¿Para qué necesita Dios una iglesia? ¿Qué hace la iglesia? Había una antigua y miserable granja con personas que vivían como esclavos en una zona rural muy distante de la ciudad. En su interior había una comunidad de personas viviendo en extrema pobreza, a pesar que la esclavitud había sido abolida hacía varios años atrás en México en 1810, en 1824 en nuestra región, y finalmente en 1865 en todos los Estados Unidos. Así que llamaba la atención que vivieran en esa condición a falta de buenas noticias.
Cuando Dios comenzó a crear el cielo y la tierra, la tierra no tenía forma, ni había en ella nada que tuviera vida. Las aguas estaban cubiertas por una gran oscuridad, pero sobre la superficie del agua se movía(aleteaba) el Espíritu de Dios. Génesis 1:1-2
El plan de Dios desde el inicio ha sido gobernar la tierra a través de la humanidad, juntos. En este proceso la humanidad será bendecida y prosperada.
A la humanidad se le confió la oportunidad de escoger entre el bien y el mal. En el jardín del Edén, la humanidad apostó todo lo que se le había entregado a ser igual a Dios, pero sin someterse a Dios. La apuesta de la humanidad era y es señorear sobre la tierra sin Dios, siendo así su propio dios y autoridad.
Este pensamiento gobierna a los hombres desde el Edén, dejar a Dios a un lado y crear un sistema de gobierno propio sin otro dios que los hombres, con una agenda humanista. Lo vimos nuevamente en las generaciones previo al diluvio global en los días de Noé. La agenda humanista estaba enfocada en la violencia, la contaminación genética y la práctica del ocultismo. Lo vimos nuevamente en la ciudad de Babilonia, bajo el mando de Nimrod.
Un buen día los ojos de Dios miraron a un hombre con potencial, Abraham. Pero Abraham debía sufrir un proceso de regeneración. A través de éste se construirá una larga línea de familias; que crecerá hasta ser un clan, y luego llegarán a ser una nación. De allí nacerá Israel.
El reino de las tinieblas no puede vencer al reino de la luz. |
Así que Dios se comprometió desde el inicio en sacar adelante este proyecto y elaboró un increíble plan para bendecir a todas las familias de la tierra. Esta nación será la encargada de mostrar el modelo de Dios, serán sus sacerdotes entre las demás naciones de la Tierra.
En Éxodo capítulos 19 y 20 se nos presenta una narración maravillosa de como el Dios perfecto y Santo se acerca a un pueblo imperfecto y pecador.
»Si ustedes obedecen mi pacto y cumplen con la parte que les toca, serán mi pueblo preferido entre todos los pueblos de la tierra. Toda la tierra me pertenece. Ustedes serán mis sacerdotes ante todo el mundo, y se apartarán de todo para servirme sólo a mí». Éxodo 19:5-6
La substancia de la luz y la obscuridad son términos estrictamente espirituales. No se trata solamente de la energía lumínica, ni del espectro electromagnético producido por fusión nuclear y que reacciona dentro de la capa de gases que nos rodea en la forma de la atmosfera para la tierra. En ese sentido, la creación del sol, luna y estrellas aparecerá un poco después.
Dijo entonces Dios:
«¡Quiero que haya luz!»
¡Y al instante hubo luz!
Génesis 1:3
Dos reinos. Las tinieblas, se utiliza también como un símbolo del desconocimiento, o de la ignorancia espiritual, descuido acerca de la verdad, confusión e incertidumbre. La conquista y gobierno del reino de la luz sobre el reino de las tinieblas nos plantea que estamos justo en guerra. Cada instante, cada generación de hombres de Dios es llamada a cuidar una región de la tierra, una zona y su jurisdicción. Algo así como gobernadores de una región. Si tú o yo o cualquiera no hace bien su parte el reino de las tinieblas avanzará. Yohanan (Juan) lo dice de una manera increíble en el poema que da inicio al Santo evangelio según Yohanan, justo al inicio:
De la Palabra nace la vida, y la Palabra, que es la vida, es también nuestra luz. La luz alumbra en la oscuridad, ¡y nada puede destruirla! Juan 1:4-5
Las personas que sin saberlo están bajo la autoridad del reino de las tinieblas, son prisioneros. Están allí cautivos, viven bajo un sistema de esclavitud de por vida y sin la oportunidad de poder rescatarse a sí mismos. No poseen los recursos suficientes para alcanzar por si mismos su propia redención. De allí que todos los humanos necesitamos de un Salvador, uno que nos redima de nuestra deuda eterna, uno que sea tan rico como para dar el pago completo por nuestra libertad.
Dios nos rescató de la oscuridad en que vivíamos, y nos llevó al reino de su amado Hijo, quien por su muerte nos salvó y perdonó nuestros pecados. Colosenses 1:13-14
Jesús, es nuestro Salvador, es también nuestro rescate, es quien nos redime, es Él que construyó el puente, quien tendió la escalera, Él es nuestro único acceso y camino. La buena noticia es que somos parte del equipo vencedor.
No conocer a Dios es como vivir en la oscuridad, y antes ustedes vivían así, pues no lo conocían. Pero ahora ya lo conocen, y han pasado a la luz; vivan entonces como corresponde a quienes conocen a Dios, pues su Espíritu nos hace actuar con bondad, justicia y verdad. Efesios 5:5-8
Jesús nos enseñó que solo Dios es bueno, que Dios es juez justo, y que el mismo es el camino, la verdad y la vida, y nos permite aplicar su reino -bondad, justicia y verdad- en la tierra así como en el cielo. La guerra espiritual que se está librando ahora mismo en nuestro territorio es básicamente ir a rescatar y liberar a los prisioneros que están allí cautivos. Acostumbrados a vivir como esclavos y producir nuevos esclavos.
Este ciclo se puede interrumpir de existir testigos, alguien que vaya y les diga que Dios ya pagó el precio de su redención, y que ahora son personas libres de sus culpas y de condenación eterna.
Pero ¿Cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? Romanos 10:14
En una oportunidad un profeta fue invitado al cielo, allí se sumó como testigo ante una gran concurrencia. Los que participaban de esa reunión en el cielo se preguntaban quién sería la persona idónea y correcta para ser el mensajero que informaría a los prisioneros del reino de las tinieblas acerca del plan maravilloso de Dios. Después oí que el Señor preguntaba: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?». —Aquí estoy yo—le dije—. Envíame a mí. Isaías 6:8
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