El evangelio de Juan en el capítulo 5 nos narra la historia de un hombre enfermo, solitario y ya sin sueños. Ha vivido muchos años exactamente en la misma condición, no hay muchos cambios. Se trata de un coleccionista de testimonios de sanidad que a la vez está falto de experiencias propias.
Una vida entera como espectador. |
Importancia de saberse amado. No existe una fuerza más poderosa que el amor. Los poetas creen que es un lugar, otros creen que se trata de un verbo, las películas, libros y otros productos culturales incluyen títulos que mencionan o sugieren historias de amor. Los griegos, entendían que no hay un solo amor; sino tres; el amor a nuestros amigos, a nuestro esposo o esposa, y un amor sin condiciones. La Biblia nos habla mucho acerca del amor. Si usted al igual que yo ha estado gran parte de su vida en la iglesia habrá escuchado muchas veces que Dios es amor, y hasta debe de conocer algunos cantos y citas que nos hablan del amor de Dios. Creemos que conocemos muy bien el amor, pues escribimos y hablamos mucho acerca de éste.
Expertos en disfrutar el poder de Dios a través de la sanidad de otros. |
La parte complicada de haber crecido toda la vida con el conocimiento o con abundante información teórica de un Dios que es amor y que nos ama en una medida que abruma es nuestra incapacidad de llevar a la práctica diaria esa verdad hasta nuestras relaciones, a nuestras acciones, y a nuestros dichos cotidianos. Sí somos capaces de amar a quien me ama, pero no resulta igual cuando se trata de quien no me ama. Pero antes de continuar deseo enfocar nuestra atención en un agente que expulsa al amor, que ocupa comúnmente todo el espacio que debería ocupar en el tanque de nuestro corazón el amor.
El temor. Proviene del latín timor, timōris, que significa miedo o espanto. Es una pasión del ánimo, una sensación desagradable, que lleva a la persona a tratar de escapar de aquello que considera arriesgado, peligroso o dañino para sí. El temor, por lo tanto, es una presunción, una sospecha o el recelo de un daño futuro, o bien es un conflicto todavía no resuelto.
Una característica de este sentimiento de temor es que nos lleva hasta el escenario de la no acción. Dejamos de avanzar, dejamos de caminar, dejamos de correr, dejamos de actuar con normalidad, dejamos de hablar, dejamos de acercarnos, cancelamos y congelamos las relaciones. Nos puede afectar tanto y hasta llevarnos a la parálisis.
Estado de no acción. |
El temor también nos lleva al escenario de la duda. Ya no confiamos en nosotros mismos, en lo que podemos hacer, en lo que podemos llegar a ser, guardamos bajo llave en el fondo de un cajón nuestros sueños, a veces pensamos que ya no tengo edad para soñar; y decimos ya tengo 17 años y estoy soltero, hacemos declaraciones como tengo dos pies izquierdos, o dos manos izquierdas, solo puedo dibujar palitos y monigotes, mi letra es horrible, en fin.
A veces, se trata de la timidez llevada al extremo no desarrollamos relaciones duraderas, ni sanas por temor a ser heridos, o por el temor a defraudar o no alcanzar la expectativas de otros. El temor, puede aislarnos, separarnos, meternos en una cueva oscura y solitaria, es como una burbuja y no escuchamos, ni hablamos sanamente.
El temor también nos arrastra al escenario de potencial víctima de todo complot existente y también los que todavía no se hacen, y creemos ser el blanco de un próximo posible ataque y traición.
Respeto voluntario por admiración. |
Este temor no es igual al servicio o respeto θεοσέβεια theosébeia –admiración o sumisión voluntaria- que guardamos para Dios; como el hecho de no tomar a broma o a juego el nombre de Dios, ser respetuoso con el Espíritu de Dios y no menospreciarlo. En este sentido, hay dos tipos de temor: uno enfocado en la persona de Dios y otro enfocado en mí. En éste decidimos no ofender y en este caso nuestro enfoque está en agradar a la persona de Dios, mientras que el temor al infierno es aquel que nos hace evitar el castigo por desobedecer o practicar el pecado.
La inseguridad emocional es una sensación incomoda, uno siente nerviosismo asociado a creer que soy demasiado vulnerable, es una sensación de inestabilidad que amenaza a mi persona. Esta inseguridad nos conduce al menosprecio de mis propias capacidades.
Las palabras castrantes o lapidarias. Las etiquetas que ponemos a las demás personas. Con más frecuencia de la deseada llamamos a las personas por una etiqueta cruel o desprendida de una debilidad del carácter, física o estética. Otras veces se trata de etiquetas producto de algún error, el copión, la de la trenza torcida, etc. Las peores etiquetas surgen en casa o en el barrio donde crecimos. Fabricamos etiquetas hasta para nosotros mismos: ¡Que inútil soy, no tengo gracia, no hay ningún talento, soy más malo que un nacatamal a media noche, soy más duro que un coyól! Expresiones maternas o paternas que suelen repetir con frecuencia: ¡Mejor hubiera parido un rollo de alambre de púas, manos de intestino grueso!
Jesús, él mismo en Juan 3:16-17 nos habla así: “Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió a este mundo para condenar a la gente, sino para salvarla…”
Dios no es de los que espera ser amado para –entonces sí- amar. El amor de Dios es dinámico, actúa, me persigue, me rodea, me envuelve, es capaz de pagar el precio más alto por quien no vale nada y darnos una nueva etiqueta; Hijo de Dios.
Entre ellos había un hombre que desde hacía treinta y ocho años estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio allí acostado, y se enteró de cuánto tiempo había estado enfermo, le preguntó: —¿Quieres que Dios te sane? Juan 5:5-6
En Juan 5:5 se dice de un hombre enfermo –inmóvil, paralizado, tímido, solo- que miraba con frecuencia a otros ser sanados en el estanque sin nunca alcanzar él su propia sanidad, llevaba 38 años en esta misma situación sin ningún cambio, haciendo siempre lo mismo, solo mirando de lejos la bondad de Dios. ¿Hace cuanto tiempo esperas, observando, solo?
Mirando desde lejos, expectante. |
Fue el amor dinámico y activo de Dios el que llegó aquí, hasta el lecho de enfermo y le preguntó, se interesó, reto su confianza en Dios, y le sanó por fin. Permite que Jesús se acerque a tu vida, permite que su amor llegue a lo más profundo e intimo de tu corazón. Dale permiso de amarte, que su amor te inunde, te rodee, te cubra. Escucha su voz suave y segura decir que te ama sin medida, que te ama sin condición, que nada puede alejarte de ese amor.
"-Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles." Efesios 3:19
Ese Jesús que yo había estado mirando desde lejos; actuar en otros, cambiar a otros, sanar a otros. Aquí mismo y en este instante te desea abrazar. El amor de Dios supera toda mi culpa, supera mis errores, supera mi maldad, supera mis pecados, mis argumentos, mis excusas, supera mis dudas, supera mi pasado, saca fuera todo temor. Me recibe así como estoy y como soy, me transforma como nadie. Y está aquí en este lugar rodeándome. Ahora mismo es tu momento de experimentar en primera persona, el amor de Dios.
La persona que ama no tiene miedo. Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el verdadero amor quita el miedo. Si alguien tiene miedo de que Dios lo castigue, es porque no ha aprendido a amar. I Juan 4:18
Cuando una persona se sabe amada por Dios pasa a ser la persona más peligrosa, y la persona más temida en el infierno.
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