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Gálatas 2: Salvados por la gracia y la fe


El segundo capítulo de la carta a los Gálatas es un texto fundamental para entender cómo el apóstol Pablo defiende con firmeza el evangelio de la gracia ante desafíos importantes dentro de la iglesia primitiva.


Inicia con un momento crucial en el ministerio de Pablo, donde describe una visita a Jerusalén catorce años después de su conversión, para reunirse con los apóstoles más influyentes de la iglesia —Pedro, Jacobo y Juan— con el propósito de presentarles el evangelio que él predicaba entre los gentiles y confirmar que era el mismo mensaje que ellos también proclamaban al interior de las congregaciones de Jerusalén y el resto de Israel. En esta reunión se establece un reconocimiento mutuo de la gracia de Dios dada a Pablo y Bernabé para su misión particular.
Sin embargo, el capítulo 2 Pablo también narra un conflicto importante entre él mismo y Pedro en Antioquía, cuando Pedro actúa con hipocresía y se aparta de la comunión con los gentiles por temor a los "judaizantes", lo que lleva a Pablo a confrontarlo públicamente defendiendo la verdad del evangelio.
Finalmente, Pablo expone con fuerza que la justificación delante de Dios no viene por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, subrayando que en Cristo el creyente muere a la ley para vivir por la fe, una idea que se convierte en el núcleo teológico de toda la carta. Este capítulo es clave para entender la autoridad apostólica de Pablo y su defensa del evangelio de la gracia frente a cualquier distorsión legalista.

Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Pero subí según una revelación, y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, con todo y ser griego, fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud, a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros. Pero de los que tenían reputación de ser algo (lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa; Dios no hace acepción de personas), a mí, pues, los de reputación nada nuevo me comunicaron. Antes por el contrario, como vieron que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión. Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer. Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aún Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

El viaje de Pablo a Jerusalén descrito en el capítulo 2 de Gálatas es fundamental para entender la legitimidad de su apostolado y la defensa del evangelio que predicaba. Catorce años después de su conversión, Pablo subió nuevamente a Jerusalén, acompañado de Bernabé y Tito, con el propósito de presentar en privado a los líderes de la iglesia (Pedro, Jacobo y Juan) el evangelio que predicaba entre los gentiles, asegurándose de no correr en vano (Gálatas 2:1-2).
Bernabé, nació en Chipre, es judío convertido a Jesús. Su nombre de nacimiento es José. Los apóstoles lo cambiaron a "Hijo de aliento/exhortación". Fue el llamado a apoyar a Pablo en Damasco durante su ceguera. Es parte del equipo misionero que acudió a evangelizar a las ovejas perdidas de la casa de Israel y a los gentiles.
Tito un no judío convertido, discípulo amado y colaborador fiel de Pablo, que cumplió importantes tareas de mediación, pastorales, administrativas y misioneras en las primeras comunidades cristianas, destacándose por su lealtad, sabiduría y celo por el evangelio.
Pablo nos dice que, después de 14 años, él volvió a subir hasta Jerusalén y colocar la planta de sus pies en esta ciudad. Viajó con Bernabé y además también tomó a Tito con él.

Se trata de su segunda visita a esta ciudad en calidad de enviado por Jesús a las naciones. Esta vez lo hace en obediencia a la revelación recibida. Pablo tiene como propósito en esta visita acudir ante un grupo de apóstoles y exponer el evangelio que él ha estado compartiendo con judíos y gentiles en distintos lugares del mundo, no se trata de obtener validación y certificación de la iglesia de Jerusalén. La defensa de su llamado como apóstol se debe a la presencia de creyentes judaizantes que llegaron a Galacia (Galatía) desde Jerusalén y que eran parte del grupo de Jacobo (Santiago), no eran judíos exiliados en Galacia.

Jacobo (Santiago). Era uno de los hermanos de Jesús, hijo de María y José. Durante el ministerio público de Jesús, los evangelios sinópticos sugieren que sus hermanos no siempre comprendieron o apoyaron plenamente sus afirmaciones mesiánicas. Juan 7:5 incluso declara que "sus propios hermanos no creían en él". fue un líder crucial en la Iglesia primitiva en Jerusalén, inicialmente escéptico el punto de inflexión en la vida de Jacobo fue la resurrección de Jesús. Pablo, en 1 Corintios 15:7, menciona que Jesús se apareció específicamente a Jacobo después de su resurrección. Después de la ascensión de Jesús y del Pentecostés, Jacobo emergió rápidamente como el líder principal de la iglesia en Jerusalén. Esto es notable, considerando la presencia de apóstoles como Pedro y Juan. Su posición como "hermano del Señor" le otorgó una autoridad y un respeto únicos dentro de la comunidad judía creyente. Además, presidiendirá el Concilio de Jerusalén. 

No es correcto que después de que yo partí del lugar lleguen supuestos líderes para invalidar lo que yo les he enseñado según la revelación recibida de Jesús resucitado. Durante la reunión en Jerusalén y despúes de escuchar los argumentos judaizantes con respecto a la circuncisión, nadie obligó a Tito -que es gentil- a someterse al rito judío de la circuncisión. Este grupo de judíos convertidos pretenden imponer a los cristianos de origen gentil la circuncisión, junto con los demás deberes de la ley de Moisés como requisito previo para obtener la salvación.
Con todo esto -imposición de la ley de Moisés- se invalida la fe en Jesús y su obra, y la gracia provista por el Padre bueno. Perdiendo así, toda la gloria por su obra de redención, salvación y justificación.
El evangelio es uno solo, tanto para judíos como para gentiles, y debe mantenerse puro, sin añadiduras humanas como la imposición de la circuncisión; en este caso. Pablo se opone firmemente a esta idea, defendiendo que la salvación es por gracia mediante la fe, no por obras de la ley. La circuncisión, parte del pacto de Abraham y Moisés, no es requisito previo para la salvación del hombre en el pacto renovado.
Pablo advierte sobre como estos falsos hermanos -secretamente- tratan de espiar y reprimir la libertad cristiana para someterlos a la ley judía, pero Pablo resiste para preservar la autenticidad del evangelio. Algunos de los falsos creyentes judaizantes se escurrieron en la reunión (sin ser convocados) para escuchar y para después destruir y someter innecesariamente a los nuevos creyentes gentiles bajo la ley. La interpretación más común es que los "judaizantes" en Gálatas 2 no eran "discípulos de Jacobo" en el sentido de que Jacobo les hubiera ordenado activamente predicar la circuncisión y la observancia de la Ley a los gentiles. Más bien, eran individuos que venían de la esfera de influencia de Jacobo y la iglesia de Jerusalén. Llevaban consigo el peso de la tradición y la autoridad de la iglesia madre, lo que ejerció una gran presión sobre Pedro y otros creyentes judíos en Antioquía.
Este encuentro (Concilio de Jerusalén/Concilio apóstolico) fue importante porque Pedro, Jacobo y Juan reconocieron la gracia dada a Pablo y a Bernabé, dándoles la mano derecha en señal de compañerismo, simbolizando la aceptación y aprobación de su ministerio. Así, se inició una distinción clara en el campo del ministerio: ellos eran columna de la iglesia, pero Pablo era apóstol, enviado a los gentiles (Gálatas 2:7-9).  Los líderes de la iglesia no añaden ni modifican el mensaje de Pablo, y reconocen la autenticidad de su predicación entre los gentiles. Santiago (Jacobo), Pedro y Juan -líderes de la iglesia en Jerusalén- confirman el ministerio de Pablo y Bernabé, les dan la mano en señal de acuerdo y sólo les piden que ayuden a los pobres, algo que Pablo ya procura hacer.
Se nos dice que usualmente Pedro y también Pablo y Bernabé comían con el grupo de los cristianos de origen gentil. Pero a la llegada de los "de Santiago o de la circuncisión", Pedro solo se sentó a comer ese grupo, abandonando a los gentiles creyentes. ¿Por qué -para Pablo- es importante con quien se sientan a comer los apóstoles? ¿Eran estas creencias universales entre los cristianos de origen judío? Es importante que apliquemos el contexto adecuado a la palabra "judío". En la Biblia, judío puede referirse a varios grupos de personas. Con respecto al versículo 12, ¿qué grupos diferentes de creyentes podemos observar? Los cristianos de origen judío leales a Jacobo/Santiago (judaizantes) y a los cristianos de otras naciones. Una palabra que se usa a menudo a lo largo de la Biblia es la palabra "temor". Es muy probable que Pedro temiera por su popularidad entre los judíos convertidos, o por ser rechazado. Vemos el resultado de seguir las enseñanzas de los falsos maestros. Pedro estaba mostrando inmadurez actuando primero de una manera y luego cambiando y actuando de otra manera diferente cuando estas personas (judaizantes) estaban presentes.

Pablo ahora presenta varias preguntas retóricas. Si pecamos, ¿se anula nuestra salvación? Si pecamos, y estamos "en Jesús", entonces ¿se une Jesús a nosotros en pecado? ¡Pablo responde de una manera fuerte, “Dios lo prohíba!" Fíjense con qué frecuencia Pablo se refiere a sí mismo como la fuente del pecado. Reflexionen sobre ¿por qué es incorrecto ver a Jesús como una fuente de pecado? Pablo vuelve de nuevo al mensaje del Evangelio. Jesús fue crucificado y también los que invocan su nombre. El resultado de la Ley es la muerte. Compartimos en esa muerte, pero el mensaje del evangelio es que cuando Jesús resucitó también lo hicimos nosotros. Debido a que todavía estamos en este cuerpo, a pesar de que Jesús vive en nosotros, todavía tenemos opciones.

Pablo ahora describe el resultado de este viaje a los creyentes de Galacia, si siguen las enseñanzas falsas de los judaizantes. Pablo no está diciendo que la Ley sea desechada. Sabemos por las Escrituras que la Ley es buena y santa. 

Nosotros sabemos que la ley viene de Dios; pero yo no soy más que un simple hombre, y no puedo controlar mis malos deseos. Soy un esclavo del pecado. Romanos 7:14

Pablo dice que la Ley no se da a los que están en cautiverio, sino al hombre espiritual. ¿Qué es esta libertad que tenemos en el Mesías, y somos liberados de la Ley? La libertad debe ser utilizada como la capacidad de vivir en obediencia a Dios sin estar bajo la esclavitud de la ley mosaica. Esta libertad debe ser usada para glorificar a Dios y servir a los demás, no para tolerar el pecado. Se trata de una libertad donde la condena de muerte decretada por la ley, no es más. Somos libres de la ley que nos condenaba. Es libertad de caminar en obediencia.
Sin embargo, este acuerdo no estuvo exento de tensiones. En Antioquía, Pablo confrontó a Pedro públicamente cuando este dejó de compartir con los gentiles de manera abierta, cediendo a la presión de los creyentes judíos que defendían la circuncisión y las leyes mosaicas (el incidente de Antioquía, Gálatas 2:11-14). Esto revela que, aunque hubo reconocimiento mutuo, persistían conflictos relacionados con cómo integrar a los gentiles en la comunidad cristiana sin imponer las cargas de la ley judía. Este evento demuestra la importancia de mantener la coherencia en la fe y no comprometer la verdad del mensaje por presión social o cultural. Esta reunión con Pedro y Jacobo sirve como introducción a la carta a los Gálatas para establecer la autoridad de Pablo, subrayar que su mensaje proviene de una revelación divina, y preparar el terreno para su defensa vehemente contra el legalismo que amenaza a las iglesias de Galatía. Pedro, a menudo ha sido considerado como el líder de los apóstoles pero, ahora está siendo reprendido públicamente por Pablo por actuar de una manera inconsistente. En el versículo 12 aprendemos que Pedro está comiendo con algunos seguidores de Santiago. El hecho mismo de que Pablo resista a Pedro personalmente es una declaración fuerte. Nadie disfruta de que se le señalen sus errores.
Pablo plantea que si los judíos ya viven como gentiles, no deben obligar a los gentiles a vivir como judíos. Afirma que por la fe en Cristo ya han muerto a la ley para vivir para Dios y que está crucificado con Cristo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”. Concluye con un fuerte argumento si la justificación fuera posible a través de la ley, Cristo habría muerto en vano.

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