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Recibir: hackear la escasez

¿Eres de las personas que aman recibir regalos? Yo también. Pero, a veces recibir regalos no resulta tan simple para nuestro corazón. Los creyentes en Jesús disponemos de alternativas y opciones. Hay dos sistemas para lograr atender y satisfacer nuestras necesidades. Un sistema en base a méritos y esfuerzo, la mayoría preferimos este donde se trabaja muy duro para lograr el éxito y recibir reconocimiento por mis logros propios como Jacob. Hay otro sistema, uno que se basa en una sana relación con un gran proveedor de recursos abundantes. Este consiste en transformar un corazón altivo en uno humilde, uno que conoce muy bien que no merece nada, y que es incapaz de garantizar su propia autonomía. Pero que si te dejas amar por esta persona lo puedes recibir de la mano de tu Padre, como Isaac.

Recibir y no sentirme ofendido.

En mi calidad de hijo adoptivo de Dios hay gozo disponible para mi, Dios ha dispuesto plenitud y gozo para cada uno. ¿Pero no siempre disfrutamos la vida abundante que ya está disponible?  Hoy vamos a hackear ese error de creer que debo sentir culpa hasta por no sentir culpabilidad. Vamos a vivir c
ada día como si fueran unas vacaciones en crucero con todo pagado y todo incluido, en el sentido de no estar siempre preocupados por lo que vendrá más adelante, por el contrario disfrutar desde ya lo que vendrá.

Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente. Juan 10:10

Ya habrás notado que no siempre nuestra vida manifiesta esta plenitud y este gozo. Parece ser que hay algo por allí que los bloquea. Aprendamos a echar mano del gozo y de la plenitud que Dios ya tiene dispuesta para mi. Podemos -ahora mismo- vivir disfrutando de ese gozo y esa abundancia. Un pensamiento recurrente que surge en nuestro corazón es sentirme indigno, no merecedor de todo, no soy tan especial, esto de la abundancia y la plenitud normalmente no me pasa, creo que solo es para unos pocos allá afuera.

Hasta ahora ustedes no han pedido nada en mi nombre. Háganlo, y Dios les dará lo que pidan; así serán completamente felices. Juan 16:24

En el capitulo 9 de Juan, Jesús un día se encontró a un chico que era ciego desde su nacimiento. El ciego tuvo un encuentro con Jesús. Su testimonio era absolutamente honesto. -Fue tan rápido, miren paso así... -Todo lo que yo sé, es que antes estaba ciego y ahora veo. Luego de investigar muy bien -los fariseos- descubrieron que ese milagro era real. Pero, decidieron no creer. ¿Y tú quieres creer hoy, quieres recibir hoy?

Hay que aprender a creer y aprender a recibir de parte de Dios. Eso es entrar en el reposo de Dios. La inseguridad en el mañana nos hace ver fantasmas, nos hace imaginar complots alrededor de nosotros, y vivir preocupados por cosas que nunca van a pasar, bajo un constante miedo. El temor nos lleva a imaginar un futuro lleno de cosas malas. Pero si te lo propones también puedes invertir el escenario, ya no visualices dramas, pon tu atención en cosas positivas; prosperidad, salud, dicha, gozo, emprendimientos, etc.

Acceso a grandes tesoros y ninguno es merecido.

El hecho de que yo no merezca el favor de Dios lo hace todavía más increíble. Si luego de hablar, pedir y abrir tu corazón a Dios, si después de confesar mis errores y fallas, si una vez que ya pedí todo, puedo también dar espacio para esperar y recibir el perdón, recibir la misericordia de Dios, y disfrutar de esta nueva oportunidad. Es mucho más complicado que yo reciba algo maravilloso de parte de Dios por mis méritos personales. Entonces ¿Dónde queda la humildad con la que Dios me acepta y recibe? En el sistema de recibir de Dios no existe tal cosa como mis objetivos ya están cumplidos y ahora tienes derecho a más dones, más talentos, más misericordia, más amor, más perdón, etc. En lo absoluto no es así. Nadie se merece nada de parte Dios, todo lo que recibido es por su buena voluntad y su gracia infinita hacia mi. Honestamente, será mejor para cada uno aprender humildad para luego aprender a recibir. Jesús trata a sus discípulos con misericordia.

Un sábado, Jesús y sus discípulos caminaban por un campo sembrado de trigo. Los discípulos comenzaron a arrancar espigas y a frotarlas entre las manos, para sacar el trigo y comérselo. Los fariseos vieron a los discípulos hacer esto, y dijeron: —¿Por qué desobedecen la ley? ¡Está prohibido hacer eso en el día de descanso! Jesús les respondió: —¿No han leído ustedes en la Biblia lo que hizo el rey David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? David entró en la casa de Dios, tomó el pan sagrado, que sólo los sacerdotes tenían permiso de comer, y se lo comieron él y sus compañeros. Yo, el Hijo del hombre, soy quien decide lo que puede hacerse, y lo que no puede hacerse, en el día de descanso. Lucas 6:1-5

¿Cómo funciona la misericordia para mi? La mente del acusador y del religioso legalista no puede ver este espacio para la misericordia, solamente observa la falta. Dios no te va a retener su favor ni su virtud a causa de tu record de los últimos 7 días, o del último mes, Él lo hará movido por su enorme amor y su gran misericordia y por ser extremadamente bueno. ¿Dónde está el mayor peligro? La idea de verte a ti mismo como culpable es el fruto de la falta de perdón; no has permitido al perdón hacer su obra en tu corazón, tú necesitas recibir el perdón de Dios ya mismo y disfrutar de una nueva oportunidad; entiéndase misericordia. Se trata de nuestro Padre, ante nuestra urgente solicitud primero va a actuar en tu ayuda y te dará toda su cobertura, en otro momento Dios tratará con tus problemas de fidelidad y de obediencia. Pero cuando se trata de enfrentar una necesidad urgente Dios se dará prisa en escuchar y responder. Tal y como lo haría cualquier padre de la tierra.

Sentimos vergüenza y culpabilidad por nuestras faltas.

Es muy frecuente que adoptemos una visión errónea acerca de nuestra relación con Dios, una en la que nos auto descalificamos si nuestra santidad no es perfecta (en mi propio standard). ¿Cómo puedo avanzar desde este punto? Si abro mi corazón a mi abogado y le cuento mis errores y desaciertos, seré escuchado. Allí descubrimos que yo sí tengo acceso a su suficiente misericordia, una que se renueva cada mañana. Tengo acceso a todo su suficiente perdón, tengo acceso a todo su increíble amor. No me dará sólo una pequeña parte. Cada día tengo acceso a todo en una medida abundante y plena. Si entiendes esto, podrás disfrutar de una relación de hijo y Padre. Entonces podrás hablar, pedir y llamarle pues a Él esto no le molesta y ni le incomoda. No es una relación "en base a mis propios méritos", los que de antemano sabemos muy bien que no existen, los únicos méritos que disponemos no son nuestros. Aprende a disfrutar de la presencia de Dios llena de gozo. No sientas que tu relación con Dios solamente está en hacer, cumplir deberes, y completar tareas (como el hijo mayor de la parábola del hijo prodigo). Aprovecha su presencia, disfruta tu acceso, y sentir que estás en buena compañía. Esta idea de que es a través de mis méritos ha arruinado muchas relaciones de Padre e hijo. Aprendamos algo de una buena vez; Dios no vive enojado en contra tuya, baja la guardia y aprende a ser amado, déjate querer y amar por tu Padre del cielo, recibe su perdón, no te niegues a ti mismo esta nueva oportunidad.

Si alguno de ustedes no tiene sabiduría, pídasela a Dios. Él se la da a todos en abundancia, sin echarles nada en cara. Santiago 1:5

Si entender su misericordia todavía no te queda del todo claro, puedes pedir sabiduría, una capacidad de entendimiento, que se te muestre y te sea revelada. Que tu mente crezca y se renueve. Salte un momento de tu tienda, vete afuera de tu casa por la noche y empieza a contar todas las estrellas, vete al mar y cuenta todos los granos de arena. Debes entender que Dios trabaja en otra escala mucho mayor que la escala de escasez, más allá de la escala de pobreza, más allá de la escala de la extrema miseria. Todo lo que Dios te entrega te lo da al máximo, no en pequeñas porciones, no en mínimas raciones para que quede otro poco para mañana. Dios te da plenamente.

Misericordia recargándose cada mañana para mi.
Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad.
Lamentaciones 3:23

Recargados de nuevas oportunidades. La misericordia nos es dada en tal abundancia y plenitud, que ésta se renueva para nosotros cada mañana. Esta medida es proporcional a nuestra propia maldad, todavía nos vamos a equivocar muchas veces más; aunque éste no sea ya nuestro deseo. Dios ya lo sabe, Él sabe muy bien que hoy nos vamos a equivocar tantas veces que acabaremos con toda la misericordia disponible para este día, será tanto que mañana vamos a necesitar de una nueva medida completa de misericordia. Hoy no somos muy diferentes -en santidad- a la calidad espiritual que teníamos aquel maravilloso día que nos encontró Jesús y le recibimos como nuestro "suficiente" salvador. Ese día como ya no podíamos más con la carga de nosotros mismos, entonces nos rendimos a Él. Recibimos su oferta de salvación, recibimos como valido su sacrificio voluntario, recibimos su perdón, recibimos una vida nueva. 

Otra parte que nos cuesta muchos trabajos entender es acerca de la bondad de Dios. No tenemos que saberlo todo. Honestamente yo no puedo saberlo todo, basta con saber que tengo a un Dios bueno que sí lo sabe todo y que sí lo puede todo. ¿Esperas cosas buenas en tu futuro? Vivir expectante es vivir con la esperanza de que algo increíblemente bueno nos viene al encuentro más adelante, eso es "esperar". ¿Recuerdas a Gedeón? Tú puedes ir al campo de batalla, y allí tomar tu posición, y alabar a Dios por todas esas nuevas oportunidades; Dios me ha dado hoy una nueva oportunidad, Dios mañana me dará otra nueva oportunidad, y después de mañana también me dará otra nueva oportunidad. Ahora saca tu cámara y observar a tu Dios como Él pelea por ti. Vivir expectante es saber que Dios hará algo increíblemente bueno por ti. Como producto de tu alabanza el enemigo será confundido y será vencido. Dios está muy ocupado trabajando a tu favor peleando las batallas y resolviendo tus asuntos.

La palabra "recibir" en sí misma es una invitación. Se trata de asumir una posición, se trata de adoptar y actuar en función de ser llenado y la fe para tomar aquello que se te está ofreciendo. El favor, trata de recibir un trato que supera tus mejores expectativas; es como que de pronto te ofrezcan la mejor mesa en el restaurante, o como que te ofrezcan un descuento especial que solo aplica por hoy y tú ni lo sabías. Cuando tú descubres que existen esos descuentos -el favor- llegarás al restaurante de comida rápida y lo primero que harás será preguntar al chico de mostrador qué oferta especial tienen disponible para hoy. Eso exactamente es aprender a recibir. Saber que hay algo a tu favor que está disponible aquí y ahora, y tomarlo. La gracia; es gratuita e inmerecida es la mano que nos provee, mientras que la fe es la mano de aquel que recibe alegre. ¿Dios que favor inmerecido tienes para hoy?

Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló. La salvación de ustedes no es el resultado de sus propios esfuerzos. Por eso nadie puede sentirse orgulloso. Efesios 2:8-9

Nuestra fe no compra nada. No tenemos ni el mérito por nuestra fe, esta fe también nos fue donada por Dios. La salvación por gracia está disponible para personas como tú y yo, sin ninguna oportunidad de ayudarse a sí mismas, personas carentes de capacidad y calidad espiritual para resolver sus asuntos ante Dios. Quien lo hizo todo esto posible fue Dios, Él fue quien dio a su único Hijo para morir en una cruz por gente como tú y yo. El hecho de entrar en el reposo de Dios es una idea difícil de adoptar para una mente con formato de esclavo y de idolatra. Todo esto nos exige renovar nuestra mentalidad.

No podemos dar lo que nunca hemos recibido. Si tú no eres capaz de recibir de gracia, tampoco sabrás compartir de gracia. Es solo cuando decides recibir y tomar es cuando sabes de que  se trata ser beneficiado con un tesoro inmerecido. Por eso, amar a tu enemigo le es confusión para él. El amor es fuego consumidor, que vence todo. Los creyentes suelen creer que pueden cambiar los defectos de su corazón. Después de años de aparentar -en la forma- superficialmente ser buenos y vivir religiosamente, descubrimos que nosotros no tenemos el poder de hacer los cambios suficientes en nosotros. A menos que Dios te cambie y transforme, no verás cambios profundos en ti, solo serán externos. El cambio radical también es algo que se recibe de parte de Dios. Sorprende saber que el cambio tampoco lo hago yo, es Dios quien obra los cambios más integrales y radicales de raíz en el corazón de cada uno. Es allí -justo en ese punto- que se recibe la transformación que siempre hemos anhelado y deseado; un corazón nuevo.

David y Jonatán eran amigos y establecieron un pacto más allá de los limites de su vida sobre la tierra. De este pacto surgió el hecho de que David deseó mostrar bondad. Siba miraba con menosprecio el hecho que el hijo de Jonatán era un invalido de ambos pies (igual que tú y yo hoy). Pero, a pesar de esta acusación de Siba hacia Mefi-bóset (aquel que esparce vergüenza), David mostró su bondad y su misericordia. El rey se compromete personalmente a restaurar todo lo que había sido quitado. Vale destacar que la capacidad de avanzar por si mismo era la misma, él no podía caminar solo.

Un día, David les preguntó a sus asistentes y consejeros: «¿Vive todavía algún familiar de Saúl, a quien yo pueda ayudar en memoria de Jonatán?» Entonces llamaron a Sibá, que había estado al servicio de Saúl. Cuando Sibá llegó a la presencia de David, éste le dijo: —¿Eres tú Sibá? Y él respondió: —Para servir a Su Majestad. Y el rey David le preguntó: —¿Vive todavía algún familiar de Saúl? Dios ha puesto en mi corazón un gran deseo de ayudarlo. Sibá le contestó: —Aún vive un hijo de Jonatán, que no puede caminar. Se llama Mefi-bóset. David le peguntó dónde estaba, y Sibá le respondió: —Vive en Lodebar, en la casa de Maquir hijo de Amiel. El rey mandó traer a Mefi-bóset, y cuando Mefi-bóset llegó al palacio, se inclinó delante de David en señal de respeto. Entonces David exclamó: —¡Mefi-bóset! —¡Para servir a Su Majestad! —respondió. David le dijo: —No tengas miedo, en memoria de tu padre Jonatán, voy a cuidar de ti. Voy a devolverte todas las tierras de tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante comerás en mi mesa. Mefi-bóset volvió a inclinarse delante de David, y dijo: —¿A qué se debe que Su Majestad me trate así? ¡Un perro muerto y yo somos la misma cosa! Entonces el rey llamó a Sibá y le dijo: —Todo lo que antes fue de Saúl y de su familia, voy a dárselo a Mefi-bóset. Quiero que tú y tus hijos y sirvientes trabajen la tierra de Mefi-bóset, y le den todo lo que cosechen, para que nunca le falte comida. Aunque de todos modos él siempre comerá en mi mesa. Como Sibá tenía quince hijos y veinte sirvientes, le dijo al rey: —Yo estoy para servir a Su Majestad, así que haré todo lo que usted ordene. Y desde ese momento Sibá y todos sus familiares quedaron al servicio de Mefi-bóset y de su hijo Micaías. Como Mefi-bóset no podía caminar, se quedó a vivir en Jerusalén, y siempre comía en la mesa de David, como uno más de sus hijos.2 Samuel 9:1-13

La persona que recibe. Vamos despacio en esta parte, el problema de la bondad infinita, el problema de la gracia maravillosa, el problema de la misericordia abundante y renovada no está en proveerlas y disponerlas para compartirlas con alguien más. El problema en el terreno práctico está en el corazón de aquel que las debe recibir; tú y yo. La culpabilidad, la falta de perdón, el rencor, han hecho tanto daño que nos ha deformado -las piernas espirituales- al punto de vernos a nosotros mismos como que estoy detrás del último de la fila. Al punto de desarrollar una auto imagen tan retorcida y tan deforme acerca de mi mismo que no podemos simplemente ser humildes receptores y ya. A pesar de la buena voluntad y la oferta del cielo, nos seguimos viendo frente al espejo como una persona indigna. En nuestro corazón pensamos que somos muy poca cosa y así  asumimos que Dios piensa acerca de mi. Pero no hay nada más falso que esto. Hasta llegamos a creer que yo nunca estaré listo para ser recibido por Dios, eso también es por misericordia. A pesar de su imperfección Mefi-bóset comió -cada día- en la mesa del rey junto a sus hijos, Dios no espera que llegues a Él autosuficiente, perfecto y valiéndote por ti mismo, Él te recibe justo así invalido como estás. Así de enorme es su bondad. Debemos aprender que Dios es suficiente para mi.

Sólo Dios hace cambios profundos en nuestro corazón, más allá de la apariencia.
¿Puedes confesar ahora mismo? ¿Quieres hacer una declaración poderosa? Dios bueno yo recibo tu bondad, yo recibo tu misericordia, yo recibo tu gracia, yo hoy recibo humildemente todo lo que Tú deseas para mi. Lo recibo simplemente. Por que sé bien que no me lo merezco te doy las gracias buen Dios.

Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. Romanos 8:32

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