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Carta de la redención: Filemón


Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el evangelio; pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario. Porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré; por no decirte que aún tú mismo te me debes también. Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aún más de lo que te digo. Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús,  Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

El autor: La carta en sí, no especifica la ciudad exacta donde estaba este escritor mientras redactaba esta.  Aproximadamente entre los años 60-62 d.C.. Esta es la misma cautividad durante la cual se asume que escribió las otras "epístolas desde la prisión": Efesios, Colosenses y Filipenses. Cuando Pablo escribió la carta a Filemón se asume que tenía probablemente una edad entre 55 y 65 años, con la mayoría de los expertos situándolo alrededor de los 60 años.
Onésimo es recibido por la congregación de Colosas.

Esta carta "Filemón", trata de un líder que ha estado enseñando y dirigiendo a una congregación de cristianos desde su casa. Ahora se le demanda enseñar a través del ejemplo, a través de su propia obediencia. Lo que será de beneficio para el avance de las buenas noticias de Jesús.

Durante su prisión Pablo no se encuentra solo. Tiene a un grupo de leales hermanos que le sirven en sus privaciones. Entre ellos están: 
Epafras: Pablo lo describe de manera especial como "mi compañero de prisiones por Cristo Jesús". Epafras -Ἐπαφρᾶς-  era de Colosas (la misma ciudad de Filemón) y es muy probable que fuera el fundador de la iglesia en esa región (Colosenses 1:7). Su presencia junto a Pablo es muy significativa.
Marcos: Este es Juan Marcos, el autor del Evangelio de Marcos (Μάρκος). Su presencia es notable porque años antes había tenido un fuerte desacuerdo con Pablo que los llevó a separarse temporalmente (Hechos 15:37-39). El hecho de que esté aquí con Pablo demuestra que se habían reconciliado por completo.
Aristarco: Un fiel compañero de viaje de Pablo. Ἀρίσταρχος originario de Tesalónica. Estuvo con Pablo en el tumulto de Éfeso (Hechos 19:29) y lo acompañó en su peligroso viaje a Roma (Hechos 27:2).
Demas: En este momento, Demas -∆ημᾶς- es un colaborador fiel. Sin embargo, su historia tiene un final triste, ya que más tarde, en la última carta de Pablo, se menciona que lo abandonó "por amor a este mundo" (2 Timoteo 4:10).
Lucas: El "médico amado" (Colosenses 4:14) y autor del Evangelio de Lucas (Λουκᾶς) y del libro de los Hechos de los Apóstoles. Fue uno de los compañeros más leales y constantes de Pablo hasta el final de su vida.

Imagina el Imperio Romano de esos días como una gigantesca red global, pero en versión antigua. Tenía sus propias reglas sobre el dinero, la propiedad y las personas. El Imperio Romano protegía la esclavitud con una fuerza implacable porque, desde su punto de vista, estaba protegiendo la totalidad de su sistema económico, su orden social, su seguridad interna y su poder militar. No era un aspecto de su sociedad; era su cimiento.
El Sistema Económico: Agricultura, comercio y la brecha entre ricos y pobres. La base de todo era la tierra. La gran mayoría de la gente (más del 80%) trabajaba en labores de campo. La riqueza no se medía tanto por el dinero en el banco, sino en la cantidad de tierras que poseías. Había una enorme brecha. Unos pocos, como Filemón, eran hombres ricos que poseían grandes fincas o villas (latifundios). Estas fincas eran como enormes empresas de productos agrícolas de donde salía el vino, aceite de oliva, granos y otros productos para comerciar en las ciudades. La mayoría de la gente común, en cambio, eran campesinos con pequeñas parcelas que apenas les daban para sobrevivir.
Las ciudades como Roma, Éfeso o Colosas (donde vivía Filemón) eran los centros de comercio. Allí llegaban mercancías de todo el imperio gracias a las famosas (carreteras) calzadas romanas y a las seguras rutas marítimas. Se vendían desde productos básicos como el trigo hasta artículos de lujo como las telas de seda del lejano Oriente. No existían los "empleos" de 8 horas como los conocemos hoy. O eras dueño de tu propio negocio o tierra, o trabajabas para alguien como artesano, jornalero (te pagaban por día), o bien, eras un esclavo. Era una economía basada en la agricultura, con un comercio muy activo que enriquecía a los terratenientes y comerciantes, mientras la mayoría de la población vivía con lo justo para cada día.

La Propiedad Privada: El poder absoluto del "Padre de Familia". Este punto es fundamental para entender la carta. La propiedad era sagrada: Para un ciudadano romano, el derecho a la propiedad era la base de su estatus y libertad. Podías ser dueño de tierras, casas, herramientas, animales y... personas esclavas.
El "Paterfamilias": La ley romana le daba un poder casi absoluto al jefe de la familia, llamado el paterfamilias. Él era el único dueño legal de todo. Su esposa, sus hijos (incluso si eran adultos y casados), sus nietos y todos sus esclavos eran legalmente parte de su propiedad. Esto significa que Filemón, como paterfamilias, no solo era el dueño de su casa y sus tierras, sino que tenía autoridad legal total sobre su esposa, su hijo Arquipo, y por supuesto, su esclavo Onésimo. Si un hijo o un esclavo adquiría algo, legalmente le pertenecía al paterfamilias.
Imagina -en la actualidad- al jefe de familia como el director general y el único accionista de una empresa llamada "La familia S.A.". Todos los demás, incluidos sus hijos adultos, eran como empleados o activos de esa empresa, sin derechos de propiedad propios.
La Esclavitud: El motor del imperio (y una realidad muy diferente a la vida moderna). Aquí es donde la historia de Onésimo cobra todo su sentido. No era una cuestión de raza, esto es lo más importante que debemos de entender. La esclavitud romana no se basaba en el color de la piel o la etnia, como la esclavitud de los siglos 17-19 en América. Un esclavo podía ser rubio y de ojos azules (un germano capturado en batalla) o de piel oscura (un nubio del sur de Egipto). Cualquier persona -dadas las circunstancias- podía convertirse en esclavo.
Colosas no era una gran capital, sino un centro industrial y comercial de tamaño mediano. Imagínala como una ciudad provincial próspera de hoy en día: no es la capital del país, pero es el corazón económico y social de su región, un lugar donde todos, de alguna manera, se conocen o saben quién es quién. Poseía una población de entre 5 mil a 10 mil personas. Vivir en Colosas en aquellos días era como habitar en una ciudad industrial orgullosa, pero que ya había visto pasar su mejor momento. El pulso de la ciudad no lo marcaban los bancos, como en la vecina y moderna Laodicea, sino el trabajo constante en los talleres que teñían la lana con su famoso y exclusivo color rojizo. El aire olía a una mezcla de animales, los químicos penetrantes de esos tintes y el bullicio de un mercado donde se cruzaban griegos, judíos y romanos. Era un lugar de contrastes, donde podías ver la lujosa casa de un hombre rico como Filemón, con espacio para acoger a toda una comunidad, a solo unas calles de las humildes viviendas de los trabajadores. Todo esto ocurría bajo la sombra de saber que vivías en una zona de terremotos, una realidad que añadía una capa de incertidumbre y fragilidad a la vida cotidiana de todos sus habitantes. Estaba situada en el valle Licos, 18 km. al este de Laodicea, sobre el río Licos en Frigia, hoy Turquía. Por estar ubicada en la ruta comercial este-oeste de Efeso al Eufrates, fue no solo prominente sino próspera hasta el siglo 8 después de Cristo, cuando se llevó a cabo un cambio en el sistema de carreteras que favoreció a Laodicea y Hierápolis. La ciudad era famosa porque allí los colosenses fabricaban una hermosa tela de lana de color violeta (colossinum). La tela colossinum era apreciada por ser la perfecta combinación de materia prima de calidad (lana frigia), una habilidad artesanal única (el secreto del tinte púrpura) y un brillante posicionamiento en el mercado de lujo romano como un símbolo de estatus vibrante y distintivo. El tinte colossinum se obtenía de una fuente vegetal: la raíz de la rubia (Rubia tinctorum).

La vida religiosa en la Colosas de Filemón era como un gran "buffet de creencias" donde nadie se conformaba con un solo plato, existía un sincretismo de muchas creencias. Los habitantes mezclaban las emotivas y misteriosas ceremonias a la diosa de la naturaleza, con su música frenética, junto con la filosofía griega, que funcionaba como una especie de "autoayuda" para vivir una vida ética. Al mismo tiempo, se sentían atraídos por la fe de la gran comunidad judía, admirando su creencia en un solo Dios y su fascinación por los ángeles. Por eso, cuando el cristianismo llegó, muchos no lo aceptaron de forma pura, sino que crearon un "cóctel" espiritual propio, intentando combinar la fe en Jesús con la adoración a ángeles, reglas estrictas y la búsqueda de un conocimiento secreto. Pablo tuvo que escribirles para recordarles que Cristo no era un ingrediente más para añadir a la mezcla, sino que se trataba del banquete completo.
Filemón -Φιλήμων- significa "amar o tener afecto" era un cristiano rico y muy influyente que vivía en la ciudad de Colosas, en lo que hoy es Turquía. Era ciudaddano romano, lo más probable es que Filemón fuera un hombre de mediana edad, probablemente en sus 40 o principios de sus 50 años en el momento de recibir la carta. Era un amigo cercano y un "hijo en la fe" del apóstol Pablo, se asume que probablemente fue Pablo quien lo guió al cristianismo en Efeso. Sabemos que era un hombre de gran estatus porque poseía una casa lo suficientemente grande como para que toda la iglesia local se reuniera en ella, algo que solo los ciudadanos con grandes recursos economicos podían permitirse. Además, como era común para alguien de su posición, era dueño de esclavos, siendo Onésimo —el motivo de la carta— uno de ellos. Filemón no era una persona cualquiera, sino un respetado jefe de familia y líder comunitario con el poder y el derecho legal de su lado, lo que hace que la petición de Pablo de perdonar y recibir a su esclavo fugitivo como a un hermano fuera algo extraordinariamente radical para su época. Actuar como Jesús; perdonar a un deudor su deuda, adoptarlo como a alguien de su familia y estimarlo como a un líder cristiano.

¿Cómo es que una persona llegaba a ser esclavo en esos días? Hay varias razones para ser vivir en esclavitud.
Prisioneros de guerra: Era la fuente principal. Cuando Roma conquistaba un territorio, miles de personas eran esclavizadas.
Nacimiento: Si tu madre era esclava, tú nacías esclavo.
Secuestro: Los piratas a menudo secuestraban a viajeros para venderlos.
Abandono: Los bebés no deseados a veces eran abandonados y recogidos por traficantes de esclavos.
Un esclavo era una "cosa": Legalmente, un esclavo era considerado una propiedad, un "instrumento que habla" (instrumentum vocale). El dueño podía comprarlo, venderlo, alquilarlo, golpearlo e incluso matarlo (aunque esto último se fue volviendo menos común y más regulado con el tiempo).
No todos los esclavos eran iguales: La vida de un esclavo podía variar enormemente. Algunos esclavos trabajaban hasta la muerte en las minas o en las galeras de los barcos.
También había esclavos domésticos, que tenían una vida menos dura Onésimo -Ὀνήσιμος- probablemente era uno de estos. Podían ser cocineros, sirvientes, administradores de la finca, contadores, o incluso médicos y maestros muy educados. Aunque eran propiedad, a menudo formaban parte íntima del hogar.

Algunas de las limitaciones o condiciones de un típico esclavo en el Imperio Romano en los días de Pablo eran:
Eran propiedad legal de otra persona: No tenían derechos. No podían casarse legalmente (sus uniones, llamadas contubernium, no eran reconocidas y la familia podía ser separada y vendida en cualquier momento). No podían poseer nada para sí mismos.
Miedo constante al castigo: La amenaza de la violencia física era omnipresente. La crucifixión era el castigo máximo reservado para esclavos rebeldes, un terrible ejemplo para los demás.
Falta de libertad: No podían ir a donde querían ni tomar decisiones sobre su propia vida. Huir era un crimen gravísimo (fugitivus), y si eran capturados, a menudo los marcaban a fuego en la frente.
La esperanza de la manumisión: La posibilidad de ser liberado era el mayor incentivo para la obediencia y el buen trabajo. Un esclavo liberado (libertus) aún tenía obligaciones con su antiguo patonus, pero era un hombre libre. Esta relación, llamada patronato (patronatus), imponía una serie de obligaciones de por vida al liberto. Estas obligaciones se pueden agrupar en tres categorías principales: respeto (obsequium), servicios (operae) y bienes (bona).

Conozcamos a Onésimo. Lo más probable es que Onésimo fuera un hombre joven, probablemente en su tardía adolescencia o sus veinte años (entre 17 y 25 años aproximadamente). Originario de Colosas, una ciudad en la actual Turquía. Lo más probable es que no fuera romano ni griego de nacimiento, sino un local de la región de Frigia. Es muy posible que naciera esclavo o que fuera vendido como esclavo en su juventud. No tenía ciudadanía, ni derechos, ni libertad. Su nombre, "Onésimo", era un nombre algo muy común para los esclavos en el mundo griego y romano. Significa "Útil" o "Provechoso". Este nombre revela la mentalidad de la época donde un esclavo no era valorado por quién era, sino por su utilidad para su amo. Irónicamente, al huir, un esclavo llamado "Útil" se había vuelto alguien "inútil" para su dueño, un brillante juego de palabras que Pablo utiliza en su carta.
Pablo es una persona influyente sobre Filemón, ahora además Pablo es -también- guía espiritual y líder de Onésimo (el esclavo fugitivo). Algo que los nivela a ambos. Filemón es líder en la iglesia de Colosas, posee un testimonio fiel. Su obediencia es desafiada por su compañero Pablo a través de la solicitud de esta carta. Recibe, por favor, a este nuevo hombre, ahora cristiano y completamente redimido. Filemón y Onésimo -ahora- están sobre el mismo plano delante de la cruz; en completa igualdad. La solicitud de Pablo es que Filemón reciba a Onésimo como uno más de hermanos en la fe en Jesús.

Pablo demanda la redención.
Filemón actua como redentor.
Onésimo recibe una redención inmerecida.

Pablo se introduce como alguien que vive bajo la autoridad y voluntad de otra persona -désmios- atado a Jesús o un prisionero por Jesús. Además, presenta a Timoteo, un joven pastor que le acompaña a quien llama adelfós, hermano cercano en el sentido de que se porta como tal. Después menciona al destinatario; Filemón. Le describe como agapētós, que expresa que esta persona es amada, valiosa y que se está comprometido con su bienestar y lo describe como un compañero suyo, uno que es semejante en su servicio a Jesús.
Saluda a otros dos hermanos que lideran dicha congregación en Colosas y a toda la asamblea de los llamados a seguir a Jesús  que se reunen en una casa de su propiedad, a quienes desea que la bondad inmerecida y que la paz que produce prosperidad a través de Jesús el ungido de Dios esté con ustedes. -Filemón, siempre doy gracias a mi Dios al acordarme de ti en mis oraciones, estas presente en mis oraciones, porque me han dicho que amas al Señor Jesús y confías en él, y que sientes el mismo amor por todos los que forman parte del pueblo de Dios. Aquí Pablo destaca una cualidad fundamental de la Ley de Dios; amar a Dios y a mis semejantes, el amor es una realidad en los testimonios que Pablo ha recibido. Tú confías en el Señor, lo mismo que nosotros. Por eso le pido a Dios que sigas confiando en él hasta que conozcas todo el bien que podemos hacer, gracias al amor que sentimos por Cristo. Pablo vuelve y cita otro testimonio que resulta fundamental en la Ley, su fe es efectiva para Jesús.
- Hermano Filemón, estoy muy contento y animado de saber que amas mucho a los demás, pues tú has sido compasivo, has consolado y motivado a todos los que pertenecen al pueblo de Dios. Pablo lo presiona para que haga las cosas de manera correcta, aún más.
- Yo ya soy viejo, y ahora estoy en la cárcel por servir a Jesus.  Yo sé que tú me amas. Por eso, aunque te lo podría ordenar, pues Cristo me ha dado esa autoridad, (Pablo es un apóstol enviado a las naciones y posee mucha autoridad para mandar. Pero, renuncia a esa autoridad y asume un rango menor; soy prisionero de Jesús) prefiero pedirte que me hagas el siguiente favor:  Te ruego que actúes con valentía y que recibas bien a Onésimo. Para mí, él es como mi niño, pues yo le anuncié la buena noticia aquí -entre mis cadenas- de la cárcel.
Antes, Onésimo (Ὀνήσιμος significa: Útil o productivo) fue para ti un esclavo inútil (no necesario e improductivo), pero ahora nos es útil a ti y a mí. Por eso ahora te lo envío de vuelta, y espero que lo recibas y lo mantengas cerca con la misma emoción como si me recibieras a mí. Me hubiera gustado que se quedara conmigo, para que me ayudara en lugar tuyo mientras yo siga preso por anunciar la buena noticia. Pero no haré nada sin tu consentimiento voluntario, para que el favor que te pido no te resulte una obligación.
Tal vez Onésimo se alejó de ti por un momento, para que ahora sea tuyo para siempre. Sólo que ahora ya no lo tendrás como a un esclavo, sino como a un hermano muy querido, lo cual es mucho mejor. Yo lo quiero mucho, pero tú debes quererlo aún más. Quiérelo como a un miembro de la familia del Señor, y no como a cualquier persona.
Si realmente me consideras tu hermano, te pido que lo recibas como si me recibieras a mí. Si Onésimo te hizo algo malo, o si te debe algo, cóbramelo a mí. Con esta firma, que es de mi puño y letra, me comprometo a pagarte todo. Aunque, francamente, no deberías cobrarme nada, pues todo lo que tienes, y todo lo que eres, me lo debes a mí.
¿Por qué es tan revolucionaria la carta de Pablo? Ahora que entendemos este contexto, la petición de Pablo a Filemón es asombrosa:
Filemón tenía todo el derecho legal de castigar severamente a Onésimo. Pablo no le escribe como una autoridad legal, sino que le apela desde un escenario todavía más alto; el amor y la fe que ambos tienen en común.
La petición de Pablo de que reciba a Onésimo "ya no como esclavo, sino como más que esclavo, como a un hermano amado" (Filemón 1:16) era socialmente radical. Estaba pidiendo a Filemón que ignorara las categorías de la relación "amo" y "esclavo" que sostenían a toda la sociedad romana y que, en su lugar, viera a Onésimo como un igual en Cristo.
Pablo estaba introduciendo una nueva "economía" y una nueva "ley de propiedad": la del Reino de Dios, donde las personas no son cosas, sino hermanos.

- Hermano Filemón, hazme este favor, pero no lo hagas por mí, sino por tu amor al Señor. Tú y yo somos hermanos: ¡dame esa tranquilidad!  Te escribo porque estoy seguro de que harás lo que te pido, y mucho más. Y aprovecho la ocasión para pedirte que me prepares un lugar donde quedarme, porque espero que, por las oraciones de ustedes, Dios me deje salir de la cárcel para ir a visitarlos.
Epafras, que está preso conmigo por servir a Jesucristo, te envía saludos. También te envían saludos Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, que son mis compañeros de trabajo. Deseo de todo corazón que el amor del Señor Jesucristo los acompañe siempre.


Philemon: A Letter of Radical Redemption

Author: The letter itself does not specify the exact city where the author was at the time of writing. It is dated to approximately 60-62 AD. This is the same imprisonment during which Paul is believed to have written the other Prison Epistles: Ephesians, Colossians, and Philippians. When he wrote the letter to Philemon, Paul is thought to have been between 55 and 65 years of age, with most scholars placing him at around 60.

This letter, Philemon, concerns a leader who has been teaching and guiding a congregation of Christians from his home. He is now called upon to teach by example, through his own obedience. This action will serve to advance the good news of Jesus.

Imagine the Roman Empire of that era as a vast, ancient global network. It had its own rules for money, property, and people. The Roman Empire protected slavery with unrelenting force because, from its perspective, it was safeguarding its entire economic system, its social order, its internal security, and its military power. It was not merely an aspect of its society; it was its very foundation.

The Economic System: Agriculture, trade, and the gap between rich and poor.
The basis of everything was land. The vast majority of people (over 80%) worked in agriculture. Wealth was measured not so much by money in the bank as by the amount of land one owned. There was an enormous gap. A select few, like Philemon, were wealthy men who owned large estates or villas (latifundia). These estates were like large-scale agricultural operations, producing wine, olive oil, grain, and other goods to be traded in the cities. Most common people, in contrast, were peasants with small plots of land that barely provided enough for them to survive.
Cities like Rome, Ephesus, or Colossae (where Philemon lived) were the centers of commerce. Goods from all over the empire arrived there, thanks to the famous Roman roads and secure sea routes. Everything was sold, from basic commodities like wheat to luxury items such as silk from the Far East. There were no "8-hour jobs" as we know them today. You either owned your own business or land, worked for someone as an artisan or a day laborer (paid by the day), or you were a slave. It was an agricultural economy with very active trade that enriched landowners and merchants, while the majority of the population lived a hand-to-mouth existence.

Private Property: The Unchecked Authority of the Paterfamilias.
This concept is central to any interpretation of the letter. Property rights were sacrosanct: for a Roman citizen, they were the very foundation of his status and liberty. One could own land, houses, tools, animals, and... human beings. The Paterfamilias: Roman law vested nearly absolute power in the head of the household, the paterfamilias. He held sole legal title to all property. His wife, his children (even as married adults), his grandchildren, and all of his enslaved people were, by law, his possessions. This meant that Philemon, in his role as paterfamilias, was not merely the owner of his home and estates, but also possessed complete legal authority over his wife, his son Archippus, and, naturally, his slave Onesimus. Any assets acquired by a son or a slave legally defaulted to the paterfamilias. Consider, by way of a modern analogy, the head of the household as the CEO and exclusive owner of a corporation: "Family, Ltd." All other members, including adult children, were functionally employees or corporate assets, devoid of any personal property rights.

Slavery: The Imperial Engine (and a Reality Alien to Modernity)
Herein lies the full significance of the story of Onesimus. Crucially, it was not a question of race. Roman slavery, unlike the chattel slavery practiced in the Americas from the 17th to the 19th centuries, was not founded on ethnicity or skin color. A slave could be a blond, blue-eyed German captive or a dark-skinned Nubian from southern Egypt. Under a given set of circumstances, any person could be enslaved.

Colossae was no great metropolis, but rather a mid-sized hub of industry and trade. Picture it as a thriving provincial city of our time: not the country's capital, but the economic and social core of its region, a place where, to some extent, everyone knows everyone else. Its population numbered between five and ten thousand.
To live in Colossae then was to reside in a proud industrial town whose glory days were already behind it. The city’s rhythm was dictated not by the financiers of nearby, modern Laodicea, but by the ceaseless labor in the workshops dyeing wool with their famous and exclusive reddish hue. The air was a mix of the scent of livestock, the acrid fumes of the dyes, and the hubbub of a marketplace where Greeks, Jews, and Romans intermingled. It was a city of stark contrasts, where the lavish villa of a rich man like Philemon—large enough to welcome an entire community—stood just streets away from the modest homes of laborers. This all occurred under the ever-present threat of earthquakes, a reality that cast a shadow of uncertainty and fragility over the daily life of every inhabitant.

Located in the Lycus Valley, 18 km east of Laodicea on the Lycus River in Phrygia (now Turkey), its position on the main east-west trade route from Ephesus to the Euphrates made it both prominent and prosperous. This prosperity lasted until the 8th century CE, when a realignment of the road network gave precedence to Laodicea and Hierapolis. The city was renowned for the exquisite violet-hued woolen cloth (colossinum) produced by its artisans. This colossinum fabric was esteemed as a sublime fusion of quality raw material (Phrygian wool), unparalleled craftsmanship (the secret of its crimson-purple dye), and savvy positioning within the Roman luxury market as a symbol of vibrant and distinctive status. The colossinum dye itself was derived from a botanical source: the root of the common madder plant (Rubia tinctorum).

How did a person become a slave in those days? There were several paths to slavery.
Prisoners of war: This was the main source. When Rome conquered a territory, thousands of people were enslaved.
A slave was a "thing": Legally, a slave was considered property, a "talking tool" (instrumentum vocale). The owner could buy, sell, rent, beat, and even kill them (although the latter became less common and more regulated over time).
Not all slaves were equal: The life of a slave could vary enormously. Some slaves worked to death in the mines or in the ship's galleys. There were also household slaves, who had a less harsh life. Onesimus (Ὀνήσιμος) was likely one of these. They could be cooks, servants, estate managers, accountants, or even highly educated doctors and teachers. Although they were property, they were often an intimate part of the household.

The typical conditions and constraints for an enslaved person in the Roman Empire of Paul’s era were as follows:
Legal Status as Property: They were legally owned by another and possessed no rights. Their unions, known as contubernium, were not legally sanctioned, meaning a family unit could be broken up and sold at any moment. They were prohibited from owning any personal property.
The Pervasive Threat of Punishment: The threat of physical violence was a constant reality. Crucifixion was the ultimate penalty, reserved for insubordinate slaves and intended as a grim deterrent to others.
The Absence of Liberty: They had no autonomy over their own lives or movements. Attempting to flee was a most grievous offense (fugitivus), and captured runaways were often branded on the forehead.
The Prospect of Manumission: The possibility of being granted freedom (manumissio) was the primary incentive for obedience and diligent service. A freedperson (libertus), though a free individual, remained bound by duties to their former master, the patronus. This lifelong relationship of patronage (patronatus) entailed a set of obligations for the libertus. These duties fell into three main categories: deference (obsequium), services (operae), and assets (bona).

Onesimus was most likely a young man, probably in his late teens or twenties (approximately 17 to 25 years old). He was a native of Colossae, a city in modern-day Turkey. He was most likely not a Roman or Greek by birth, but a native of the Phrygian region. It is highly probable he was born into slavery or was sold into it in his youth. He had no citizenship, no rights, and no freedom.
His name, "Onesimus," was a very common name for slaves in the Greek and Roman world. It means "Useful" or "Profitable." This name reveals the mindset of the era, where a slave was not valued for who he was, but for his utility to his master. Ironically, by running away, a slave named "Useful" had become "useless" to his owner—a brilliant play on words that Paul uses in his letter.
Paul, who holds considerable influence over Philemon, has now also become the spiritual mentor to Onesimus, the runaway slave. This new relationship fundamentally alters their dynamic, placing them on equal spiritual ground. Philemon, a leader in the Colossian church, is a man of proven faithfulness. His obedience is now put to the test by his brother Paul through the appeal made in this epistle. The plea is for him to receive a man who has been transformed—now a Christian, fully redeemed. At the foot of the cross, Philemon and Onesimus are equals; they stand on common ground. Paul’s petition is that Philemon welcome Onesimus not as property, but as a beloved brother in Christ.

This letter establishes a theological triad:
Paul, the one who appeals for redemption.
Philemon, the one who must act as redeemer.
Onesimus, the one who receives undeserved redemption.
Paul presents himself not by his apostolic authority, but as one who is himself under authority—a désmios (δέσμιος), a prisoner for the cause of Christ Jesus. He also includes Timothy, his young associate, calling him adelfós (ἀδελφός), signifying a true brother in faith and action. Next, he addresses the recipient, Philemon, describing him first as agapētós (ἀγαπητός), a term denoting someone cherished, esteemed, and for whose welfare one is deeply committed. Finally, he calls him a "fellow worker" (synergos), placing him on equal footing with himself in their shared labor for the Gospel.
He greets two other brothers who lead that congregation in Colossae and the entire assembly of those called to follow Jesus who meet in Philemon's house, wishing them unmerited kindness and the peace that brings well-being through Jesus, the anointed of God.

"Philemon, I always thank my God when I remember you in my prayers; you are always present in them because I have been told that you love and trust the Lord Jesus, and that you feel the same love for all who are part of God's people." Here Paul highlights a fundamental quality of God's Law: to love God and to love one's neighbor. This love is a reality in the reports Paul has received. "You trust in the Lord, just as we do. That is why I ask God that your faith may continue to be shared until you acknowledge all the good that we can do, thanks to our love for Christ." Paul again cites another report that is fundamental in the Law: his faith is effective for Jesus.
"Brother Philemon, I am very happy and encouraged to know how much you love others, for you have been compassionate, you have comforted and motivated all who belong to the people of God." Paul is pressuring him to do the right thing, and even more.
"I am now an old man, and a prisoner for serving Jesus. I know that you love me. Therefore, although I could order you—for Christ has given me that authority," (Paul is an apostle sent to the nations and possesses great authority to command, but he renounces that authority and assumes a lesser rank: a prisoner of Jesus) "I prefer to ask you for the following favor: I beg you to act with courage and to receive Onesimus well. For me, he is like my own child, for I brought him to the faith here—among my chains—in prison."

"Formerly, Onesimus (Ὀνήσιμος, meaning 'useful' or 'productive') was a useless slave to you (unnecessary and unproductive), but now he is useful to both you and me. That is why I am sending him back to you now, and I hope you will receive him and keep him close with the same emotion as if you were receiving me. I would have liked him to stay with me, to help me on your behalf while I remain imprisoned for proclaiming the good news. But I will do nothing without your voluntary consent, so that the favor I ask of you will not be an obligation.
Perhaps Onesimus was separated from you for a short time so that you could have him back forever, no longer as a slave, but as a very dear brother, which is much better. I love him dearly, but you should love him even more—both as a person and as a member of the Lord's family.
So, if you truly consider me a partner, I ask you to receive him as you would receive me. If Onesimus has wronged you in any way or owes you anything, charge it to my account. With this signature, in my own handwriting, I promise to repay everything. Although, frankly, you shouldn't charge me anything, since all that you have, and all that you are, you owe to me."

Why is Paul's letter so revolutionary?
Now that we understand this context, Paul's request to Philemon is astonishing:
Philemon had every legal right to severely punish Onesimus. Paul does not write to him from a position of legal authority, but appeals to him from an even higher ground: the love and faith they have in common.
Paul's request to receive Onesimus "no longer as a slave, but more than a slave, as a beloved brother" (Philemon 1:16) was socially radical. He was asking Philemon to ignore the master-slave categories that underpinned all of Roman society and, instead, to see Onesimus as an equal in Christ.

Paul was introducing a new "economy" and a new "property law": that of the Kingdom of God, where people are not things, but brothers and sisters.
"Yes, brother, I want to have this benefit from you in the Lord; refresh my heart in Christ. I write to you, confident in your obedience, knowing that you will do even more than I say. At the same time, prepare a guest room for me, for I am hoping that through your prayers I will be graciously restored to you.
Epaphras, my fellow prisoner in Christ Jesus, sends you greetings, as do Mark, Aristarchus, Demas, and Luke, my fellow laborers. The grace of the Lord Jesus Christ be with your spirit."

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