Desde el Jardín del Edén hasta el día de hoy, la humanidad ha declinado completar el deseo de Dios por gobernar juntos la tierra y sus recursos; como un equipo, como un reino unido. Cuando Dios creó al ser humano -en el sexto día del trabajo creador- lo colocó dentro de un jardín ya completamente organizado y le compartió de su reino, dominio y su autoridad para administrar y gestionar lo que ya Dios había diseñado y creado sin su ayuda ni consejo. Por algún tiempo el ser humano gozó del acompañamiento divino, consejo y guía permanente.
Dios, se ha estado acercando nuevamente a la humanidad a través de muchas formas a lo largo de diferentes épocas. Pero, los humanos consumen sus días sobre la tierra debatiéndose entre si tomar la oferta de Dios, o en rechazar su oferta. Así que, los humanos que sí han aceptado la increíble oferta que el cielo nos comparte, hoy son parte de un reino donde Dios es su rey, el reino de Dios. Mientras, los humanos que viven confundidos por el apego a su necedad y que rechazan la oferta del cielo se mantienen dentro en un reino que conocemos como "el mundo y sus deseos" o el reino de las tinieblas. Se trata de los hombres y mujeres que viven dando la espalda a Dios e ignorándole. Estos se han distanciado de Dios y de sus dichos, luchan contra la voluntad de Dios y le hacen oposición física y espiritual. Hasta llegar al punto de contaminar genéticamente a los humanos. De ahí, que tanta maldad provocó -hace algún tiempo- que Dios permitió un cataclismo con lluvia y agua que eliminó por completo a toda la generación de personas que había decidido no obedecer, ni someterse a sus dichos. Se estima que pudieron ser entre 3 a 25 millones las personas castigadas en ese evento. Hubo, un reset o un reinicio generacional a través de la familia de Noé, se eliminó la corrupción espiritual y genética. La oferta que nos comparte el reino de Dios se conoce como "la verdad". Jesús hablando acerca de sí mismo nos declara quién es Él. Jesús le respondió: -Yo soy el camino, la verdad y la vida. Sin mí, nadie puede llegar a Dios el Padre. Juan 14:6 Cada reino posee un rey, éste es la fuente desde donde emana o se origina todo lo que gobierna este reino; la virtud o la maldad, la paz o la guerra, la verdad o la mentira, lo fiel y verdadero o lo desleal y falso, lo eterno o lo temporal, etc.
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia -la Palabra revelada de Dios- nos cuenta con detalles sobre cómo los seres humanos que han determinado asumir y tomar la oferta del Reino de Dios -aquellos que respetan y temen a Dios- han venido sufriendo violencia, persecución, guerras, invasiones, asaltos, cautividad y muerte por aquellos que se oponen al plan de Dios de establecer el gobierno del cielo en la tierra y unificar el reino. Desde Abel hasta Juan, desde Esteban hasta nuestros días los que confían en Dios y creen a sus promesas, los que combaten la corrupción en todas sus formas con la verdad sufren todo tipo de violencia.
La sangre derramada sobre la tierra desde Abel, ha estado clamando justicia delante de Dios, pide ser retribuida, pide ser saciada justamente. El reino de Dios, ha sido sometido a diferentes formas de injusticia y violencia por el reino de las tinieblas y el sistema del mundo. Dios ha contenido su ira, ha sido misericordioso; nos ha brindado inmejorables nuevas oportunidades, nos ha compartido todo lo mejor del cielo. La oferta del cielo es simple; escucha y cree a mi mensaje, confía en mis dichos, descansa en mis promesas, trae el cielo a la tierra y te daré por herencia las naciones. El desafío está en renunciar al reino del padre de la mentira, para creer y mantenernos creyendo hasta el día del Señor. Otros soportaron ultrajes, latigazos, cadenas y cárceles; fueron apedreados, partidos en dos por la sierra o muertos a filo de espada; anduvieron errantes de un lado para otro, vestidos con pieles de oveja o de cabra, faltos de todo, perseguidos y maltratados. Personas demasiado buenas para un mundo como este... Hebreos 11:36-38
El mayor problema está en nuestro interior y en la capacidad de análisis tan pobre del ser humano. Pareciera que traemos puesta una venda que cubre nuestros ojos o que hubiera una nube de niebla todo el tiempo frente a nuestros rostros. No somos críticos acerca de nuestra naturaleza, ni de nuestros propios errores. Nuestra mente y corazón permanecen centrados en sí mismos. Nos resulta muy difícil amar a otros iguales a mi; matamos bebés en el vientre, escogemos mejor amar las cosas y no a las personas. Nos justificamos a nosotros mismos y construimos argumentos para sustentar nuestra maldad, nuestra debilidad, nuestra atracción, rechazamos los compromisos, huimos de la responsabilidad, no buscamos ser fieles ni leales a nadie más que esté fuera de nosotros. Evitamos darle valor a la oferta del cielo, negamos la eficacia de su increíble amor transformador en nuestra vida. Escogemos vivir en una mentira, preferimos algo que no existe, escogimos vivir narcotizados, en algo irreal, una fantasía, una historia de ficción redactada a través de nuestros apetitos y deseos más egoístas. Vivimos cada día -sin fe- bajo la ansiedad de lo que vamos comer, a beber y a vestir. Desde que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora, el reino de Dios avanza a pesar de sus enemigos. Sólo la gente valiente y decidida logra formar parte de él. Mateo 11:12
Son muchas las personas han acudido a la religión para escapar de la ira de Dios. Han hecho algunos cambios cosméticos y superficiales; como aplicar una ligera capa de maquillaje, algo como pintar de blanco un sepulcro, o asistir regularmente a reuniones. Pero, sin un cambio profundo, sin arrepentimiento, sin nuevo nacimiento. Así nadie se escapará de la ira que está venir. Al ver Juan que muchos fariseos y saduceos venían para que él los bautizara, les dijo: ¡Ustedes son unas víboras! ¿Creen que se van a escapar del castigo que Dios les enviará? Mateo 3:7
¡Imagínense entonces el terrible castigo que recibirán los que desprecian al Hijo de Dios, y los que dicen que su muerte no sirve para nada! Los que hacen eso insultan al Espíritu de Dios, que los ama, y menosprecian la muerte de Cristo, es decir, el nuevo pacto por medio del cual Dios les perdona sus pecados. Hebreos 10:29
La oferta de Dios es tan increíblemente buena, es tan genial, valiosa y plena que despreciarla nos hace ver como unos perfectos tontos. El hecho de escoger someterse a la oferta de Jesús y entrar al reino de Dios o escoger rechazarla, nos presenta la posibilidad de entrar a un escenario futuro que en la Biblia se llama el día grande del Señor o el día del Mesías. Siendo que, no existe ninguna otra opción, ni ninguna otra oportunidad, ni ninguna otra posibilidad. No se trata de ningún evento, no será una noticia mediática.
El fin del mundo llegará cuando las buenas noticias del reino de Dios sean anunciadas en toda la tierra, y todo el mundo las haya escuchado. Mateo 24:14
El día grande del Señor, es un espacio de tiempo -futuro para nosotros hoy- donde Dios castigará aquí mismo sobre la superficie de la tierra a la generación de humanos que no lo recibió, no aceptó la oferta del perfecto amor de Jesús. Ese día será un día como cualquiera donde los humanos estarán -como en los días de Noé- en su agenda particular, metidos de cabeza en sus asuntos, dedicados a satisfacer sus deseos y sus propios planes. Esta frase es una evolución del “día del Señor” o simplemente “el día”; hebreo Yom Yahvé: יום יהוה) que encontramos en Isaías 13:6, 9: Joel 2:1, 11, 31, 3:14; Amos 5:18; Sofonías 1:7. Ese será un día tanto de salvación como de juicio. El Nuevo Testamento usa varias combinaciones: “aquel día” en los versos de Mateo 7:22, 2 Tesalonicenses 2:3, 2 Timoteo 1:18, 4:8, “el día” 2 Tesalonicenses 1:10, 1 Corintios 3:13, Hebreos 10:25, “el día de ira” Romanos 2:5 y 2:16, “el día de Jesucristo” Filipenses 1:6, “el día de Cristo” Filipenses 2:16, “el día del Señor” 1 Corintios 5:5, 1 Tesalonicenses 5:2, 2 Tesalonicenses 2:2, 2 Pedro 3:10, “el día de Dios” 2 Pedro 3:12, Apocalipsis 16:14.
Un buen día, דָנִיֵּאל -Daniyél- Daniel estaba orando a su buen Dios, y le visitó גַּבְרִיאֵל Gabriel; un mensajero que colabora en la oficina del trono del Altísimo y le compartió una explicación a un sueño: Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. Daniel 9:27
Se nos describe en el libro del profeta Daniel que un hombre "el desolador" (Hebreo: shamém: devastador) también conocido como el hombre que transgrede la ley, va a enfocar y a encender todo su odio y furia contra la nación de Israel por rechazar su pacto y no hacer alianza con él ni su autoproclamada divinidad. Junto con él se va a movilizar a todas las naciones que firmaron alianza con él; juntos sus ejércitos y armas más letales, atacarán con todo su poder de fuego a Israel. Van a asolar y a generar gran tribulación sobre los habitantes de Israel al punto de destruir cerca de dos tercios de esta. El asolamiento militar de ciudades es un acto de guerra brutal que causa un sufrimiento incalculable a los civiles. A corto plazo, puede causar la muerte de miles o incluso millones de personas, así como la destrucción de infraestructuras vitales. A largo plazo, puede provocar un desplazamiento masivo de personas, una crisis humanitaria y un deterioro económico. Será un tiempo terriblemente duro para los habitantes de Israel. Pero, será un tiempo sujeto a límites. Cuando se termine su corto tiempo de furia e ira contra Israel, vendrá el día grande del Señor. Los reyes y las naciones que firmaron pacto y alianza con el desolador; el hombre sin ley, el que le hace oposición a Dios serán vencidos. Jesús, va a regresar como el león de la Tribu de Judá, esta vez no vendrá a la tierra como el cordero de Dios.
En ese día, el reino de las tinieblas y el sistema de este mundo, por fin dejarán de atacar con violencia a los que escogieron ser el pueblo de Dios. Es en ese momento, el día del Mesías, que Jesús vendrá contra a las naciones que firmaron el pacto con este desolador, los que escogieron pactar con el hombre sin ley y rechazaron el pacto del cordero de Dios. El apóstol Pablo, le llama "el final de este siglo", específicamente el día de nuestro Señor Jesucristo.
Para escapar al día de la ira de Dios existe una única salida. Hoy es el tiempo exacto, es el mejor momento para entrar al reino de Dios y escapar del castigo que Dios ha establecido para los malvados y mentirosos.
Yo soy la puerta del reino de Dios: cualquiera que entre por esta puerta, se salvará; podrá salir y entrar, y siempre encontrará alimento.
Juan 10:9
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