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Carta de Pablo a la región de Galatía - Capítulo 1


La epístola a los Gálatas es fundamental para comprender el pensamiento de Pablo en medio de conflictos doctrinales cruciales, especialmente en el debate sobre la justificación por la fe versus la dependencia de la ley descrita en el TaNaK. Esta carta fue dirigida a diversas iglesias situadas en la región de Galacia (Galatía), en el territorio que hoy corresponde al centro-norte de la actual Turquía, un área de gran diversidad cultural y religiosa debido a su ubicación estratégica entre Asia Menor y Europa. Las iglesias gálatas estaban recién establecidas, enfrentando presiones internas y externas, especialmente por parte de ciertos grupos de creyentes de origen judío que promovían la imposición de la circuncisión y la observancia de la ley de Moisés como requisito previo para la salvación, lo que generaba tensiones en la identidad cristiana emergente.

La carta a los Gálatas fue escrita probablemente entre los años 48 y 50 dC, siendo considerada por muchos estudiosos como una de las primeras epístolas escritas por el apóstol Pablo. Esta datación se basa en el contexto histórico, ya que Pablo visitó la región de Galacia durante su primer viaje misionero (alrededor de 47-48 dC), y la carta refleja una respuesta urgente a problemas doctrinales muy tempranos en esas iglesias, sobre todo la influencia de los judaizantes que promovían la observancia de la ley de Moisés para alcanzar la salvación. Algunos estudios sitúan la redacción de Gálatas justo antes o cerca del Concilio de Jerusalén (alrededor del año 49 dC), mientras que otros plantean una fecha levemente posterior, entre 50 y 56 dC, posiblemente escrita desde Corinto o Macedonia durante alguno de sus viajes.
Región de Galacia, en el centro de la actual Turquía. (Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe)
Pablo escribe a estas comunidades (Donde se encontraban las ciudades de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, todas ubicadas en el territorio sur de la provincia romana de Galatia) para anunciar contra el peligro de “otra buena noticia” (Gálatas 1:6-9), que distorsionaba el evangelio de la gracia y libertad en Jesús, el ungido de Dios, poniendo en riesgo la unidad y la madurez espiritual de los nuevos creyentes.
El nombre de Provincia Galatia se estableció en el año 25 a. C., cuando el emperador Augusto reorganizó el territorio celta-anatólico y lo incorporó directamente como parte de las provincias imperiales. El término Galatia deriva del etnónimo latino Galli (“galos”), refiriéndose a las tribus celtas que se habían establecido allí siglos antes.

El apóstol Pablo tenía en uso al menos dos nombres; uno dentro de la cultura judía y otro dentro de la cultura griega; en hebreo su nombre era Shaúl (שָׁאוּל) que significa "pedido a Dios" mientras en griego era Saúlos (Σαῦλος). Shaúl era un ciudadano romano y oriundo de la región Cilicia en la ciudad de Tarso así que su nombre "romano" era Paulus Saulus de Tarsus. Las iglesias gálatas experimentaron una crisis de influencia legalista (regreso a Ley) que podía conducir a la esclavitud espiritual y a la pérdida del gozo y libertad que implica la redención por fe. Además, Pablo refuerza la autoridad apostólica y expone con profundidad la doctrina de la justificación, mostrando que la salvación no se basa en obras, sino en la fe en Jesús, y enseña sobre el fruto del Espíritu como manifestación del nuevo modo de vida. Por tanto, estudiar esta carta a fondo es esencial para entender no solo la historia de la iglesia primitiva, sino también la centralidad del evangelio de la gracia, un tema que se mantiene profundamente relevante para la práctica cristiana contemporánea.

La idea central de la carta a los Gálatas es la defensa de "la justificación por la fe" en Jesús, en contra de la enseñanza errónea de que la observancia de la ley de Moisés, especialmente la circuncisión, era necesaria para la salvación. Pablo escribe con gran firmeza para confrontar a los judíos creyentes que estaban promoviendo un evangelio distorsionado, que imponía cargas legales a los creyentes gentiles y ponía en riesgo la libertad que Jesús nos había otorgado. Además, Pablo enfatiza que la verdadera libertad cristiana se vive en el poder del Espíritu Santo y que la fe en Cristo es lo que hace a los creyentes hijos de Dios, sustituyendo la ley como camino a la salvación. La carta es una llamada urgente a no abandonar el evangelio de la gracia y a vivir en la libertad que surge de la fe y el Espíritu.

Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.  No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.  Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.  Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres. Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor. En esto que os escribo, he aquí delante de Dios que no miento. Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia, y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo; solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios en mí.

Pablo inicia con una impresionante introducción al presentarse como el autor de la carta. Pablo ἀπόστολος (apóstolos) enviado por parte Dios, no por designación de ningún otro hombre. Este enviado -Pablo- es jerárquicamente tan importante como quien le ha enviado -Dios- en calidad de su embajador. En este caso no es gracias al pensamiento, acción o voluntad de algún otro hombre; ha sido enviado de manera muy singular a las comunidades gentiles alrededor del mundo por Jesús, el ungido de Dios resucitado y Dios Padre. Con esto defiende su apostolado. El llamado de este mensajero a los pueblos gentiles sigue el orden de la instrucción de Jesús. Primero ve a los de Jerusalén y Judea; a los judíos. Después ve a los de Samaria y sigue hasta lo último de la tierra; los gentiles. Pablo acostumbraba a visitar y predicar -en primer lugar- a los judíos de la comunidad, luego -siguiendo el orden de la instrucción- compartía las noticias reales del Reino de Dios con los gentiles. La referencia a la resurrección de Jesús apunta al reino de Dios y lo relaciona con el infinito poder de Dios.

El destinatario de esta carta no es una única congregación. Eran todas las congregaciones que habían surgido en una misma región de Asia menor. La palabra griega ἐκκλησία (ekklesía) significa "asamblea" o "congregación", y originalmente en la Grecia antigua se usaba para describir la reunión de ciudadanos convocados para decidir asuntos importantes de la comunidad. En el contexto del Pacto renovado, esta palabra pasó a referirse a la comunidad de seguidores de Jesús, es decir, a la iglesia. Pero la iglesia no es un edificio, sino el conjunto (colectivo, grupo) de personas que han sido "llamadas fuera" del mundo para vivir en comunión con Dios y seguir a Jesús. Proviene de la combinación de "ek" (fuera de) y "kaleo" (llamar), por lo que su sentido original era "los convocados" o "los llamados afuera". Así, la ekklesía representa a un grupo especial de personas que han recibido un llamado divino y forman parte de un pueblo apartado para un propósito sagrado. Muy similar al llamado que recibió Abraham a salir fuera de la idolatría.
Pablo hace una declaración que resulta fundamental para entender esta carta y el mensaje del reino de Dios:
¡Que la bondad inmerecida de Dios y el producto de esta gracia produzca su paz en ustedes! La gracia produce el escenario para que podamos obedecer sus planes. Ese plan se originó en el corazón del Padre; nuestra redención y salvación. Y fue su Hijo Jesús quien medió y actuó para cumplirlo. Dios mismo se entregó (pago) para morir a causa de nuestro pecado (deuda). Dios mismo fue la ofrenda para liberar (ἐξαιρέω) exairéo "levantar hacia afuera" y esto está directamente relacionado con el poder que operó durante la resurrección. La ekklesía (iglesia) significa los llamados a salir afuera de esta generación perversa según el plan y la voluntad de Dios. El cumplimiento de su voluntad en ti manifiesta el esplendor de su gloria por todas las generaciones.
Apología. Es a partir del verso 6 que Pablo inicia su discurso de defensa. Me ha sorprendido la prontitud con que se han movido al otro extremo. Pablo se enfoca en el corazón del anuncio real del reino de Dios; el evangelio. Ustedes se han movido hacia el otro extremo del evangelio y lejos de la voluntad de Dios, fuera de la gracia del mesías.
Pablo les dice que han prestado atención a un mensaje completamente diferente o distinto ἕτερος (éteros). Esta palabra se usó ampliamente en el griego antiguo para indicar algo que es diferente o desigual en comparación con otra cosa, especialmente cuando se habla de dos elementos. Dios mismo es el único mensaje que nos redime y salva. El deseo de estas personas es agitar, confundir y apartarlos del mensaje del mesías hacia el judaísmo. De modo que, si alguien viene y les dice que el mensaje de la buena noticia es diferente del que nosotros les hemos anunciado, yo le pido a Dios que lo castigue, no importa que sea un ángel del cielo o alguno de nosotros. Pablo aquí utiliza la palabra griega ἀνάθεμα (anádsema) el término ἀνάθεμα utilizado aquí adquire un sentido más severo, el de maldición, separación o destierro. Con este se designa a personas, objetos o enseñanzas condenadas y apartadas irrevocablemente de la comunidad de creyentes y de la gracia divina, especialmente por herejía o apostasía. Así, un anatema es más que una simple excomunión; implica ser considerado maldito y destinado a la condena eterna. Pablo explica cuál es la misión de cada creyente, la misión de cada líder que ha recibido un llamado de parte de Dios, ¿a quién estoy tratando de agradar? Yo no ando buscando que la gente apruebe lo que digo. Ni ando buscando quedar bien con nadie. Si así lo hiciera, ya no sería yo un servidor de Cristo. ¡Para mí, lo importante es que Dios me apruebe! 
Pablo entrando a Damasco luego de su encuentro con Jesús resucitado.
Pablo nos hace una profunda aclaración ¿De dónde vienen las palabras del mensaje que yo les comparto? Su origen no es otro hombre, no me las enseñó otro maestro. Son el producto de la revelación divina acerca de la identidad y hechos del Mesías, del fundamento mismo de la iglesia; la revelación. La palabra griega ἀποκάλυψις (apokálypsis) significa literalmente "revelación" o "descubrimiento" y proviene del verbo ἀποκαλύπτω (apokalýpto), compuesto por el prefijo ἀπό (apó), que indica separación o alejamiento, y καλύπτω (kalýpto), que significa "cubrir" u "ocultar". Por tanto, su sentido original es "acción de quitar lo que cubre", es decir, "quitar el velo" o "desvelar" algo que estaba oculto. Así que Pablo nos ha aclarado que su llamado proviene desde el reino de Dios y que sus palabras son la revelación recibida del reino de los cielos. No me la contó ni me la enseñó cualquier ser humano, sino que fue Jesús el ungido mismo quien me la enseñó.
Pablo comparte su testimonio con los cristianos de Damasco.
Ustedes ya saben cómo era yo cuando pertenecía a la religión judía, ahí superé a todos en mi generación acerca de los escritos y enseñanzas de otros maestros judíos. Saben también con qué violencia hice sufrir a los miembros de las iglesias de Dios, y cómo hice todo lo posible para destruirlos. Cumplí con la religión judía mejor que muchos de los judíos de mi edad, y me dediqué más que ellos a cumplir las enseñanzas recibidas de mis padres y mis antepasados. Pero Dios, que me escogió antes de nacer y por su gran bondad me llamó, tuvo a bien hacerme conocer a su Hijo, para que anunciara su evangelio entre los -ἔθνος-  no judíos. Y no fui entonces a consultar con ningún humano.
Los no judíos son llamados también gentiles. La palabra griega que utiliza el original es (édsnos o éthnos) ἔθνος es una palabra clave para entender cómo se conceptualizaban en la antigüedad las identidades grupales y nacionales, reflejando tanto una unidad cultural como la diferencia y pluralidad entre grupos humanos.
Pablo hace una relación de lugares que a simple vista no parecen tener relación; Jerusalén, Arabía y Damasco. Él mismo nos explica que no acudió a los apostoles que ya estaban atendiendo a la congregación de Jerusalén. Peró, aclara que sí acudió al lugar donde fue entregada la ley a Moisés; el monte Sinaí en Arabia. Agrega que fue, entonces, que regresó hasta Damasco. Así deja claro que, entre la ley de Moisés y el evangelio del reino no existe conflicto alguno. Puesto que la Toráh -Ley de Moisés- es el punto de partida que me muestra que yo soy un humano pecador y por tanto, estoy necesitando de un Mesías redentor que pague mi deuda y justifique competamente ante el Padre bueno. Damasco, en esos días, representa el lugar de exilio de muchos judíos. Pablo va a Damasco para reconciliar a aquellos judíos que han optado por el exilio para restaurarlos y hacerlos regresar a Dios.
En el idioma hebreo, el número 3 tiene un significado especial relacionado con la revelación y la manifestación de la verdad. Se considera un número que representa la confirmación o corroboración de algo, como cuando un maestro repite una prueba para revelar lo que sus alumnos han aprendido. El número 3 aparece con frecuencia en momentos clave para indicar que algo se está haciendo evidente o se está declarando de manera contundente. Además, el número 3 también está conectado con la victoria y el cumplimiento de los propósitos de Dios, como se observa en la resurrección de Jesús al tercer día y otros eventos bíblicos significativos que ocurren en el tercer día. Por tanto, el 3 simboliza tanto la revelación como la manifestación plena de la voluntad divina en la historia.
Pedro y Pablo caminando por Jerusalén

Después de
tres años. Ascendí hasta Jerusalén para encontrame con el apostol Pedro -Kefás- y permanecí junto a él por 15 días en esa ciudad. Durante esta estadía en Jerusalén no vi a ningún otro apostol. Unicamente vi a Santiago (Iákobos) el hermano del Señor. Todo esto se los digo estando bajo la mirada del Señor, yo no estoy mintiendo. 
Pablo una vez más va a dirigir sus pasos al exilio, para restaurar a los que están fuera de Israel. En el verso 21 dice haber estado en dos lugares; Siria y Cilicia. Durante mis visitas a las congregaciones de Juedea -sinagogas- que creían en Jesús, mi rostro no les resultaba familiar, y no era conocido personalmente. Pero, sí habían escuchado acerca de mi cambio después de mi encuentro con Jesús resucitado y el poder de su evengelio.
De destructor a constructor. Pablo utiliza su vida como un testimonio eficaz de la gracia: Yo que antes fui un perseguidor, ahora predico la fe en Jesús.

Para nuestro cierre de hoy. Las congregaciones de cristianos gálatas se caracterizan por su diversidad étnica, su rapidez para recibir y también para desviarse del evangelio, y su lucha por desarrollar y mantener una identidad cristiana auténtica frente a las tensiones culturales de Asia Menor en el siglo I. Las iglesias de Galacia desempeñaron un papel decisivo en la expansión del cristianismo primitivo, pues representaron el primer núcleo sólido de comunidades gentiles convertidas en el interior de Asia Menor, fuera del ámbito de la provincia romanade Judea. Fundadas por Pablo y Bernabé durante su primer viaje misionero, en ciudades como Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, estas iglesias se convirtieron en puntos estratégicos para la difusión y disribución del evangelio en el imperio romano, enlazando las rutas comerciales del centro de Anatolia con otras regiones del Mediterráneo.


El viaje de Pablo a Jerusalén descrito en el capítulo 2 de Gálatas es fundamental para entender la legitimidad de su apostolado y la defensa del evangelio que predicaba. Catorce años después de su conversión, Pablo subió nuevamente a Jerusalén, acompañado de Bernabé y Tito (un gentil convertido a Jesús), con el propósito de presentar en privado a los líderes de la iglesia (Pedro, Jacobo y Juan) el evangelio que predicaba entre los gentiles, asegurándose de no correr en vano (Gálatas 2:1-2). 

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