiende por embajada a la misión diplomática de la máxima categoría, al frente de la cual se halla un embajador. Se consideran embajada tanto a las oficinas o localización de la misión como a la residencia del embajador. Y entendemos por embajador, a la máxima autoridad de una misión diplomática en el exterior. Representa al rey que le envió ante un territorio conquistado o amigo. Todo embajador tiene sobre sí tres responsabilidades fundamentales: Está comisionado para una tarea en especial, representar fielmente a quien le ha enviado, se esperaba universalmente que un embajador, cualquiera que fuera su mensaje y por muy delicada o arriesgada que fuera su misión, fuera tratado con respeto y dignidad, se le brindara la hospitalidad adecuada y se le garantizara una salida segura. Un embajador; es un ministro del más alto rango, empleado por un rey o estado en la corte de otro, para gestionar los asuntos de su propio rey o estado, y representando la dignidad y el poder de su soberano.
Existía lo que Filón llama una ley con respecto a los embajadores porque el enviado representaba al mensajero y actuaba en su nombre y en su lugar, encarnando así su autoridad. Ignorar o insultar al enviado era ignorar o insultar al remitente.
Un enviado del emperador de Roma -embajador- a un territorio conquistado o administrado por Roma, debía asegurarse de que la cultura romana se adopte y se practique por los ciudadanos de este territorio conquistado y se abandone la cultura que ahí existía previamente. El embajador es ciudadano del reino que lo ha enviado a un nuevo territorio, no es ciudadano del territorio conquistado, posee una ciudadanía por extraterritorialidad donde sea que esté parado; su casa, transporte y oficina son considerados territorio del reino que le envió.
Jesús, viajó y visitó las congregaciones de la provincia romana de Judea -sinagogas- junto a sus doce discípulos para exponer y presentarles el reino de los cielos -del Padre- a todos los hombres y mujeres temerosos de Dios que vivían en Israel. Los que escucharon atentamente a sus palabras y le creyeron a su mensaje, experimentaron y vieron con sus ojos las señales maravillosas por solo creer a su mensaje, su mensaje en sí mismo libera la naturaleza espiritual del cielo aquí en la tierra. Yo te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. Mateo 16:19
El mensaje de la predicación del ministerio público de Jesús se centró en mostrar y explicar que a partir de ese mismo instante se impone un nuevo sistema entre los hombres y mujeres que habitan sobre la superficie de la tierra. Para adoptar la cultura de Dios, antes deben sacar su vieja mentalidad, así como su antigua manera de pensar y actuar.
La palabra reino (griego: basiléa) deriva a su vez de la palabra Rey; en el griego se utilza la palabra basileús (βασιλεύς). Un reino depende de la autoridad de su rey. El rey es la máxima autoridad, es a partir de su figura y persona que emana o se originan las cualidades y características del reino. Si el reino produce buenos frutos, es consecuencia directa de su tipo (clase) de rey. Así que, de un reino puede emanar o producirse luz admirable, por su tipo o clase de rey, o bien un reino puede producir oscuridad por su clase o tipo de rey.
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo y de allí esperamos al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso. Esto lo hará por medio del poder con el que domina todas las cosas. Filipenses 3:20-21
Nuestro Rey -reino de los cielos- nos ha enviado como ovejas en medio de lobos para compartir la cultura del reino de los cielos, enseñar, capacitar, entrenar, discipular para que las personas de este territorio que crean a su mensaje vivan según el reino de los cielos. Un embajador de Jesús no habla para entretener o complacer a su audiencia, sino al Rey que lo envió. El embajador no habla por su propia cuenta; sus propias opiniones o demandas significan poco. Simplemente dice lo que se le ha encargado que diga. Pero, un embajador es más que sólo un mensajero; es también representante, y en sus manos está el honor y la reputación de su reino.
Oren también por mí. Pidan a Dios que ponga en mi boca las palabras que debo decir, para que con valor anuncie las buenas nuevas que Dios había mantenido en secreto. Dios me ha enviado como su representante para predicar este mensaje, y precisamente por eso ahora estoy preso. Oren para que lo anuncie sin temor alguno, pues ese es mi deber. Efesios 6:19-20
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