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El Rey del reino de los cielos

El Padre del cielo, va a establecer su dominio en la tierra, habrá una reconquista. Para que su reino avance, nos enviará -inicialmente- a un Rey a revelar y anunciar. Este mensajero enviado goza de su completa y total confianza, posee toda la autoridad en la tierra y en el cielo. Pero, va a reinar en obediencia y en apego absoluto a la Ley de Moisés, nada quedará sin cumplirse. Este Rey que envía el cielo hasta la tierra tiene mayor autoridad jerárquica que las instrucciones acerca del día de reposo, y también es mayor al sistema de sacerdotes de Aarón, y es mayor a la Ley. De hecho, Él es la piedra angular de todo lo anterior.

El evangelio; buenas nuevas, buenas noticias o el mensaje feliz proviene del griego εὐαγγέλιον. El enviado (Rey) trae en su interior algo que se le ha dado (un mensaje) que se irá revelando a través de su ministerio público en la tierra, uno que va a iniciar cuando este llegue a sus 30 años de edad y de inicio su ministerio público,

Jesús les dijo: Son muchos los que necesitan entrar en el reino de Dios, pero son muy pocos los que hay para anunciar las buenas noticias. Por eso, pídanle a Dios que envíe más seguidores míos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente. Lucas 10:2

Este Rey viene a organizar el tiempo de la cosecha, esto significa que el tiempo de la siembra y del crecimiento ya se ha cumplido, la buena semilla ha sido esparcida y sembrada en los campos alrededor de todo el mundo y ha estado creciendo. Ahora mismo, lo que se demanda para esta última temporada es muchas manos que caminen por el campo y que recojan los frutos de la cosecha para su Señor.

El trabajo, la labor del ministerio público de Jesús, sirve para establecer al menos tres aspectos: Romper los límites o las barreras del sistema religioso judío, declarar su autoridad para sanar y salvar, y un especial enfoque por los que están afuera del sistema religioso, los más alejados y distantes que están esparcidos.

Desde entonces, Jesús comenzó a decirles a todos: «Vuélvanse a Dios, porque su reino se va a establecer aquí».
Mateo 4:16

Rompiendo las barreras religiosas. Veamos como nos lo explica el escritor del evangelio de Mateo: De pronto, un hombre que tenía lepra se acercó a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo: —Señor, yo sé que tú puedes sanarme¿Quieres hacerlo? Mateo 8:2

Al escucharlo, las tripas de Jesús -saltaron- se movieron, y él extendió su brazo y "le tocó" con su mano. Le habló: -Sí, quiero, ahora eres limpioSigue estás instrucciones de la ley de Moisés: Ve al templo, busca al sacerdote, que este te certifique que ya estás sano. Pero, no le expliques a nadie lo que he hecho. Jesús cumple la ley de Moisés y le abre la puerta a quienes están fuera para que sean incluidos o injertados. Por ser víctima de la lepra, por estar enfermo, este hombre vivía excluido del sistema religioso, sin derecho a visitar el templo ni a participar de sus celebraciones.
Los que estudian los originales de las escrituras del canon bíblico asumen que el evangelio de Marcos -fue redactado por Juan Marcos- y que este le fue narrado por -Simón- Pedro; testigo presencial de estas cosas. Jesús expone como es el reino de los cielos. Jesús mismo es "aquel que fue enviado". Pedro, descubre que Jesús tiene el poder para sanar, el poder para perdonar pecados, y que convivía en medio de hombres pecadores sin contaminarse. Este es el tiempo, ya se cumplió todo (temporada) el reino de Dios se acercó a esta generación. Pedro posiblemente no terminaba de comprender como podría existir un reino sin soldados, ni ejércitos. Tal vez se hacía la pregunta: ¿Será que sí se van o se quedan estos romanos? 
Mientras Jesús les hacía la invitación: Confíen en la nueva noticia (el reino de los cielos vino), y regresen al camino de Dios.
Jesús es el rey. Él está en la tierra y con él vino su reino.

Declara su autoridad para sanar el cuerpo y perdonar pecados. Jesús ha sido invitado para compartir su mensaje a un grupo de vecinos y amigos de Pedro en una casa en Capernaun. La casa se llenó, tanto que era imposible entrar por su puerta. Unos vecinos que llegaron un poco tarde se subieron al techo y lo rompieron, utilizaron unas cuerdas y una camilla y bajaron a un minusválido ante Jesús. La confianza de sus amigos movió a Jesús a declarar su Salvación. Al ver que rompieron ese techo y dañaron el edificio, Pedro se moría de vergüenza en ese momento.

Después de varios días, Jesús regresó al pueblo de Cafarnaúm. Apenas se supo que Jesús estaba en casa, mucha gente fue a verlo. Era tanta la gente que ya no cabía nadie más frente a la entrada. Entonces Jesús comenzó a anunciarles las buenas noticias. De pronto, llegaron a la casa cuatro personas. Llevaban en una camilla a un hombre que nunca había podido caminar. Como había tanta gente, subieron al techo y abrieron un agujero. Por allí bajaron al enfermo en la camilla donde estaba acostado. Cuando Jesús vio la gran confianza que aquellos hombres tenían en él, le dijo al paralítico: «Amigo, te perdono tus pecados.» Al oír lo que Jesús le dijo al paralítico, unos maestros de la Ley que allí estaban pensaron: «¿Cómo se atreve este a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Solo Dios puede perdonar pecados.»
Al oír lo que Jesús le dijo al paralítico, unos maestros de la Ley que allí estaban pensaron: «¿Cómo se atreve este a hablar así? ¡Lo que dice es una ofensa contra Dios! Solo Dios puede perdonar pecados.» Pero Jesús se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les dijo: «¿Por qué piensan así? Díganme, ¿qué es más fácil? ¿Perdonar a este enfermo, o sanarlo? Pues voy a demostrarles que yo, el Hijo del hombre, tengo autoridad aquí en la tierra para perdonar pecados.» Entonces le dijo al que no podía caminar: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»

Él sana el cuerpo, Él sana tu alma del pecado por igual. Jesús declara que el enviado (el Mesías) tiene autoridad aquí en la tierra para sanar y salvar de forma integral.

Después de esto, Jesús fue otra vez a la orilla del Lago de Galilea. Mucha gente se reunió a su alrededor, y él se puso a enseñarles. Luego, mientras caminaban, Jesús vio a Mateo, hijo de Alfeo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó enseguida y lo siguió. Marcos 2:13-14

Su especial atención en los que están lejos de Dios. Leví (Mateo) el hijo de Alfeo aquel que cobra impuestos para los romanos, es un publicano. Él es abiertamente odiado por todos en su comunidad judía por abusar de su autoridad y cobrar demás. De pronto, Leví siente la mirada de Dios puesta sobre él y no tiene ni tiempo de pedir perdón, Leví está en medio de su charco de abusos y corrupción, tiene la mesa llena de monedas manchadas de sobornos y maldad, ese dinero representa su tesoro en la tierra. Jesús le da una nueva oportunidad:
-¡Sígueme! 
Jesús llama al más pícaro de los corruptos. Inmediatamente -Leví- dejó todo atrás y siguió a Jesús. Leví tomó su única oportunidad de dejar atrás ese malvado estilo de vida que le mantenía marginado aún entre los de su propia casa. 
Usted y yo somos llamados hoy a llevar el reino de Dios a cada casa, a cada persona en nuestra generación. Ahora mismo, Dios le mira fijamente y le hace la consulta ¿A quién voy a enviar?

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