¡Ven conmigo, yo soy la oveja de Belén! Hoy estamos recordando un evento que cambió la historia de la humanidad y puso a este mundo de cabeza. Vamos a experimentar cómo fue aquella noche cuando nació nuestro salvador y redentor: Jesús.
Me encuentro en una de las montañas cerca de Belén, este lugar a mi alrededor es silencioso y tranquilo, durante esta temporada del año suele haber pasto verde y tierno. Algo que a las ovejas nos parece un exquisito manjar. Aunque aquí en las noches pasan cosas fuera de lo común, ya te vas a enterar.
¿Qué pasó antes de la noche de la Navidad? Hace veintiún siglos atrás en la región de Judea, en el extremo oriental del Mar Mediterráneo. Durante el mandato del malvado rey Herodes primero el grande. Había una pareja de novios judíos que estaba en planes para casarse. Su boda ya tenía una fecha definida y habían avanzado mucho con los preparativos del compromiso. Así que, pronto habrá una linda boda.
¡Hola! Permíteme presentarte a los jóvenes novios José y a María. Él -José- tiene por oficio la carpintería y es también un constructor. Ella -María- es una chica campesina y colabora desde casa. Ambos son muy respetuosos de Dios, son judíos y al igual que sus antepasados y el resto de habitantes del Israel de esos años, esperan que se cumpla la promesa de un Mesías que vendrá para salvar a Israel y a establecer su reino sobre el territorio de Judea, un reino de israelitas sin la injerencia de reinos gentiles. Estos novios, vivían en una zona agrícola de Galilea, en la ciudad de Nazaret. Esto queda en la parte norte de Israel.
María, es muy joven. Desde niña ha crecido conociendo la Palabra de Dios, su nombre hebreo es Miriám. El nombre hebreo de su prometido es Yoséf. Ambos tenían un antepasado en común el rey David. Un día -como otro cualquiera- en que ella atendía diligentemente a sus responsabilidades en casa, pasó un evento… digamos que ¡Diferente! Ahora sí, ponte muy atento e imagina lo que estoy por contarte. María, recibió una visita no esperada que la maravilló y asombró.
Sin aviso previo, un mensajero que fue enviado desde la oficina del trono del Altísimo Dios hasta su ciudad le avisa que ella va a ser madre en pocos meses. Se trata de la segunda misión especial de ángel en seis meses. El ángel le dijo:
-¡María, Dios te ha bendecido de una manera muy especial! El Señor está contigo.
- ¿Perdón, señor mensajero, Usted me está saludando a mí?
-Sí María. “Tranqui”. No tengas miedo, porque Dios te ha dado un “mega privilegio”. Tú estás por quedar embarazada; y pronto serás mamá y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Dios es salvación o mejor solo dile Jesús. Este niño llegará a ser súper importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios lo hará rey, así como hizo con su antepasado David; Él gobernará a la nación de Israel para siempre, y su reinado no terminará nunca.
-Wow! Qué increíble. Explíqueme algo señor mensajero: ¿Cómo pasará esto? Es que aún no me he casado. Pero, ya casi.
¿Tú recuerdas cuando en la tarde del sexto día en el Jardín del Edén, Dios sopló su Espíritu Santo dentro de la nariz de Adán y surgió la vida dentro de él? Será una operación muy parecida. El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te va a cubrir con su poder. Por eso el niño vivirá completamente dedicado a Dios, y será llamado “Hijo de Dios”. ¿También recuerdas a la señora mayor, que es prima tuya y que vive allá cerca de Jerusalén? Tu prima Elisabeth también va a tener un hijo. Todos creían que ella nunca podría tener hijos, pero desde hace ya seis meses que está embarazada. Queda demostrado que para Dios, nada es imposible.
A diferencia de la reacción de Sara la esposa de Abraham, esta vez no hubo risas irónicas. Y diametralmente opuesto a Zacarías el sacerdote irreprensible, esta vez no hubo ninguna duda. La joven María le confirmó:
-Cueste lo que cueste, sin importar lo que suceda. Yo soy la humilde sierva y me someto al plan del Señor. Que se cumpla todo tal como me lo ha dicho el mensajero.
Solo unos pocos días después de esta visita inesperada, y apenas encontró la manera de salir, María viajó rápido desde Nazaret hasta las regiones montañosas de Judea un poco más al sur de su casa, al lugar donde vivía el sacerdote Zacarías y su esposa Elisabeth que es su prima. Al llegar hasta su casa, le saludó con enorme alegría.
- ¡Hola, buenas, buenas! ¿Cómo está la mamita más linda de todo Israel y sus alrededores? Ya me enteré que voy a ser tía.
Las palabras de su saludo fueron escuchadas por Elisabet y en ese mismo instante sintió como el bebé -Juan- que ya tenía seis meses de gestación dio un brinco.
- Ouch! Este niño se está moviendo un montón, qué inquieto que se ha puesto.
Justo en ese momento Elisabeth experimentó en su vida como es ser llena por la presencia del Espíritu de Dios. Elisabeth, recibió una revelación acerca de un hecho que solo María conocía aquí en la tierra, de la misma asombrosa manera en la que María supo acerca del bebé de Elisabeth su prima. Y le respondió el saludo con estas palabras:
- ¡María, Dios te ha bendecido más que a todas las demás mujeres! Y también ha bendecido al bebé que pronto vas a tener en brazos. ¿Por qué has venido a visitarme, tú que eres la madre de mi Señor? Tan pronto como empecé a oír tu saludo, mi bebé saltó de alegría dentro de mi panza. ¡María, Dios te ha bendecido porque confiaste en sus promesas!
En respuesta, María abrió sus labios y expresó lo que guardaba en su corazón por todos estos eventos sobrenaturales, tan maravillosos que ambas han estado viviendo:
- ¡Le agradezco a Dios con todo mi corazón, y estoy tan alegre porque él es mi Salvador! Dios tiene especial cuidado de mí, que solo soy su simple esclava. Desde ahora todos me dirán: “¡María, Dios te ha bendecido!” El Dios todopoderoso ha hecho grandes cosas conmigo. ¡Su nombre es Santo! Él nunca deja de amar a todos los que lo adoran. Dios actúa con poder y hace huir a los orgullosos. Quita a los poderosos de sus tronos, y da poder a los pobres. Da cosas buenas a los hambrientos, pero despide a los ricos con las manos vacías. Ayuda a los israelitas, sus servidores, y nunca deja de ser bondadoso con ellos. Así lo prometió a nuestros antepasados, a Abraham y a sus descendientes, para siempre.
Casi tres meses después. Nació el hijo de Elisabeth, la prima de María. Según la costumbre fue circuncidado al octavo día. No le pusieron el nombre de ninguno de sus abuelos o tíos como se acostumbraba entonces, se llamó Juan; en hebreo Yojanán. En obediencia lo que el ángel del trono de Dios les reveló a sus padres. El bebé de los sacerdotes Zacarías e Isabel, crecía maravillosamente. Y más adelante, pasaba mucho tiempo en los lugares solitarios y desolados de Israel.
Los ángeles trajeron nuevos mensajes a la tierra y dieron paz al corazón de José y de María. La boda de se realizó felizmente en su ciudad Nazaret una vez superados algunos vacíos de información y algunos chismes de vecindario. Cuando en ese otoño, se escuchó a un heraldo imperial anunciar una nueva base de datos para el pago de impuestos a Roma:
-¡Se abre la inscripción para el nuevo censo del Emperador romano! Por favor, acuda al lugar de nacimiento de sus abuelos entregue allí su información oficial actualizada para mantener sus impuestos al día y así evitar multas… Promoción válida hasta agotar existencias, alimentate bien come frutas y verduras.
Mientras tanto en Nazaret, José y María preparan su viaje para atender el empadronamiento ordenado en su territorio:
- ¡Vamos Mary! Será mejor que nos apuremos para llegar hasta Belén temprano, serán más de cinco días de viaje. Ya sabes que ambos somos de familia numerosa y Belén tiene pocas habitaciones de hotel y ya casi viene la fiesta de los tabernáculos.
- No tan rápido Joche, ya mi panza es de nueve meses. No queremos un parto inoportuno a mitad de la calzada.
Unos días después ya en la comunidad de Belén.
- ¡Mira Mary! ¡Me encontré un comedero de madera, lo limpie y le puse la última túnica limpia abajo para acostar al bebé Jesús! A falta de camita y habitación en el mesón.
-Wow! Parece mentira, que este pesebre tan sucio y chueco sea ahora el hogar de este perfecto Jesús. ¡Duérmete niño, duérmete ya…!
Muy cerca de allí, en las montañas de alrededor de Belén hay un campamento de pastores de ovejas. Ellos están cubriendo el turno de la noche y vigilan atentos el lugar. Algo rompió la calma en ese lugar. Se pueden escuchar los balidos de las ovejas sorprendidas en medio del frío de la noche. Adicionalmente, escuchamos a los asustados pastores:
-Miren allá ¿Ven lo mismo que yo veo?
-Y ese brillo tan potente… ¿Qué será?
¡Que mieeedo! ¡No espanten ustedes! ¡Quieeeetas ovejitas!
Frente a los asombrados pastores de pronto les apareció un mensajero del reino de los cielos. Les saludo y les pidió estar tranquilos y calmados:
-No tengan miedo. Les traigo una buena noticia que los dejará muy contentos: ¡Su Salvador, acaba de nacer en Belén! ¡Es el Mesías, el Señor! Lo reconocerán porque está durmiendo en un comedero de ganado y está envuelto en tiras de pañal.
Y como si se tratará de un majestuoso desfile militar de golpe el cielo se llenó de del brillo de multitudes de ángeles guerreros. Sus poderosas armas eran cantos. “En el trono más alto y sublime el rey recibe toda la honra, en la tierra habrá paz para los hombres con propósito”.
En un instante los ángeles regresaron al reino de los cielos y los pastores quedaron nuevamente solos. Se miraban a los ojos unos a otros y todos estaban llenos de preguntas.
- ¡Qué raro está todo esto!- Sí, mejor vamos, bajemos hasta Belén y validemos este mensaje que nos compartieron los ángeles.
- ¡Sí, vamos corriendo!
Una vez que llegaron hasta Belén, les contaron a todos lo que habían experimentado allá arriba en las montañas; los ángeles, los cantos, el anuncio del reino de los cielos, las luces brillantes, en fin. La mamá del bebé, ponía atención y guardaba todo en su corazón.
-Miren, es verdad todo lo que dijo el mensajero del cielo. Ahí está un bebé durmiendo en un comedero de ganado y está envuelto en pañales. Wow! Sí. Todo esto es increíble, es simplemente maravilloso.
Una vez que les contaron a todos en Belén lo que les había pasado en las montañas y en el pueblo. Siguieron -de regreso- su camino a las montañas para seguir cuidando las ovejas en la madrugada. Y le contaban maravillados a todos lo que experimentaron esa primera noche de la Natividad. Los verdaderos adoradores siempre tienen motivos para contar de lo que Dios hace en sus vidas. ¿Y tú, a quien le vas a contar que Jesús ya nació? Permite que toda la ciudad escuche tu testimonio y alabanzas a Dios.
¡Feliz Navidad! ¡Qué Jesús nazca hoy en tu corazón!
Comentarios
Publicar un comentario
Valoramos y agradecemos su comentario al Estudio bíblico semanal, su comentario es bienvenido y puede ser sujeto de eliminación en caso de no ser apropiado.