El reino de los cielos en la tierra es comparado al proceso de construcción de una muy enorme edificación. En los tiempos de Jesús el templo de Jerusalén era considerado una gran edificación para todos los israelitas de esa época. Pero en muchos otros lugares también existían enormes edificios de formas variadas, que rendían honor a reyes o bien a ídolos de otras naciones.
Esos enormes edificios dependían de un terreno sólido y sin grietas, idóneo que fuera capaz de soportar mucha presión para sustentar esas maravillas de la arquitectura que a todos asombra.
Imagen del templo de Herodes en tiempos de Jesús. |
Entonces Jesús les preguntó:—Y ustedes, ¿qué opinan? ¿Quién soy yo?
Pedro contestó:—Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios que vive y da vida.
Jesús le dijo: —¡Bendito seas, Pedro hijo de Jonás! Porque no sabes esto por tu propia cuenta, sino que te lo enseñó mi Padre que está en el cielo. Por eso te llamaré Pedro, que quiere decir “piedra”. Sobre esta piedra construiré mi iglesia, y la muerte no podrá destruirla. A ti, Pedro, te daré autoridad en el reino de Dios. Todas las cosas que tú prohíbas aquí en la tierra, desde el cielo Dios las prohibirá. Y las cosas que tú permitas, también Dios las permitirá.Mateo 16:15-19
En lo más intimo del grupo de discípulos Jesús mismo ausculta el interior de sus corazones, ya habían explorado y escuchado lo que afuera del grupo se ha dicho sobre la identidad de Jesús. Los doce han tenido la oportunidad de conocer acerca de Jesús en primera persona, le han acompañado en varias sinagogas, en distintas ciudades, en plazas públicas, eventos familiares, caminos, playas, lagos, también han sido enviados a las poblaciones para llevar palabra fresca y salud. Ahora con toda esa valiosa experiencia acumulada en sus mentes y corazones surge la pregunta que presiona y estremece el material del que cada uno está hecho.
Entonces Jesús les preguntó:
—Y ustedes, ¿qué opinan?
¿Quién soy yo?
Jesús le habla a un Simón muy inestable. Se trataba de una persona de carácter pusilánime. Igual podía recibir las más altas revelaciones o ser el mayor tropiezo para la voluntad de Dios. ¿No le resulta similar o muy parecido a alguien que Ud. conoce muy bien? Resulta ser que el proceso para pulir a Simón nos describe una ruta que nos llevará a un nuevo y más alto nivel de servicio y obediencia.
Jesús es el fundamento, él es una enorme roca sólida que puede soportar cualquier presión y peso de un enorme edificio espiritual. La iglesia, la congregación, es la estructura que descansa sobre la roca firme. Cada miembro viene a ser como una piedra pequeña que se une a las demás.
Jesús le cambió el nombre de Simón (Caña) a Pedro (Piedra). Con este nuevo nombre también le declara que su carácter será transformado y crecerá como líder, será un hombre de una sola pieza, muy sólido, casi como el mismo fundamento.
Cuando Simón se transformó en Pedro pudo ejercer autoridad sobre aquello que Dios le puso por delante. Pasó a liderar con sabiduría y autoridad a toda una generación de creyentes. Jesús miraba algo especial, un potencial no desarrollado y tampoco aprovechado. A pesar de su incapacidad de entender ordenes y cumplirlas, Simón confiaba usualmente en sus buenas intenciones y en su corazón. Su naturaleza inestable le traicionaba y le alejaba de la voluntad de Dios. Su naturaleza maleable y subordinación a las emociones le arrastraban y descubrían sus debilidades.
Durante la noche de un duro día Jesús le pidió a Pedro orar todavìa un poco más, una hora más. Pero no pudo orar, el sueño lo venció, para su sorpresa tomó su espada y trató de atacar con su arma para defender a Jesús hiriendo a un empleado del Sumo Sacerdote. Con todo y su temor siguió a Jesús toda la noche pero como un incógnito más. Sin ningún compromiso, le negó varias veces durante toda esa noche y madrugada nunca pudo confesar en público que él mismo es un hombre que humildemente sigue a Jesús y que le llama maestro. Nuevamente fue traicionado por sus emociones y temores. Declaró que nunca le había conocido y hasta lo dijo de manera despectiva y grosera.
Las rocas están formadas de materiales firmes muy unidos para soportar grandes presiones de todas partes, las piedras deben ser firmes constantemente. Para ser material idóneo de un gran edificio debemos poseer un carácter firme, sin grietas de duda. No podemos depender solamente de los sentimientos y emociones.
Jesús, el mismo día que resucitó -domingo- le indicó a las mujeres que dieran aviso a los once y en particular a Pedro que el plan sigue, que nada ha cambiado. Pedro sigues siendo parte importante en mis planes y debes ser fuerte, asegúrate de mantener juntas a mis ovejas. Durante la celebración de los primeros frutos de la cosecha (Pentecostés) Hechos 2:14 habla de un Pedro lleno de autoridad y valentía, dentro de su corazón ya no había más grietas de duda, ni material maleable. Sus palabras ya no mostraban temor, más bien eran palabras poderosas, espontaneas, no preparadas, no era un discurso leído desde una pantalla o teleprompter.
Antes -Pedro- debió sacar el temor del último rincón de su interior y llenarse del perfecto amor de Dios, para ser lleno del Espíritu de Dios, ese mismo día dejó de ser él quien tenía el gobierno de su vida y se lo cedió a Dios. ¿Tiene tu carácter grietas de duda? Hoy podemos sacar los miedos, los temores, los limites y depositar nuestra confianza completa en el increíble e ilimitado poder de Dios. Podemos dejar atrás el carácter de caña movida en toda dirección por el viento para asumir templanza y solidez. Podemos ser como polvo llevado por el viento, o ser columnas que sostienen crecimiento en nuestro matrimonio, en nuestra familia, en nuestra comunidad. Podemos observar a Jesús desde lejos como otro profeta más o verlo de cerca como la promesa cumplida de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario
Valoramos y agradecemos su comentario al Estudio bíblico semanal, su comentario es bienvenido y puede ser sujeto de eliminación en caso de no ser apropiado.