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Hambre de comer o apetito de poder.

Deliciosa comida ya lista para su consumo.
A diferencia del hambre, los apetitos son un deseo psicológico, ésto es que están en nuestra mente. Pero contrario a el hambre que es una necesidad fisiológica; éstas son aquellas que uno requiere cubrir para poder sobrevivir y lograr un equilibrio con su cuerpo, y funciones corporales. El apetito -en cambio- es una atracción en algún estado de inactividad o actividad, latente o en pleno uso. El apetito surge como un instinto y genera la intención de satisfacerlo. El apetito también se asocia a las ganas de hacer algo.
Es solo un asunto de tiempo. Alguno va a tomar el control y dominará. ¿Será que mi voluntad gobierna sobre mi apetito, o mi apetito gobierna sobre mi voluntad?

Dios mío, mira en el fondo de mi corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y enséñame a vivir como quieres que yo viva. Salmo 139:23-24.

Hoy vivimos lo que nuestros apetitos sembraron ayer. Nuestros apetitos terminan arrastrando nuestra vida una vez que ellos toman el control. Éstos van a demandar una reacción de cada uno de nosotros, es justo en ese momento donde cedemos, o retomamos el control de nuestra vida. Si nos dejamos arrastrar, o si ponemos los frenos y hacemos lo correcto. Si no lo hacemos seremos víctimas de la ceguera por exceso de confianza.
El poder potencia lo bueno y lo malo de nuestros apetitos.
Algunos apetitos pueden ayudarnos a progresar, a desarrollarnos, a superar lo que eramos ayer. Algunas verdades sobre los apetitos: 
Provienen de Dios, pero el pecado los suele sacar de proporción. 
Nunca son plenamente satisfechos. 
Los apetitos se repiten y urgen más nuevamente. Exigen cada vez más.

"Un día, Jacob estaba preparando un sabroso plato de comida. En eso llegó Esaú del campo con mucha hambre, y le gritó: —¡Me estoy muriendo de hambre! ¡Dame ya de esa sopa roja que estás cocinando! Por eso a Esaú se le conoce también con el nombre de Edom. Esaú exclamó: —¡Te los regalo ahora mismo, pues me estoy muriendo de hambre!" Génesis 25:29-32

Jacob, tenía apetito por el poder y por la autoridad sobre el resto de la familia y lo utilizó como moneda de cambio por el hambre de su hermano mayor. 'Nunca se deben tomar decisiones importantes en situaciones de alta o baja autoestima'. Los apetitos dirigen el enfoque de nuestra atención. Esaú menospreció sus derechos como primogénito a cambio de un delicioso plato de carne y frijoles. Su hermano Jacob, sabía bien que en Esaú había un apetito que lo volvía un débil de voluntad.

"Jacob le exigió a Esaú renunciar, bajo juramento, a sus derechos de hijo mayor. Esaú se lo juró, y Jacob le dio un poco de pan y de la sopa de lentejas que estaba preparando. Esaú comió y bebió; luego se levantó y se fue sin darle importancia a sus derechos de hijo mayor."
v 33-34
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"Un estomago vacío, es un mal consejero."

Albert Einsten
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Esaú juró y cedió su derecho a Jacob. La madre de Jacob había dirigido a éste para así también ella obtener influencia en las decisiones importantes de la familia.
A diario tomamos malas decisiones en las que cambiamos lo más por lo menos, lo mayor por lo menor, lo valioso por lo barato. Con mucha frecuencia mal negociamos nuestra primogenitura, santidad, consagración, exclusividad a Dios y otras. ¿Cuantos sobre valoraron "una falda" o "una carrera prometedora" por su matrimonio o familia?  Esaú hasta ese instante no es consciente de la profunda seriedad de sus palabras, y lo trascendente de sus declaraciones. Cuando el cerebro sobre valora o exagera un apetito en la corteza cerebral se abre un surco y todo pensamiento cae en ese lugar una y otra vez. Vamos a focalizar los beneficios y captar  toda la atención para bajar las barreras y defensas.
Será necesario meter  la cabeza y agua fría para calmar el calor del momento ¿Cuál será la historia que contarán de mi mañana por esta decisión, cómo afectará en el futuro esta decisión?

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