La frase que da título a esta publicación resulta ser un absurdo o bien, algo inextricable. Dios mismo les va a dar una señal: La joven está embarazada, y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel, es decir, “Dios con nosotros”. Pues bien, será el propio Señor quien les dará una señal: Veanla, la joven está embarazada y va a dar a luz un hijo, al que llamará Dios-con-nosotros.
לָ֠כֵן יִתֵּ֨ן אֲדֹנָ֥י ה֛וּא לָכֶ֖ם א֑וֹת הִנֵּ֣ה הָעַלְמָ֗ה הָרָה֙ וְיֹלֶ֣דֶת בֵּ֔ן וְקָרָ֥את שְׁמ֖וֹ עִמָּ֥נוּ אֵֽל׃ (Por tanto, dará Señor mismo para ustedes señal he aquí la virgen preñada y da a luz hijo y llamará su nombre Immanuél)
Por tanto, el Señor se dará a sí mismo como una señal: La joven virgen embarazada, tendrá un hijo, al que pondrá por nombre “Dios con nosotros”
La palabra utilizada originalmente para señal en hebreo es ot (אוֹת) y bien puede entenderse como señal o maravilla. En este caso es una señal que solo puede ser manifiesta por el poder del Señor nuestro Dios. Se trata de algo que parece ser un contraste o una contradicción en sí misma. Una doncella (betulá), es una mujer muy joven que es soltera. Cuando se le agrega que la mujer joven es además, todavía virgen, se entiende que ningún hombre varón ha mantenido relaciones de tipo sexual con ella se trata de una "almá". El hecho de que una joven mujer se encuentre embarazada y a su vez todavía conserve su virginidad (betulín), no resulta ser posible dentro del contexto humano. Pues se entiende que si ella está perfectamente embarazada, fue a razón de haber sostenido relaciones sexuales con un hombre, lo que indica con toda certeza que no se trata de una mujer todavía virgen. El anuncio del profeta resulta ser inextricable: Habrá una "doncella virgen preñada o embarazada" que va a tener un hijo muy pronto. Lo primero, que alguien piensa al escuchar este anuncio es que si una mujer ya está embarazada no es humanamente posible que todavía sea una doncella virgen (almá/halma). Se pudiera tratar de una (betulá) doncella o muchacha adolescente pero, que ya no es virgen, pues para lograr concebir un hijo su propia virginidad (betulím) desaparece. Se trata de algo que ningún hombre puede lograr, pero que Dios sí es capaz.
Im (עִם) es un vocablo hebreo que se entiende como "cercano a", "con", "contigo", o "conmigo". El otro vocablo que se menciona es el (אֵל) Dios poderoso. Así que ambos vocablos juntos hacen immanuél, y se puede entender como "El Dios todopoderoso con nosotros".
Para mantener -durante el periodo de su embarazo- su condición de joven doncella virgen, se va a requerir que la semilla masculina que pase a fecundar su óvulo no se valga del canal biológico normal y convencional. El único camino que nos queda es volver de regreso al origen de la vida en el ser humano: El Espíritu del Dios vivificante.
Dios, es un espíritu vivificante, en la tarde del sexto día en el jardín que Dios organizó con el polvo de la tierra hizo el cuerpo sin vida del primer humano, un instante después sopló en la nariz de este cuerpo y le compartió vida. ¿Acaso -Dios- creó un óvulo femenino maduro y un espermatozoide masculino maduro y luego de creados ambos, los unió? No. ¿Hubo embarazo de por medio? La operación para impartir vida al interior del cuerpo de la doncella virgen se valdrá del increíble poder sobrenatural de Dios. ¿Desde nuestra condición de seres humanos qué nos resulta más complicado de aceptar y adoptar dentro de la capacidad humana de observar y aprender? Si el Dios que otorga la vida, compartió vida y espíritu al ser humano el sexto día de la creación sobre un cuerpo completamente vacío. ¿Cuánto se le puede complicar el fecundar un óvulo vivo y sano dentro de una joven doncella en Israel? Nada, un poco o mucho.
Esta operación está -nuevamente- en las manos del Espíritu del Dios viviente. Su poder cubrirá a la joven mujer y fecundará su óvulo para que dentro de su vientre surja la vida de un nuevo Adán. Uno cuyo Padre es el Dios eterno, y cuya madre una joven descendiente de la casa del Rey David.
La Biblia dice que Dios hizo a Adán, y que Adán fue el primer hombre con vida. Pero Cristo, a quien podemos llamar el último Adán, es un espíritu que da vida. 1 corintios 15:45
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