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La voz del fuego: En la presencia de Dios.

Si alguno de ustedes tiene el don de profecía o cualquier otro don del Espíritu Santo, sabrá mejor que nadie que lo que estoy diciendo es mandamiento de Dios. Si alguno no está de acuerdo, ustedes no lo reconozcan a él. Así que, hermanos míos, procuren profetizar y no le prohíban a nadie hablar en lenguas. Pero háganlo todo de manera correcta y ordenada. 1 corintios 14: 37-40

Pablo (Sha'ul) el apóstol de Cristo a los gentiles hace esta contundente declaración a una joven congregación de cristianos que fue sorprendida por la ignorancia, el desconocimiento y falta de instrucción oportuna acerca de las manifestaciones del Espíritu de Dios sobre la iglesia. Muchas veces y en distintas generaciones los planes de Dios no se cumplen a completa voluntad sobre nuestra vida a causa de un agente que conquista nuestra voluntad y corazón para paralizarnos: El temor. Nos detenemos en nuestro avance a razón del temor a perder el control, temor a verme ridículo, temor a morir u otros temores. Si el temor -de cualquier tipo- no es un obstáculo en tu voluntad, entonces anhela con pasión ser un vocero del reino de Dios y no estorbes el hablar en lenguas; ni en ti ni en otros.
El conocimiento y la instrucción pueden facilitar el cumplimiento de la voluntad de Dios sobre su pueblo. En el otro extremo; el desconocimiento, la ignorancia, la duda o el experimentar un estado de falta de certeza; como la describe Pablo, no debe conducir nunca a nadie en la Iglesia a avanzar hacia otro error mayor, como el hecho de a prohibir hablar en lenguas, o restringir la xenoglasia. Este error, ya ha pasado antes entre el pueblo de Dios, y perdimos varios siglos de avance espiritual.
Después de salir de Egipto, a 3 meses de camino por el desierto, la -todavía- naciente nación de Israel llegó hasta el Monte Sinaí, el sexto día del mes hebreo de Nisán y observaron la presencia de Dios y sintieron temor, su mentalidad de esclavo les hizo sentir miedo.
Pero cuando ustedes oyeron la voz que salía desde la oscuridad, y vieron el fuego terrible en la cumbre del monte, sus jefes vinieron a mí  y me rogaron: “Hoy nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza; hemos oído su voz desde el centro del fuego. Ahora sabemos que una persona puede oír a Dios y no morir; pero si nos habla nuevamente, de seguro moriremos. ¡Ese fuego terrible nos va a destruir totalmente! Deuteronomio 5: 23-25
El temor conquistó su corazón.
Hubo testimonios de parte de los israelitas presentes allí de que el fuego de Dios emite  voz audible, pero su naturaleza humana fue presa del miedo. Moisés, también tuvo miedo la primera vez que escuchó salir la voz de Dios desde el fuego. Un día, mientras Moisés pastoreaba los rebaños de su suegro Jetro, sacerdote de Madián, al otro lado del desierto, cerca de Horeb, monte de Dios, repentinamente se le apareció el ángel del Señor, como llamas de fuego en una zarza. Cuando Moisés vio que la zarza ardía sin quemarse, se acercó para ver bien lo que pasaba. Pero el Señor lo llamó: ―¡Moisés, Moisés!  Éxodo 3: 1-4
La voz de Dios y el fuego, son símbolos de la presencia divina. Dios, se manifiesta ante su pueblo con llamas de fuego (columnas o lenguas) y su voz audible. Cuando Dios habla, salen lenguas de fuego. El fuego también se manifestó en el Tabernáculo -santuario- de Moisés. El día en que se erigió el santuario, la nube lo cubrió; y por la noche la nube se transformó en fuego y se mantuvo así durante toda la noche. Números 9: 15
El fuego se describe en la Palabra de Dios como llamas, lenguas, o columnas; en todos los casos se trata del fuego de Dios. También, se puede observar que Dios habla a través de voceros -profetas- que son guiados por su mismo Espíritu. 
Y habían quedado en el campamento dos varones, llamados el uno Eldad y el otro Medad, sobre los cuales también reposó el espíritu; estaban estos entre los inscritos, pero no habían venido al tabernáculo; y profetizaron en el campamento. Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos. Y Moisés volvió al campamento, él y los ancianos de Israel. Números 11: 26-30
Casi 1400 años después de que el fuego de Dios, habló por primera vez a su pueblo desde el monte Sinaí, en la misma fecha; 6 de Nisán durante la celebración del Pentecostés (50 días). Esta vez, desde un salón en un segundo piso, en la ciudad de Yerushalém durante la celebración judía del shavuot y el bikurim en ese día en la ciudad había una gran cantidad de judíos adoradores de Dios que viajaron desde muchos lugares del Mediterráneo y de oriente. Cuando llegó el día de Pentecostés, los creyentes estaban juntos reunidos.  Escucharon de pronto un estruendo semejante al de un vendaval, que venía del cielo y que hacía retumbar la casa en que estaban congregados. Acto seguido aparecieron lenguas de fuego que se les fueron posando a cada uno en la cabeza. Entonces cada uno de los presentes quedó lleno del Espíritu Santo y empezó a hablar en idiomas que no conocía, pero que el Espíritu Santo le permitía hablar.  En aquellos días había en Jerusalén una gran cantidad de judíos piadosos de muchas nacionalidades. Al escuchar el estruendo que se producía sobre la casa, multitudes de personas corrieron a ver qué sucedía, y los extranjeros se quedaron pasmados al oír el idioma de sus respectivos países en boca de los discípulos. ―¿Cómo es posible? —exclamaban—. ¡Estos hombres son galileos y, sin embargo, los escuchamos hablar en el idioma que se habla en los países en que hemos nacido! Entre nosotros hay gente de Partia, Media, Elam, Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto y de Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, las regiones de Libia más allá de Cirene, Creta y Arabia, aparte de los judíos y conversos que han venido de Roma. Sin embargo, cada cual los oye relatar en su propia lengua los grandes milagros de Dios. Hechos 2: 1-11
Durante a celebración del Pentecostés (Dios, provee para que seamos libres de hacer su voluntad) del mismo año en que Jesús murió en una cruz; fiesta que incluye el bikurim, que es la fiesta de los primeros frutos de la cosecha del verano -la primera cosecha del año hebreo- hubo al menos tres manifestaciones sobrenaturales guiadas por el mismo Espíritu de Dios antes de las 9:00 de la mañana; se observaron lenguas o columnas de fuego sobre los 120 discípulos de Jesús, los mismos 120 discípulos también, hablaron en lenguas -γλῶσσα- en griego glossa (lengua o idioma no adquirido naturalmente) y hubo personas que escucharon claramente un mensaje del cielo en su propia lengua materna donde se gloficaba a Dios.
La Palabra de Dios, nos invita de manera imperativa a preparar nuestro propio corazón para que esté afinado para "escuchar" de forma activa con todo nuestro ser y atención y evitar caer en un lamentable estado de "oyente olvidadizo o casual". ¡Escucha, pueblo de Israel! Nuestro único Dios es el Dios de Israel. Deuteronomio 6:4
Entre todos los visitantes que llegaron a informarse de lo que sucedía en ese salón del segundo piso de Yerushalém, hubo dos tipos de personas entre ese auditorio. Había unos visitantes creyentes que se habían dedicado a adorar y otros que no tenían mayor interés que la experiencia en sí de un viaje (turistas). Los que sí escucharon las maravillas de Dios reaccionaron con una pregunta ¿Dios qué nos quieres demostrar con tu manifestación sobrenatural? ¿Qué significará esto?», se preguntaban algunos, atónitos y perplejos. 
Otros de los visitantes y testigos de Yerushalém, que oyeron a los discípulos hablar un lenguaje desconocido y parecido a tartamudear reaccionaron en función de sus miedos y temores, su respuesta fue completamente natural ante su falta de entendimiento y de comprensión. Asumieron y juzgaron humanamente que todos los 120 discípulos de Jesús habían estado bebiendo mucho vino dulce altamente fermentado, y que se habían emborrachado; eso justificaba que lo que escuchaban no se podía comprender naturalmente. ¡Es que están borrachos!, les respondían otros, en son de burla.
Fue algo muy parecido al día de resurrección en Jerusalén el domingo temprano por la mañana. Al arrancar el amanecer del siguiente día después de que Jesús resucitó; de su tumba vacía salieron dos tipos de mensajeros hacia la ciudad; unos que avisaron a los discípulos de Jesús y otros que fueron directo a los perushim del templo de Jerusalén. Hubo dos reacciones; los discípulos creyeron que cumplió la promesa de la resurrección y los sacerdotes y fariseos sobornaron a los soldados para mentir y decir que robaron su cuerpo.
Lo anterior, significa que algunos esa mañana de Shavuot en Yerushalém experimentaron recibir la manifestación sobrenatural de "interpretar lenguas" escuchar y comprender instantáneamente en su propia lengua materna un mensaje de Dios a partir de lo que hablaban en lenguas angélicas los 120 discípulos. Pedro, lleno de valor intervino aclarando a los que solo oyeron las lenguas angélicas que nadie ahí estaba borracho por tomar vino dulce a las nueve de la mañana. Muy en contraste -en el extremo opuesto- no se trata de un efecto natural por ingesta de alcohol, se trata de algo provocado desde el cielo cuando a través del profeta Joel, Dios nos había anunciado: Joel 2:28-29. Cuando esto haya pasado, les daré a todos mi espíritu: hombres y mujeres hablarán de parte mía; a los ancianos les hablaré en sueños y a los jóvenes, en visiones. »También en esos tiempos daré mi espíritu a los esclavos y a las esclavas.
Lo que hablaron los 120 discípulos fue algo completamente organizado por el Espíritu de Dios, similar a las profecías de los dos ancianos de Israel que nos mostró Números 11. Entonces cada uno de los presentes quedó lleno del Espíritu Santo y empezó a hablar en idiomas que no conocía, pero que el Espíritu Santo le permitía hablar. Hechos 2:4

Lo que inició esa mañana del 6 de Nisán con este grupo de judíos; locales, visitantes y convertidos se vuelve a repetir a través de otro grupo de adoradores gentiles de la ciudad de Cesarea, en la casa de Cornelio. Se trata de un militar a cargo de un grupo de 100 soldados que había convertido su casa en un templo donde varios gentiles aprendieron a adorar a Dios. Pedro y otros judíos acudieron a su reunión y les habló con estas palabras: Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret y él anduvo haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de las obras que realizó en todo Israel y en Jerusalén. Allí lo condenaron a morir en la cruz, pero Dios le devolvió la vida al tercer día y lo presentó, no delante de todo el pueblo, sino delante de ciertos testigos que había seleccionado de antemano: nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó. Él nos envió a predicar al pueblo y a testificar que él es el que Dios ha nombrado juez de todas las personas, vivas o muertas. Los profetas afirmaron que cualquiera que crea en él, alcanzará el perdón de los pecados en virtud de su nombre. Todavía Pedro no había terminado de decir estas cosas, cuando el Espíritu Santo cayó sobre los que lo escuchaban. Los judíos que andaban con Pedro, que eran defensores de la circuncisión, estaban asombrados de que el don del Espíritu Santo lo recibieran también los gentiles, pues los oían hablando en lenguas y alabando a Dios. Entonces Pedro respondió: ―¿Quién puede oponerse a que yo bautice con agua a estas personas que han recibido el Espíritu Santo de la misma forma como lo recibimos nosotros? Hechos 10: 38-47

Poco tiempo después Pablo llegó a Efeso. Allí se dirigió a un grupo de 12 hombres de la ciudad que habían recibido el bautismo de arrepentimiento para perdón predicado por Juan en el Jordán. Y luego de eso, les impuso sus manos a los doce varones efesios. Recibieron un doble mikveh en agua y en fuego: Entonces Pablo les explicó que el bautismo de Juan era para el arrepentimiento, y que Juan había enseñado que era necesario creer en aquel que venía después de él, es a saber, Jesús el Mesías. Al oír esto, se bautizaron en el nombre del Señor Jesús. Y cuando Pablo les puso las manos sobre la cabeza, el Espíritu Santo vino sobre ellos y hablaron en lenguas y profetizaron. Eran en total unos doce hombres. Hechos 19:4-7
Estos tres eventos -Jerusalén, Cesarea y Efeso- son el cumplimiento de la promesa hecha por Jesús a los doce discípulos. Recibieron la promesa del Espíritu Santo, primicia del poder del Reino de Dios. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes recibirán poder para ser mis testigos no sólo en Jerusalén, sino también en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8

La falta de instrucción y de entendimiento se combate con un maestro experimentado en el servicio a Dios. En su primera carta a la joven comunidad de cristianos de la ciudad puerto de Corinto el apóstol Pablo les explica que no es bueno ignorar la manera en que Dios se manifiesta a través de su Espíritu: Y ahora, hermanos, deseo hablarles de los dones espirituales porque quiero que los entiendan bien. 1 corintios 12:1

Vale aclarar que la palabra donativo o don, no fue escrita en el original griego, pero que hoy nos ayuda a entender el contexto de "neumáticos" o espirituales. Todo proviene de Dios y de su Espíritu Santo quien decide qué manifestación servirá para equipar a uno o a otro y los reparte, no es algo que cada creyente puede escoger: El Espíritu Santo le da una manifestación especial a cada uno de nosotros para ayudar a los demás. A unos, Dios les da por medio del Espíritu la capacidad de impartir consejos sabios; otros tienen el don de hablar con mucho conocimiento; y es el mismo Espíritu el que se lo ha dado. A unos les da una fe extraordinaria; a otros, poder para sanar enfermos. A otros les concede el poder de realizar milagros; y a otros el don de profetizar. A unos les da el poder de discernir entre un espíritu malo y el Espíritu de Dios; a otros les concede que puedan hablar en diversas lenguas y aun a otros les da el don de interpretar esas lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, y él da tales dones y determina cuál ha de recibir cada uno. 1 corintios 12: 7-11

Si a Dios le parece bien darle todo a todos, puede suceder. Igual, si Dios decide dar su herramienta espiritual a unos y a otros no, Él es soberano en su selección. Lo que también puede ocurrir y sería sano; es desear con todo el corazón los mejores dones espirituales. Ahora bien, existe algo todavía mejor que recibir y gestionar las herramientas espirituales. Los dones espirituales, son un perfecto complemento para la fe, la esperanza y el amor. En lo que debemos esforzarnos básicamente es en crecer en amar a los demás, en desarrollar nuestra esperanza en sus promesas y en fundamentar sólidamente nuestra confianza en sus enseñanzasSi yo tengo el don de hablar en lenguas humanas o angélicas y no tengo amor, soy como un metal que resuena o un platillo que hace ruido. 1 corintios 13:1

La función de las lenguas en medio de la congregación. Cuando un creyente recibe de parte del Espíritu de Dios, el equipamiento para hablar -a solas- lenguas angélicas, estas son compartidas para honrar y exaltar a Dios, o para interceder por algo que nunca se nos hubiera ocurrido. Edifican únicamente a la persona que las habla, fortalecen al individuo que ora en el Espíritu. Orar en el Espíritu, no tiene el objetivo de edificar inmediatamente a toda la congregación, solo a quien las habla. Se trata de misterios terrenales o mensajes encriptados. La fortaleza proviene de obedecer y dar el control al Espíritu de Dios. Pero ustedes, queridos hermanos, sigan confiando siempre en Dios. Esa confianza es muy especial. Cuando oren, dejen que el Espíritu Santo les diga lo que deben decir. Confíen todo el tiempo en el amor de Dios, y esperen el día en que nuestro Señor Jesucristo nos dará la vida eterna, pues él también nos ama mucho. Judas 1:20-21.
Si se trata de una reunión con toda la congregación presente, lo prudente para mantener el correcto orden será orar en voz baja en las lenguas angélicas, si en esa reunión hay otro creyente que haya recibido la capacidad de interpretación del mensaje, será idóneo que esta persona lo comparta ante toda la congregación presente en esta reunión y profetice a todos, así edificarán a todos los presentes. De no haber nadie que pueda interpretar las lenguas angélicas, evite hablar en voz alta para no confundir a los que son inmaduros o poco instruidos en la fe. Ore en el Espíritu sin llamar la atención o distraer al resto.
Entendamos que si Ud. y yo y los demás participantes en una reunión hablamos un mismo idioma, lo correcto será orar con el idioma en común para que así todos nos entiendan. Lo sano será que se les explique aquello que Dios reveló valiéndonos de nuestro idioma en común. De esta manera resulta útil y provechoso para todo aquel que escucha.
Es sano, ordenado y edificante que el dominio propio del profeta -orden divino- esté en control y gobierno para no afectar, ni confundir a quien desconoce -visitas- las manifestaciones espirituales de Dios.
Si el caso es que Ud. ama mucho el hablar en lenguas angélicas en medio de la congregación, antes ore con mucha pasión a Dios para que Él también le conceda el don o capacidad de interpretar las lenguas y así podrá edificarse, no solo a Ud. mismo, sino a toda su congregación de creyentes.
Si en la reunión hay varios hermanos que hablan en lenguas, pero nadie ahí posee la capacidad de interpretar lo que se dice, lo correcto será que nadie alce su voz por sobre el resto, cada uno hable suavemente o "quedito", siga orando en el Espíritu en voz baja sin incomodar a nadie más.
Un adorador, ora en el Espíritu y actúa contundentemente con la Verdad de Cristo.

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