Ruah HaKodesh: El agente secreto

Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha llegado! Lucas 4:23 y 24.

En griego existe un término que define a quien realiza una gestión o realiza una labor a nombre de alguien más -o bien- a solicitud de otra persona, pero en su representación. Se trata de la palabra  ἄγω "agentis" literalmente hacer, conducir o guiar. Hoy le conocemos como agente. Algunas personas hacen este trabajo con un perfil bajo, en la clandestinidad, camuflados entre la multitud, actúan como incógnitos para no ser descubiertos. En las novelas de ficción de "suspenso" les hemos conocido como agentes secretos, sobre estos agentes secretos existen películas, libros, dibujos animados, series de televisión, etc.
Existen -también- mensajes que no deben ser conocidos por todos, pues no son de dominio público. Están reservados para algunos pocos que han sido seleccionados. Para cumplir esta tarea es frecuente el uso de mensajes encriptados. Seguramente estés familiarizado con este término pues tu App de chat favorita suele destacar que sus mensajes están encriptados en ambos extremos de la conversación para que nadie los intercepte y conozca. La encriptación convierte los textos en datos codificados: Un texto ilegible que solo se puede decodificar con una clave secreta. La clave secreta es un número que tiene estas características: Se crea en tu dispositivo y en el dispositivo con el que intercambias mensajes. Si sumas correctamente los dos términos anteriores sabrás que hoy vamos a meditar en los agentes secretos y en los mensajes secretos que no son para todos. Cuando los seres humanos salieron del Jardín del Edén, perdieron el acceso hacia este lugar. La ruta de acceso fue protegida para que no pudieran regresar aquí nuevamente. Después de expulsar al hombre y a la mujer, Dios puso unos querubines al este del Edén, y también puso una espada encendida que giraba hacia todos lados, para impedir que alguien se acercara al árbol de la vida. Génesis 3:24

Dios y los humanos permanecen separados. El portal que nos permitía reunirnos con Dios -el jardín del Edén- ya no está disponible. Se rompió la comunicación, la humanidad no volvió a pasear junto a Dios para platicar de los planes del futuro como lo acostumbraba Adán. No existe en la humanidad la capacidad suficiente para llegar nuevamente a Dios. El humano ha quedado incomunicado. Pablo el apóstol lo explica de esta manera a través de su carta a la congregación de creyentes en Roma: Todos hemos pecado, y por eso estamos lejos de Dios. Romanos 3:23

Dios permanece en un lugar no accesible para el humano. Un lugar dónde no podemos llegar, ni sabemos exactamente donde queda ese lugar pues se trata de una localización secreta.

Cuando observamos el libro de Génesis, descubrimos que existen al menos dos tipos de humanos; unos que han decidido servir y obedecer a Dios y otros que decidieron darle la espalda y caminar en la dirección opuesta a Él. Para aquellos que deciden poner a Dios por su guía, los que deciden someterse voluntariamente a su autoridad, Él se revela a sí mismo y les confía asuntos secretos: ”Yo te daré tesoros escondidos que tengo en lugares secretos. Así sabrás que yo soy Dios, el único Dios de Israel. Isaías 45:3

Los que salen a buscar. Hay un misterio que favorece a los que actúan y se mueven para "buscar" a Dios y mantener una relación. No una aparente relación con Dios, una relación que es una realidad espiritual acompañada de sus maravillas.  Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Mateo 6:6

Vamos al significado de Parábola. Se trata de un objeto que se lanza en línea recta con la finalidad de alcanzar y atrapar. Está formada por dos bolas o piedras unidas por una cuerda que viajan rotando juntas hasta alcanzar su destino, un animal de caza. También se aplica a una narración que incluye una historia, pero que además guarda una moraleja o una lección moral. Es una historia que posee dos capas; una pública, la historia común y otra encriptada, aquella que solo la podrán decodificar algunas personas que posean el código secreto del Reino de los cielos. Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: —¿Por qué enseñas a la gente por medio de parábolas? Jesús les dijo: «A ustedes yo les permito conocer los secretos del reino de Dios, pero no a los demás. Porque a los que saben algo acerca de los secretos del reino, se les permite saber mucho más. Pero a los que no saben mucho de los secretos del reino, Dios les hará que olviden aun lo poquito que saben. Mateo 13:10-12

Los hombres que se dedican a buscar constantemente a Dios, a entender mejor el Reino de los cielos, aquellos que logran entender algo van a comprender mucho más del funcionamiento de este reino, tendrán acceso a nueva revelación. En contraste, aquellos que apenas sabían un poco, ese poco lo van a olvidar y no les va a resultar para nada útil. Hubo muchos hombres muy cercanos a Dios que desearon con todo su corazón entender lo que Dios les decía, pero no lograron entenderlo. Es en nuestra generación que ese velo se ha quitado y Dios revela lo que antes estaba oculto. Ahora lo vemos, lo entendemos y podemos compartir con otros. Dios ha sido bueno conmigo, y me ha dado el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, que son tantas que nadie las puede contar. Esto lo hizo gracias a su gran poder, y a pesar de que no lo merezco, pues soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios. También me encargó dar a conocer a todos el cumplimiento de su plan. Dios, creador del universo, mantuvo ese plan en secreto durante siglos. Así, por medio de la iglesia, los ángeles y los espíritus poderosos de los aires sabrán ahora que Dios es sabio en todo. Efesios 3:8-11

Curiosamente, no todos los que buscan encuentran; existen miles de historias acerca de personas que buscaron tesoros que no existen durante toda su vida, personas que al salir a buscar un falso tesoro fueron víctimas de oportunistas. Se dice que muchos enterraron cofres o cajas con tesoros en islas secretas. ¿Cómo puedo estar seguro de que mi esfuerzo, qué mi búsqueda sí dará buenos frutos? »Pidan a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él los atenderá. Mateo 7:7

¿Quién posee mi futuro, mi mañana y mi destino final? Entendemos -como humanos- el tiempo como aquello que transcurre desde el momento de nuestra concepción hasta el momento de nuestro último aliento de vida. Entendemos que existe un tiempo pasado, que básicamente habita dentro de nuestra memoria y que ya no está más. Que el presente lo vivo justo mientras tomo este respiro, y que el futuro es aquello que imagino y que proyecto para cumplir planes y objetivos. Pero, que no hay certeza de este. Esta dimensión humana de nuestro lapso sobre la tierra es nuestro tiempo cronológico, así entendemos que nos movemos en una línea de tiempo (tiempo kronos). Pudiéramos pensar que esto es todo lo que hay. Pero, todavía hay más.

Dios, no está sujeto a un inicio, ni a un fin. Él es eterno. Así que no tiene pasado, ni futuro. Dios habita en una dimensión de tiempo que siempre permanece en el presente. Dios puede moverse en el futuro y en el presente sin problema. Su forma de construcción inicia en el futuro; donde tiene una iglesia victoriosa celebrando y viviendo con Él eternamente. Desde el "final" ya hecho, Dios avanza hasta el "inicio". Va construyendo cada instante y queda anotado en el libro que Él diseñó para cada uno. Así que en su calidad de Dios, puede perfectamente trasladarse al pasado y dar aviso de un evento que todavía no inicia a los hombres que le buscan. Se le conoce como el tiempo kairós (καιρός). Dios conoce mi mañana, Dios tiene mi futuro. Él no inicia nada a menos que ya lo haya terminado. ...recuerden todo lo que ha pasado desde tiempos antiguos. Yo soy Dios, y no hay otro; soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio desde el principio lo que va a pasar al final, y doy a conocer el futuro desde mucho tiempo antes. Les aseguro que todos mis planes se cumplirán tal como yo quiero. Isaías 49: 9,10.

El día que tú naciste existía un propósito y un destino para cada día de tu vida. El apóstol Pablo, guarda convencimiento absoluto sobre el carácter de Dios y su forma de transformar a los seres humanos. En uno de sus mensajes virtuales y asíncronos que el envió a los creyentes de la ciudad Filipos a través de un mensajero, les explica como Dios termina todo lo que inicia. Si Dios ha declarado algo para mi, va a cumplirse y puedo confiar en sus promesas. Filipenses 1:6 Estoy convencido precisamente de esto: que el que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.

Cada evento que forma parte de nuestra vida va construyendo una parte de aquel plan que Dios ya diseñó para cada uno de los que le amamos. Los eventos gratos, así como aquellos que no lo son. Todo confluye, todo aporta, todo contribuye a alcanzar ese objetivo final. La lectura y meditación de su Palabra, nuestro tiempo privado de oración, nuestro tiempo enseñando a alguien más, nuestro trabajo en el servicio a los creyentes, lo que compartimos, la generosidad, en fin. Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Romanos 1:8

Los planes de Dios para ti son secretos. Están escritos y encriptados (solo algunos conocen este código que Dios utiliza) para que el adversario no conozca lo que Dios está construyendo a través ti. No son públicos, los seres espirituales pueden ver mi corazón y la pureza de éste, pueden ver las intenciones que guarda mi corazón, pueden ver mi pasado ya documentado, pueden ver la sangre de Jesús cubriendo todo mi pasado. Lo que no pueden saber son los planes que Dios tiene para mi. Esta información debe mantenerse segura y secreta. Pero, como se dice en la Escritura: «Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado.» I corintios 2:9

Esos planes se mantienen ocultos para mi seguridad, para mi propia protección. Se necesita un emisor en la tierra que les dé entrada legal a esos planes, se necesita que alguien en la tierra los declare para que detonen, para que se activen, para que inicien. Alguien debe recibir esta capacidad. Algunos reciben el poder de hacer milagros, y otros reciben la autoridad de hablar de parte de Dios. Unos tienen la capacidad de reconocer al Espíritu de Dios, y de descubrir a los espíritus falsos. Algunos pueden hablar en idiomas desconocidos, y otros pueden entender lo que se dice en esos idiomas. 1 corintios 12:10

Es desde el cielo que se decide la capacidad o herramienta espiritual que se entrega, a quién y cómo. No se trata de una elección humana. Dios es quien llama, y es Dios el que también capacita a quien Él llamó. Pero es el Espíritu Santo mismo el que hace todo esto, y el que decide qué capacidad darle a cada uno. 1 corintios 12:11

El Espíritu de Dios -Ruah HaKodesh- es muy poco conocido en la iglesia, tanto es así que a los creyentes les da problemas comprender quién es la eterna persona del Espíritu de Dios. Se trata de una persona divina y santa que sólo se revela a personas santas, es el agente que ejecuta las declaraciones del Verbo. El "mundo" no le conoce, ni le conocerá. El Consejero es el Espíritu de la verdad. El mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes lo conocen porque vive con ustedes y estará en ustedes. Juan 14:17

Nuestro aprendizaje no es solamente información adquirida. Es desarrollar habilidades que permitan seleccionarla, organizarla e interpretarla hasta que seamos capaces de aplicar con éxito este conocimiento a situaciones nuevas. Cuando hablamos de lo que Dios ha hecho por nosotros, no usamos las palabras que nos dicta la inteligencia humana, sino que usamos el lenguaje espiritual que nos enseña el Espíritu de Dios. 1 corintios 2: 13

¿Hablaré a través de un lenguaje que desconozco? No puedo por mi mismo. Sólo el Espíritu de Dios puede enseñarme el lenguaje que se utiliza en el Reino de los cielos. ¿Cómo podré aprender y creer lo que Dios ha escrito para mí? Demanda confianza absoluta en Dios. Sólo es posible a través de la fe. Al hablar ese código que yo no entiendo, sé con toda certeza que el cielo sí lo entiende y que está respondiendo a mi necesidad. En este punto, necesito liberar mis temores, liberar mis filtros, liberarme de mis traumas y quizá liberarme de conocimiento previo y dejar el control en manos de Dios. Dios no habla en base a mis miedos y traumas del pasado, Él habla verdad. El discípulo de Jesús que habla "en lenguas" habla con Dios directamente, no le está hablando a los hombres, el propósito no es hablar ni ser escuchado por algún hombre. Es mi espíritu humano conectado a su Espíritu divino, se trata de una comunicación directa con Dios mismo. Cuando yo utilizo sus misterios ocultos, hago detonar sus planes para mi vida y mi generación, traemos declaraciones y propósito desde el cielo y los activamos en la tierra, se libera la sabiduría del Reino de los cielos. Si yo no lo hablo, no se va a realizar. Fue así como el Espíritu Santo los llenó de poder a todos ellos, y enseguida empezaron a hablar en otros idiomas. Cada uno hablaba según lo que el Espíritu Santo le indicaba. Hechos 2:4

Moisés le explicó a Josué:

Pero él le respondió: —No seas celoso ni envidioso. Ya quisiera yo que todo el pueblo de Dios recibiera su espíritu y profetizara. Números 11:29

Algunas preguntas para meditar juntos y compartir:

¿Los asuntos del Reino de los cielos son públicos o secretos?

¿Dios nos revela sus planes delante de los que hacen oposición?

¿Existe un mensaje secreto o misterio oculto que Dios me desea revelar?

¿Ha creado Dios una forma codificada para orar directamente a Él y sin ningún filtro de parte de mi alma?

¿Estoy orando con todas las herramientas que el cielo ha diseñado para mi desarrollo?

¿Me daría Dios una piedra, si yo le pido pan?

¿He limitado al Espíritu de Dios con mis dudas racionales y temores?