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David, pastor y Rey de Israel. דָּוִד

¡aún no había vivido un solo día,
cuando tú ya habías decidido
cuánto tiempo viviría!
Salmos 139:16

David, (hebreo:דָּוִד) es un nombre hebreo que significa "el amado o el querido". David es un descendiente de la décima generación de Judá, el cuarto hijo del patriarca Jacob. Nació en la ciudad de Belén durante el año 1040 A.C. y reinó entre los años 1010 y 1003 A.C. en Judá, y luego entre este último año y el año 97 reinó en Israel hasta su muerte.
David fue hijo de un efrateo de la casa de Belén de (la tribu de) Judá, que se llamó Jesé y que fue padre de ocho hijos, cuatro de ellos -Eliab, Abinadab, Sama y David- fueron con Saúl a la guerra. David fue el menor de sus hermanos. De adulto, David tuvo ocho esposas, entre ellas; Mical, Betsabé y Abigaíl, y varias otras concubinas. Así llegó a ser padre de Amnón, Absalón, Adonías y Salomón y su hija Tamar.
Escoger sabiamente entre muchas opciones buenas.
El juez y profeta Samuel tiene su corazón roto, pues Saúl ha sido descalificado por Dios como el rey que necesita Israel; su carácter, su fidelidad fluctuante, su obediencia selectiva le han pasado factura. Samuel con mucho pesar, y además con temor recibe una misión temeraria. Debe seleccionar a la persona que va a ocupar el trono del reino, sin levantar sospechas de traición en Saúl.

Dios le dijo a Samuel: —¿Hasta cuándo vas a estar triste por Saúl? Yo lo he rechazado, así que ya no será rey. Mejor ve a Belén, donde vive Jesé. Ya he elegido a uno de sus hijos para que sea rey de Israel. Lleva aceite contigo y derrámaselo en la cabeza como símbolo de mi elección. I Samuel 16:1

Un buen día, Dios le pide a su profeta Samuel que viaje desde Jerusalén hasta Belén, que se acerque a la casa de Jesé, dentro de los hijos de esta casa hay uno que sí agrada a Dios, y que al llegar el tiempo correcto, él será el nuevo rey sobre Israel.

Pero Samuel le dijo: —Dios mío, si Saúl llega a saberlo, me va a matar. ¿Cómo se lo voy a ocultar? I Samuel 16:2

Samuel, no conoce a los hijos de Jesé, ni sabe cuantos hijos tiene. En su prisa desconoce muchos detalles. La costumbre de esos días era que el hijo mayor atendía las asignaciones de mayor honra, mientras los más jóvenes atienden las asignaciones menos visibles. Así que el más pequeño de los hermanos realiza las tareas que todos los demás tienen como de menor importancia y valor.
Las instrucciones para Samuel son éstas:

Dios le dijo: —Llévate una vaquita y dile que vas a presentarme una ofrenda. Pídele a Jesé que te acompañe. Cuando yo te diga a cuál de sus hijos he elegido como rey, tú le pondrás aceite en la cabeza. I Samuel 16:3

Aun, y con el pesar de su corazón Samuel obedeció. Hizo todo lo que Dios le pidió. Su llegada a Belén no fue motivo de mucha alegría al recibir a tan destacado visitante, más bien fue todo lo contrario, hubo mucha tensión, las personas de Belén se llenaron de temor al entender que si el rey Saúl se enteraba la gente de Belén la iba a pasar muy mal. Samuel les hablo y les calmó con  estas palabras: —Todo está bien. No pasa nada. Sólo vine a presentarle a Dios esta ofrenda. Prepárense y vengan conmigo al culto. Samuel mismo preparó a Jesé y a sus hijos para que pudieran acompañarlo en el culto.
Todo este movimiento pasó desapercibido para el más joven hijo de Jesé. A él se le había asignado una labor que lo mantenía siempre muy lejos de la casa. Tan distante que muchas veces se olvidaban de él todas las demás personas de su casa. A pesar de ser ya un adolescente, su padre Jesé parece no recordar su nombre.
Pero alguien nunca le olvidó, nunca dejó de estar en sus planes, nunca fue excluido ni apartado a pesar de él mismo.
Dios fue testigo de la gestación y la formación de David en el vientre de su madre, con extremo cuidado creo sus tejidos, definió sus gestos y sonrisa, colocó una marca en su corazón. Ese día también le marcó, le ungió con aceite de manos del profeta de Dios.

Nombramiento. Se trata de definir un nombre que acompaña a un cargo, o un nombre para una marca registrada (naming).

El profeta Samuel lleva a la casa de Jesé un perfil que él mismo ha preparado sobre quién debe reinar en la casa de Israel, quizá alguien similar a Saúl. Pensaba quizá en el más grande, el más fuerte, el más listo. Una vez hecho ésto llego a la casa encuentro al hombre correcto, le derramó aceite de unción, hago una corta oración y me regreso inmediatamente.
Pero Samuel no se apura, aunque tiene presión para hacer ésto rápidamente y sin llamar la atención del Rey Saúl. El profeta descubre que Dios no está seleccionando a los que le gustaban y sigue aun sin entender. Aquí pasa algo raro pues ninguno ha sido el seleccionado todavía. ¿Será qué entendí mal lo que Dios me dijo? ¿Me he equivocado de lugar o de tiempo?

Jesé le presentó a Samuel siete hijos suyos, pero Samuel le dijo que ninguno de ellos era el elegido de Dios. Finalmente, le preguntó a Jesé: —¿Ya no tienes más hijos? Y Jesé le contestó: —Tengo otro, que es el más joven. Está cuidando las ovejasSamuel le dijo: —Manda a llamarlo, pues no podemos continuar hasta que él venga.
David está aprobado en lo privado. No resultan tan importante el número de sus seguidores en las redes sociales o lo popular que seas. Lo valioso e importante es la calidad de su adoración. En su tiempo apartado de casa, y a solas, David forjó una relación construida en intimidad con Dios. La mayor parte de veces los sueños parecen locura para quienes escuchan, hasta que se hacen realidad, entonces sí parecen una genialidad.


Jesé hizo llamar a David, que era un joven de piel morena, ojos brillantes y muy bien parecido. Entonces Dios le dijo a Samuel: «Levántate y échale aceite en la cabeza, porque él es mi elegido».
Samuel tomó aceite y lo derramó sobre David, en presencia de sus hermanos. Después de eso, regresó a Ramá. En cuanto a David, desde ese día el espíritu de Dios lo llenó de poder. I Samuel 16:12-13

La unción antecede a tu nombramiento. Entre la unción y el trono hay un tiempo para preparar el corazón del hombre que reinará sobre el pueblo de Dios.

Pon toda tu confianza en Dios y no en lo mucho que sabes.

Proverbios 3:5

Nuestras expectativas y nuestro punto de partida no están al mismo nivel de desarrollo. David fue promovido una vez más a cuidar sus ovejas.

Tú eres la respuesta, no eres el problemaAllá de regreso entre los hatos de ovejas. Hasta allá alguien reconoció que tenía el talento de tocar el arpa, y de canto. Fue llevado inmediatamente al palacio del rey, y no llegó como rey. Llegó como un siervo del palacio. Sabía que su tiempo no había llegado, había que esperar el tiempo de Dios. Su adoración transformó el ambiente de la casa Real. La oportunidad aparece envuelta en nuestra obediencia.
De regresó a las ovejas. Luego su papá le pide llevar alimento a sus hermanos guerreros, ellos están en el frente de guerra. Así que el mensajero David fue a entregar la comida a sus hermanos mayores. 

En cuanto amaneció, David se levantó y dejó sus ovejas al cuidado de uno de los pastores, luego tomó la comida que su padre le había indicado, y se puso en camino. I Samuel 17:20

Nunca abandones tu responsabilidad. David no tiró, ni abandonó su responsabilidad con las ovejas, les asignó a otro pastor y luego de arreglar esos asuntos urgentes de casa regreso con sus ovejas. 
Los obstáculos -una vez superados- nos van a promover. Nuestros retos nos sirven para preparamos y desarrollarnos. Los problemas son el combustible que nos elevará al siguiente nivel. David recibe armas prestadas de un rey cobarde. Pero no las utilizó. La crisis se transforman en nuestra oportunidad. Cuando tienes marcado un destino todas las cosas te van a servir para tu bien, te van a promover. Lo que haces con tu tiempo a solas, allí en lo privado, allí te conviertes en experto. Las declaraciones del filisteo producían temor en el ejército. Pero no en David, en él producían celo e indignación.

La obediencia y la adoración son las herramientas que hacen fluir al adorador que eres, desarrollan un corazón alineado al corazón de Dios, es en ese tiempo en privado que te conviertes en alguien maleable y moldeable en las manos de Dios, es cuando podemos ser transformados. 

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