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Kabád: Un diseño fuera de este mundo.


¿Has recibido expresiones sinceras de honra? ¿O al revés, has manifestado tu honra a alguien que tiene méritos de sobra? ¿Crees que este esfuerzo es valioso e importante en la vida de una familia? ¿En tu hogar la honra es una parte activa de la dinámica diaria? ¿Estás atento para honrar a las personas de tu entorno? Se trata más que de una valiosa oportunidad, de un privilegio.

Manifestar honra hacia una persona aporta beneficios significativos tanto a nivel individual como colectivo, ya que implica el reconocimiento de sus virtudes, logros y cualidades, lo cual fortalece su autoestima y motiva la excelencia personal. Este acto contribuye además a consolidar el orden y la eficiencia en la familia, comunidad y sociedad, al respetar la jerarquía y asignar responsabilidades de manera justa. Asimismo, fomente una cultura de respeto y valores compartidos, donde se promueva la convivencia armónica y se refuercen los principios que orientan la conducta social. En última instancia, honrar a quienes lo merecen enriquecen la identidad personal y colectiva, y genera un ambiente de confianza, cohesión y sentido de pertenencia dentro del hogar.

Hace solo 3 generaciones atrás, ya en tiempos modernos, cerca de 170 países suelen reservar un día para celebrar la maternidad y honrar a las madres. Desde hace casi 100 años hasta hoy, lo que resulta ser muy reciente.  En los Estados Unidos, todo dio inicio -oficialmente- desde el año de 1914.  En Honduras se decretó oficialmente un 25 de enero de 1927 el Día de la Madre que se celebra el segundo domingo del mes de mayo. Esta resulta ser una fecha muy especial en el calendario cívico, lo anterior quiere decir que alguna vez un Presidente en Honduras -Miguel Paz Barahona- creó un decreto de ley para crear una celebración que honre a las madres. Todos hemos llegado a esta Tierra gracias a una madre. Sea que ella nos haya criado o no, todos llegamos hasta aquí gracias a una mujer que dijo sí a la maternidad.
Desde hace 3 mil 164 años de parte de Dios existe un llamado para ser diferentes. Hemos sido convocados para establecer, desarrollar y promover una cultura donde honrar a las otras personas es una práctica cotidiana. Honrar, es un diseño que nos llegó desde otro mundo. ¿Qué me pasa cuando no estoy en pacto con Dios? Estoy afuera, existo al margen de las bendiciones, es lo opuesto a estar en el centro de su voluntad. Al estar dentro de una relación con Dios pasan -al menos- 3 cosas:

Hemos sido recomprados y redimidos por Dios mismo a través de su Hijo Jesús. Estamos en una relación de pacto, sin pacto no es posible que vivamos en una relación. Disfrutamos de las bendiciones, de permanecer en el centro de la voluntad de Dios. Muchos siglos antes del decreto que estableció el Día de la Madre, el reino de Dios nos compartió sus leyes acerca de la honra a las madres. No existe manera de disfrutar de ninguna promesa de parte de Dios fuera del pacto.

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. Éxodo 20: 12

Este texto es un mandamiento, no es una invitación casual u opcional. Se trata de un asunto tan importante que va a determinar -tanto- tus relaciones verticales, como las horizontales. Curiosamente, este mandamiento posee una posición especial. Está en medio de los mandamientos que guían mi relación vertical con Dios y de los mandamientos horizontales que dirigen las relaciones con todos los hombres en el nuevo orden que Dios ha compartido con su pueblo.

Además, este mandamiento tiene una promesa incluida. Israel no será conquistada, ni exiliada si lo cumple absolutamente. Tendrá paz y podrá prosperar. Honrar viene del hebreo kabád(kabéd)La palabra hebrea Kabád proviene de una raíz que significa literalmente “ser pesado” o “tener peso”. Este “peso” se asocia con importancia, valor y dignidad. Así, otorgar honor a alguien es reconocer su “peso” o relevancia en la vida y la comunidad. Y a su vez Kabád proviene de Kabód. La misma palabra se usa para describir la gloria de Dios (kabód), manifestando su presencia poderosa y majestuosa, digna de reconocimiento y reverencia.

Pues si ustedes, siendo malos, saben dar buenas dádivas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden? Mateo 7:11

Honrar a los padres es reconocer su importancia, respetarlos, valorar (pesar) su autoridad, distinguiéndolos por su dignidad y relevancia, es ser agradecidos por lo que han hecho por nosotros. Se expresa en la obediencia, el cuidado y el apoyo, incluso cuando los hijos somos adultos.

La parentalidad en general y la maternidad en particular está bajo el ataque de fuego enemigo: el estado, la sociedad, los traficantes de personas y de drogas, los productos culturales, las leyes locales e internacionales. Todos quieren tomar la vida de tus hijos. Y es que, aunque, muchas mujeres fértiles hoy tienen una lista enorme de argumentos para no asumir la maternidad. Hubo tiempos en que no eran simples debates, sino crímenes de estado bien orquestados.

¡Ser madres siempre ha sido un llamado para mujeres valientes!

Hoy, además de los argumentos distractores, vivimos rodeados de depredadores. Vivimos rodeados de una feroz e insaciable manada de lobos. Pero, nosotros somos sus ovejas. Medita por un instante en esto, ¿si te unes en matrimonio con una chica y luego ella queda embarazada y nace un niño varón? Este bebé, según la orden del faraón, debería ser sacrificado en honor a la divinidad del río Nilo por algún egipcio que lo reclame.
El levita bien pudo llegar a conclusiones comodamente egoístas como: - ¿Creo que será mejor quedarme para siempre soltero en mi casa y no casarme? La vida de hoy es muy dura para formar una familia ¿Será que traer bebés al mundo es muy poco responsable? No hay garantías. ¿Los padres y madres hebreos a quienes les arrebatan sus hijos experimentan un fuerte trauma, lo podré superar? Pero, él y su esposa no se dejaron gobernar por el miedo.

Leamos Éxodo 2: Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.

El nombre de la madre de este niño fue Jocabed -significa Dios es glorioso- concibió un bebé y dio a luz a su bebé varón.  Ella desafió el decreto del faraón que ordenaba la muerte de todos los niños hebreos varones, arriesgando su propia vida y la de su familia para proteger a su hijo Moisés, demostrando un coraje excepcional en tiempos de gran peligro. Al ver a su bebé lo valoró como tob "bueno", no equivale a hermoso o bonito, dice bueno según la voluntad de Dios, así que ella lo escondió durante 3 meses (3 fases de luna nueva) donde nadie supo del bebé varón de la hebrea. Pero, ella no lo podía mantener a salvo para siempre y diseñó un plan muy arriesgado para asegurar la vida de su bebé. El momento más desgarrador fue colocar el arca en el Nilo. Un acto de fe inmenso, soltando el control inmediato y creyendo por un bien mayor, confiando en un plan más grande. Su poderosa fe en Dios la llevó a confiar plenamente en que Él tenía un propósito especial para su hijo; por esta fe, no solo escondió a Moisés durante tres meses, sino que también ideó y ejecutó un plan arriesgado para salvarlo, colocando al bebé en una canasta en el río Nilo y confiando en la providencia divina y desafiando a la muerte misma. Mostró una fe inquebrantable al renunciar a su hijo, entregándolo en manos de Dios y confiando en que su buen Dios lo cuidaría mejor que nadie, lo que permitió que Moisés sobreviviera y, más tarde, se convirtiera en el libertador de Israel; además, como madre de los levitas aprovechó el tiempo junto a él para fortalecer su fe y los valores de su pueblo.
Lo soltó de su alcance y cuidado, se fue de su control. Soltar y dejar ir sus viejas expectativas, soltar el control, vencer las dudas y la incertidumbre o incluso, se convirtió en modelo para las madres que con gran valentía han tenido que soltar a sus hijos para que cumplan su destino.

Esta acción de poner al bebé en una caja de juncos es un tipo de sepultura en el agua (Mikveh), el meter al niño -Moisés- dentro de la caja o arca. Yochaved construyó un arca pequeña -similar a la hecha por Noé- a escala para un solo niño. Al igual que el Padre bueno, soltó a su Hijo y lo sepultó en las aguas -lo bautizó- para así llegar al Palacio de la hija de faraón.

Muchas veces -como la mayoría de los hijos- nunca llegamos a conocer plenamente todas las batallas que nuestra madre ha librado para que nosotros avancemos como flechas en manos de arquero. Esas manos que nos cuidaron, y acariciaron, las manos que nos compartieron su calor, las manos que nos levantaron mil veces, las manos que se han lastimado y han cocinado para alimentarnos… Esas manos hoy nos demandan honra y honor.
¿Cómo es una cultura de honra? No es una simple norma social, sino un principio divino que proviene directamente del corazón de Dios para la humanidad. La cultura de honra es un diseño que bajó del cielo -directo de Dios- como fundamento para la vida familiar y social, con la promesa de bendición y prosperidad. Al honrar a los padres, los hijos participantes en el orden y el propósito divino para la humanidad, reflejando en la tierra el modelo del cielo. La cultura de honra refleja el modelo del cielo en la tierra: cuando las personas se honran mutuamente, empoderan a otros y viven bajo el gobierno de Dios, se manifiesta el Reino de Dios en la comunidad, tal como Jesús enseñó sobre el liderazgo servicial. Así, honrar a los demás no solo cumple un mandamiento, sino que crea un ambiente donde la vida, el destino y la presencia de Dios pueden florecer, cumpliendo el diseño celestial en la tierra.

Dios había enviado a Jesús, y Jesús lo sabía; y también sabía que regresaría para estar con Dios, pues Dios era su Padre y le había dado todo el poder. Por eso, mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó su manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana, y comenzó a enjuagar los pies de sus discípulos y a secárselos con la toalla. Juan 13: 3-5

El fiel complimiento de los mandamientos forman nuestra parte del pacto; son nuestra contraparte con el Reino de Dios. Y vivir conforme a estos permite que el pueblo de Israel demuestre la verdad de ese pacto, reciba las promesas de Dios y cumpla sus propósitos. Así, la obediencia a los mandamientos distingue al pueblo de Dios y manifiesta públicamente que Dios es su prioridad, estableciendo una cultura diferente basada en la revelación y sabiduría divina. Si una persona no es capaz de honrar y respetar a sus padres, obviamente, tampoco sabrá cómo honrar y respetar a Dios. Es por esto por lo que este mandamiento resulta ser fundamental para desarrollar una relación correcta tanto con nuestros padres como con Dios.

El mal uso del "Corbán"Jesús les dijo: —¿Y por qué ustedes desobedecen el mandamiento de Dios para obedecer sus propias costumbres? Porque Dios dijo: “Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre; la persona que maltrate a su padre o a su madre tendrá que morir.” »Pero ustedes dicen que uno no desobedece a Dios si le dice a sus padres: “No puedo ayudarlos, porque prometí darle a Dios todo lo que tengo, incluyendo mi dinero.” »Ustedes no hacen caso de los mandamientos de Dios, con tal de seguir sus propias costumbres. ¡Son unos hipócritas! Dios tenía razón cuando dijo por medio del profeta Isaías: “Este pueblo dice que me obedece, pero en verdad nunca piensa en mí. De nada sirve que ustedes me alaben, pues inventan reglas y luego las enseñan diciendo que yo las ordené.” Mateo 15: 3-9
Honrar a la madre implica acciones concretas: Interesarte por su bienestar, ayudarles en sus necesidades, pasar tiempo con ellos o interesarte por su vida. Estos actos, aunque sencillos, construyen puentes y demuestran respeto y amor en la práctica. Usar un tono de voz adecuado, evitar palabras hirientes, sarcasmo constante o gritos, incluso en momentos de desacuerdo. Decir "gracias" por las cosas grandes y pequeñas: una comida, un consejo, su tiempo, los sacrificios pasados y presentes. Ser específico a veces: "Mamá, gracias por ayudarme con..." o "Aprecio mucho que siempre estés ahí para escucharme". Reconocer sus emociones ("Entiendo que te sientas así", "Debe ser difícil para ti") en lugar de desestimarlas ("No es para tanto", "Tú estás exagerando"). Prestar atención genuina cuando habla, sin interrumpir constantemente, minimizar sus preocupaciones o mirar el teléfono. Valorar sus opiniones y consejos, aunque no siempre se sigan. Si tú eres un hijo muy afortunado que todavía disfruta de su mamá, ¿Qué más crees que puedes hacer para honrar a tu madre y mantenerte en el centro de la voluntad de Dios?

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