He luchado por obedecer a Dios en todo, y lo he logrado; he llegado a la meta, y en ningún momento he dejado de confiar en Dios. Sé que Dios es un juez justo y que, cuando juzgue a todos, me dará una corona como premio a mi obediencia. Y no sólo a mí me la dará, sino también a todos los que esperan con ansias su regreso. 2 Timoteo 4:7-8
Nuestra vida laboral suele estar formada por ciclos o temporadas; que tienen un tiempo inicial y uno de finalización. Llama la atención, que después de romper emocionalmente con las razones y pasiones que te mantenían unido a tu empleo o proyecto y luego de que has decidido salir a la búsqueda de un nuevo espacio para crecer en la próxima temporada de tu vida. De pronto, del área de "personal" del lugar que estás abandonando te invitan amablemente a una entrevista, o bien, a llenar o completar una breve encuesta de salida laboral. Se trata de un cuestionario que incluye la pregunta ¿Por qué razón o motivo estás abandonando esta empresa o institución? Suele pasar en la mayoría de los casos que ésta no se responde honestamente, a razón de que atrás quedan amigos y compañeros a quienes se respeta y se les siente algo de cariño. La respuesta suele ser más bien diplomática.
El día mismo en que entramos a este mundo a través de nuestro nacimiento, empezamos a formarnos en línea para el día de nuestra partida para responder al llamado de la voz de Dios. Imagina -por un momento- que al dejar tus labores en esta vida sobre la tierra, exactamente en el último minuto te llaman de la oficina de personal para responder a algunas preguntas:
¿Mueres confiando en Dios o mueres en tus pecados?
¿Tu relación previa con Dios posee tal calidad que vas en paz a reunirte con Él?
¿Te esforzaste por obedecer a Dios?
¿Fuiste ese "siervo inútil" que solo hizo aquello que se le pidió hacer?
¿Tienes la certeza total de ir en camino al paraíso con Jesús?
¿Finalmente, te gastaste haciendo cada día aquello que valoraste como correcto?
¿Dejas -todavía hoy- asuntos pendientes por resolver que son de importancia eterna?
¿Qué lección o moraleja dejas atrás para todos los que te conocieron?
Un día de estos, uno que no tiene fecha conocida para nosotros. Tú y yo nos iremos de este lugar en solamente un instante. Será después de un suspiro y tan rápido como un pestañeo. Aquí se quedarán un cuerpo frío y esta encuesta vacía.
El problema que veo en las "encuestas de salida laboral" es que al investigar cuando ya se ha roto totalmente el vínculo no queda nada más por hacer. Ese día mi cuerpo terrenal se va a separar del resto de mi. Estas preguntas se aplican -lamentablemente- muy tarde. Aquí es donde toma importancia responder honestamente a algunas de estas preguntas cuando todavía no llegamos al final. Cada día debo evaluar si me encuentro preparado para bajar en la estación de destino.
A un hombre, que se gastó amasando una enorme riqueza para garantizar su sustento más allá de la medida de lo suficiente, le pasó así. De pronto le llegó el aviso para bajarse del tren cuando hacía grandes planes acerca de su futuro sobre la tierra. No hizo un corte o la sumatoria diaria del total de sus recursos eternos. Este hombre enfocó su ambición secreta a reunir recursos para satisfacer sus necesidades básicas aquí en la tierra, como si nunca fuera a abandonarla. Planeaba hacer el mayor negocio de su vida, estaba a punto de alcanzar su mayor satisfacción empresarial cuando fue sorprendido por la muerte y todo ese esfuerzo se alejó de él. Y en un breve momento todo pasó a nuevas manos.
Y enseguida Jesús les puso este ejemplo: «Las tierras de un hombre muy rico habían dado una gran cosecha. Era tanto lo que se había recogido, que el rico no sabía dónde guardar los granos. Pero después de pensarlo dijo: “Ya sé lo que haré. Destruiré mis viejos graneros, y mandaré a construir unos mucho más grandes. Allí guardaré lo que he cosechado y todo lo que tengo. Después me diré: ¡Ya tienes suficiente para vivir muchos años! ¡Come, bebe, diviértete y disfruta de la vida lo más que puedas!” »Pero Dios le dijo: “¡Qué tonto eres! Esta misma noche vas a morir, y otros disfrutarán de todo esto que has guardado.” »Así les pasa a todos los que amontonan riquezas para sí mismos. Se creen muy ricos pero, en realidad, ante Dios son pobres.» Lucas 12: 16-21
¿Has tomado tiempo para verificar y meditar si posees lo único necesario para avanzar satisfecho a la última estación? No debemos ser engañados por la niebla de duda, ni por las nubes de confusión que a diario nublan nuestro destino. Luego de esto Jesús, añadió: Recuerden que la verdadera riqueza consiste en obedecerme de todo corazón. Lucas 12:34
Morir o partir de la tierra nos abre la entrada hacia otro lugar, un mundo diferente. Así como los esclavos que salieron de Egipto al desierto provocaron el nacimiento de Israel, así como el bebé que sale del vientre de la madre. Nuestro espíritu será perfeccionado, seremos plenamente consolados, estaremos en su presencia, cesará la enfermedad. En muchas oportunidades la Biblia se refiere a nuestro tiempo después de la muerte como dormir; los que duermen en Jesús o los que mueren en el Señor, es un símil, de morir esperando la promesa.
Pablo -el apóstol- reconoce que su tiempo aquí es limitado y que pronto va a partir. Se despide de su joven discípulo, y joven pastor de una congregación; Timoteo con estas palabras: Ya falta poco para que yo muera, y mi muerte será mi ofrenda a Dios. 2 Timoteo 4:6
¿Hay algo más después del instante en que morimos? Sí. La Biblia recoge de la boca de Jesús la historia de dos personas que cruzaron el umbral de muerte, pero que no llegaron al mismo escenario. Al terminar nuestro suspiro final, ocurre que se separan nuestro cuerpo, nuestra alma y nuestro espíritu. El cuerpo se queda aquí en la tierra, nuestro espíritu regresa a Dios y nuestra alma -siempre consiente y sensible- al seol en hebreo (שאול) sche'óhl. En el sche'óhl existen dos escenarios; uno que se conoce como el infierno, hadēs (ᾍδης) o gehenna (גי הנם) y otro que se conoce como el seno de Abraham o el paraíso. Se menciona -en esta historia real- que existen dos recintos posibles: »Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico, y lo enterraron. Cuando ya estaba en el infierno, donde sufría muchísimo, el que había sido rico vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él. Lucas 16:22-23
Lo que nos espera después de dar nuestro última exhalación aquí en la tierra es un escenario de eternidad. Nuestra corta vida aquí en la tierra define a cada uno de los dos escenarios inmediatos. Aquellos que desafortunadamente entren al hadēs después serán llevados ante un juez que luego de juzgar sus obras les va a enviar a otro lugar conocido como el lago de fuego por la eternidad. ¿Cómo puede cada humano seleccionar la opción de honor junto a Abraham; el padre de la fe? ¿Cómo escapar del escenario donde hay mucho sufrimiento y dolor; o gehenna? ¿A quién acudir para echar mano de vida eterna? Pablo sabe que por estar lavado con la sangre del cordero de Dios, que por haber dedicado su vida a obedecer los dichos de su boca llegará al juicio justificado por el rescate que pagó Jesús y recibirá una corona entre otras muchas cosas. Jesús lo explica con absoluta claridad: »Tú me diste autoridad y poder sobre todos los que viven en el mundo, para dar vida eterna a todos los seguidores que me has dado. Esta vida eterna la reciben cuando creen en ti y en mí; en ti, porque eres el único Dios verdadero, y en mí, porque soy el Mesías que tú enviaste al mundo. Juan 17:2-3
Jesús, se ha tomado muchos trabajos para favorecernos a ti y a mi. Se ha despojado de su divinidad para hacerse un hombre igual a nosotros. Se desarrolló como hombre, creció y se mantuvo como uno de nosotros. Inició y desarrolló un ministerio público itinerante, formó a varios grupos de seguidores y de discípulos, les enseñó, los encargó a su Padre. Murió por todos los humanos sobre la tierra para dar la oportunidad de llegar al Padre. Pagó el precio completo que nadie más podía pagar. Nos limpió y nos dio la posibilidad de alcanzar la redención. Resucitó de entre todos los que han muerto con gran poder y recuperó su puesto de autoridad junto al Padre. Nadie paga un precio tan alto por alguien que no vale nada si no es por amor. Todo lo hizo porque Jesús desea que pasemos juntos todo el tiempo que sigue después de esta vida. »Padre, los seguidores que tengo me los diste tú, y quiero que estén donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado, pues me has amado desde antes de que existiera el mundo.
Estar separados de Dios, lejos de Jesús -el camino, la verdad y la vida- es la muerte misma. No estar junto a Él en la vida eterna es como haber desperdiciado recursos o haber invertido mal nuestro corto tiempo aquí en la tierra. Es aquí donde se define y se decide nuestro destino en la eternidad. La semilla debe morir para que nazca la planta que dará buen fruto. Jesús murió para que nosotros seamos una cosecha abundante, con mucho buen fruto. Les digo la verdad, el grano de trigo, a menos que sea sembrado en la tierra y muera, queda solo. Sin embargo, su muerte producirá muchos granos nuevos, una abundante cosecha de nuevas vidas. Juan 12:24
Algunas preguntas para meditar juntos y compartir:
¿Hay algo más después de vivir en la tierra?
¿Estoy completamente preparado para morir hoy?
¿Hay oportunidad alguna para escoger mi destino?
¿Cómo asegurar que Jesús me lleve con Él eternamente?
¿Cuál es el método de Dios para la multiplicación?
Comentarios
Publicar un comentario
Valoramos y agradecemos su comentario al Estudio bíblico semanal, su comentario es bienvenido y puede ser sujeto de eliminación en caso de no ser apropiado.