El servicio obediente impacta en este mundo y más allá; en el reino de Dios. ¿Conoces a alguien servicial? Es muy probable que siempre esté dispuesto a apoyar. Ser alguien servicial es una cualidad que los demás observan en ti. La obediencia total nos abre la puerta a un escenario sobrenatural donde Dios obra de forma maravillosa, te hará testigo del poder del brazo fuerte de Dios. En Navidad hacemos memoria activa de una joven llamada María (Miriam), una valiente adolescente anónima de una región olvidad de Nazaret, que dijo a Dios: “Soy tu sierva; que se haga conmigo conforme a tu palabra”. Ese sí tan sencillo, sin condiciones, cambió la historia de la humanidad para siempre. Pero, ¿cómo fue que un sí cambio a toda la humanidad?
¿Sabías que entre Natán; el tercer hijo del rey David y María hay más de 40 generaciones? María, quien llegfará a ser la madre de Jesús, desciende del rey David a través de su hijo Natán, una línea que el Evangelio de Lucas presenta como la rama biológica que conecta directamente a David con la madre del Mesías, asegurando que Jesús es “hijo de David” en carne y sangre. Por otro lado, José, esposo de María, pertenece a la descendencia de David por medio del cuarto hijo de David; Salomón, el hijo que heredó el trono y cuya genealogía aparece en el Evangelio de Mateo, otorgando a Jesús la legitimidad legal y dinástica. Así, mientras Natán enlaza a María con David en el plano biológico, Salomón enlaza a José en el plano real y jurídico, y ambas líneas convergen en Jesús como cumplimiento pleno de la promesa davídica.
Existen dos maneras de vivir la fe en Dios, hay dos niveles de obediencia. Ahora los vamos a descubrir juntos. Medita en esto, ¿Cómo es mi obediencia y mi servicio a Dios?
Vivo una fe “a mi manera”: donde solo obedezco aquello que entiendo, lo que me gusta, cuando me conviene. La voluntad perfecta de Dios se adapta a mi agenda y mis planes sin producir olas, ni tsunamis. Vivir nuestra fe a mi manera nos limita y nos roba la plenitud.
Obedezco servicialmente de manera absoluta: Esto ocurre cuando mi fe se define por la confianza en su carácter, no por lo cómodo de sus mandatos. Independientemente, del costo personal que obedecer me demande.
La primera genera una vida fe a la carta; sin sobresaltos y sin perder el control; la segunda abre la puerta al poder sobrenatural, como sucedió con María, quien abrazó una misión imposible de entender y de explicar humanamente, donde el servicio obediente abre las puertas a una temporada llena de maravillas y señales divinas:
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| Decir sí a Dios. Renunciar a su prestigio y sueños. |
Dios mismo les va a dar una ot (אוֹת) señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel, es decir, “Dios con nosotros”. Isaías 7:14
La palabra utilizada originalmente para señal en hebreo es ot (אוֹת) y bien puede entenderse como señal divina o maravilla. En este caso se trata de una señal maravillosa que solo puede ser manifiesta por el poder del Señor nuestro Dios.
El costo real del “sí” de María. La boda hebrea suele incluir varios eventos tradiciones, como: La Ketubá: Un contrato matrimonial que se firma en presencia de dos testigos. La Mikveh: Un baño ritual de purificación que los novios realizan antes de la boda. La entrega del regalo de la novia: El novio entrega a la novia un regalo, que bien puede ser un anillo o un collar. Después de la firma de la Ketubá, los novios se consideran comprometidos; el novio recibe el nombre de hatan, mientras la novia recibirá el nombre de כלה (kallah). Sin embargo, no se consideran casados hasta que se realiza la ceremonia de matrimonio propiamente dicha, el kidushin y la consumación de su unión en el Nisuin.
En una forma general, se guarda la expectativa de que la novia comprometida se prepare para su boda física y espiritualmente. Esto le ayudará a tener una boda feliz y exitosa. La novia -después de la Ketubá- puede reflexionar y meditar sobre su compromiso y lo que significa para ella.
Motivos para la cancelación (bitul erusin). Ya se ha celebrado la ketubáh, inicia un tiempo de espera para celebrar el (kidushin) matrimonio de ambos. Durante este periodo el hatan puede rechazar a la kallah. En la cultura judía, la virginidad se considera un valor sumamente importante para una mujer, y se espera que la novia sea virgen el día de su boda. Se espera -además- que ella esté completamente sana, que la kallah este bajó cobertura del pacto de Abraham y sea parte de su comunidad. El hatan podría rechazar a la kallah si no está convencido de que sea completamente compatible con él o si no cree que puedan formar un matrimonio feliz. En este caso el hatan cancelará su compromiso con la kallah y a esta cancelación se la llama ביטול אירוסין (bitul erusin).
María probablemente era una adolescente judía, ya desposada, ella había firmado un ketubáh lo que la hace una kallah, por lo que todavía sigue viviendo en casa de sus padres, ella está en ese periodo previo a su kidushin en una comunidad muy pequeña donde todo se sabe facilmente.
Aceptar un embarazo sin haber convivido con José era exponerse a: La sospecha de adulterio y la vergüenza pública. Además del riesgo de rechazo y la -bitul erusin- cancelación por su -hatan- prometido y su entorno religioso. Sin embargo y a pesar de todo este riesgo ella misma se define con una sola identidad: “la sierva del Señor”, y se rinde a la palabra divina con plena disponibilidad. Obedecer como una sierva, para ella, valía más que toda su reputación, más que sus planes, sueños y anhelos o su propia seguridad emocional.
María no dijo sí desde la comodidad, sino desde el riesgo total. Su obediencia la colocó en la línea de fuego matrimonial, familiar, social y personal dentro de una cultura de honor y vergüenza donde un embarazo fuera de tiempo podía destruir literalmente, la vida de una joven.
Costo matrimonial. En el judaísmo de esos años, el -Ketubá- desposorio ya era un compromiso legal; la infidelidad en este momento se consideraba adulterio.
Al aceptar el anuncio del ángel, María sabía bien que José podría pensar obviamente que ella le había sido infiel y optar por -bitul erusin- el repudio o “divorcio” legal, renunciando al futuro hogar que él ya estaba preparado para ambos. Decir sí a Dios significaba arriesgar la relación con el hombre que le daría un hogar y con quien ella ya tenía un compromiso que ha sido reconocido por toda la comunidad.
Costo familiar. Toda la familia de una soltera (almá) era absolutamente responsable de guardar y demostrar su honra y virtud (betulím); un embarazo antes de consumar el matrimonio -kidushin- era un golpe directo a la reputación de la casa paterna, lo que hubiera sido un hecho muy vergonzoso. Para justificar su embarazo antes de tiempo María solo contaba con “la historia de un ángel” para explicar a sus padres y parientes una situación humanamente inverosímil, exponiéndolos al reproche, la sospecha de engaño y la vergüenza pública dentro de la red familiar ampliada. Y es que hace solo unos meses atrás, en un ritual judío, la familia de María certificó que su doncella (betulá) es completamente virgen (betulím) lo que certifica que en ese momento es una almá. Que por la intervención de Dios ella está por dar a luz un bebé.
Costo social en la aldea. La oportuna ocupación romana en la provincia de Judea no le permite a las autoridades de Judea aplicar -por cuenta propia- la pena de muerte a nadie. En una aldea pequeña de Galilea, la opinión de la comunidad lo era casi todo. Una joven desposada y embarazada se convertía en objeto de murmuración, rechazo y posible expulsión del entorno social; la Ley preveía incluso la pena de muerte por lapidación en casos de adulterio, aunque gracias a la ocupación romana en Judea se aplicaba más la deshonra pública, el castigo físico y la marginación más que la muerte. Al responder sí, María aceptó quedar marcada, a los ojos de muchos, como “la que falló”, confiando más en el veredicto de Dios que en el juicio de los hombres.
Costo de sueños y aspiraciones personales. Como cualquier joven judía, María probablemente soñaba con un matrimonio respetable, una casa propia. Seguramente, deseaba que sus hijos llegaran en el “orden correcto” y una vejez rodeada de honra en su comunidad. Su “sí” a la palabra del ángel y al plan divino trastocó ese guion de sus expectativas: en lugar de un inicio de vida tranquila, abrazó un camino de las sospechas, huida (como la posterior salida a Egipto) y una maternidad marcada por el misterio y el sufrimiento. Someterse obedientemente a las palabras del ángel fue -a la vez- renunciar al control de su propia narrativa y entregar todos sus proyectos al Dios que le pedía todo sin darle garantías humanas, solamente su promesa.
Obedecer para María no fue un acto cómodo, ni romántico, sino una rendición radical: arriesgó su boda, la paz de su familia, su posición y lugar en la sociedad y sus propios sueños y expectativas con tal de alinearse con la voluntad perfecta de Dios y convertirse en madre del Mesías.
La pregunta que cada uno debemos responder ahora mismo es ¿Estás así de firme en tu deseo de obedecer y de servir a Dios?
La diferencia entre ser un siervo y ser un hijo heredero. En la mentalidad del Reino de los cielos, un hijo heredero no es aquel que se reserva el derecho a decidirlo todo, sino el hijo que se somete al Padre. Jesús enseña que el hijo es el heredero, no los siervos que rechazan al hijo del dueño de la viña.
Aquel que dice que “haré las cosas a mi manera” vive como el siervo que administra su propio reino. Pero, quien dice “hágase tu voluntad” vive como el hijo heredero que participa de la herencia del Reino.
María encarna una transformación absoluta: Desde una simple muchacha anónima de una zona rural que goza de mala fama, a ser la madre del Mesías, no por ser poseedora de talentos, ni posición, sino por su corazón servicial y obediente que confía totalmente en el Dios que te hizo una promesa.
La Navidad es el tiempo del “hágase” de la sierva de Dios. ¿Cual sería en tu caso tu propio “hágase” conmigo así como has dicho? En esta Navidad el ángel Dios vuelve a presentarse delante de cada corazón con palabras incómodas y gloriosas a la vez. Ahora que ya sabemos que es lo que detona el poder del brazo fuerte de Dios a través de señales maravillosas. ¿Cómo vas a responder a las demandas del cielo?
Perdona a quien no lo merece: Perdona, redime, restaura, a quien no se lo merece.
Renuncia radicalmente al pecado “oculto” qué, vez tras vez, ya se ha vuelto parte de tu vida diaria y que ha levantado un muro en tu relación con Dios.
Decir sí al llamado que romperá completamente tu agenda, tus planes profesionales, expectativas o tus comodidades.
La pregunta no debería ser si entiendes todo el plan de forma completa y detallada, o si sabes cada pormenor, posees suficientes provisiones adicionales. La pregunta del millón es si conoces lo suficiente al Dios que te está llamando como para responder afirmativamente como María: “Yo soy tu siervo, tu sierva; que se haga conmigo conforme a tu palabra”. Obedecer total y completamente es reconocer que el único lugar verdaderamente seguro es permanecer en el centro de la voluntad de Dios.
Y es que el servicio a Dios y la obediencia radical no son un accesorio de la vida cristiana, sino el contexto donde Dios se revela con mayor claridad y poder. A lo largo de la Biblia, quienes se rinden sin reservas a la voluntad de Dios entran en el centro de sus propósitos y se convierten en el escenario vivo de su fidelidad.
En Navidad, recordamos que Dios se hizo como uno de nosotros mientras haces memoria del bebé recién nacido que está durmiendo en el humilde comedero de madera, Dios te invita, su palabra nos está retando, su voz nos desafía a dar y alcanzar algo todavía más profundo: Dejar -por fin- de resistir y de intentar negociar con Él y rendirte completamente. Tu historia no será la misma cuando pases de vivir una fe “a tu manera” a decir, con todo tu ser, el mismo sí que pronunció aquella anonima y valiente joven de Nazaret.
Dios no dejará sin recompensa a aquel que se acerca a Él sabiendo que es un Dios todopoderoso. ¿Puedes rendir hoy -tú también- tu necedad, tu resistencia, tu doble ánimo, tus dudas, tu deseo de conocer el último detalle, puedes peder el control y cederlo a Él y entregarte a su voluntad?








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