Salir de la pobreza.

Las finanzas -personales, familiares, colectivas- son uno de los temas más abordados por la Biblia. El cielo destaca el dinero en la vida del creyente, de alguna forma el dinero es lo que recibimos por consumir nuestro tiempo, o invertir nuestra vida en un trabajo. Podríamos decir que es el pago por nuestra vida invertida.

La cultura del lugar en que crecimos define nuestros gustos gastronómicos, así  como las expresiones recibidas de nuestros padres sobre las finanzas; si eran positivas o negativas. Desarrollamos pensamientos de pobreza o de generación de riqueza. Si el ahorro o el rendimiento de una inversión no fue parte de las platicas diarias nuestra educación en casa es muy probable que nunca busquemos o planifiquemos construir estadios de riqueza. La pobreza, y el sentimiento de ser pobre genera empatía en la mayoría de las personas, en cambio generar riqueza despierta sentimientos de rechazo. No hay maldad en la riqueza en sí misma.

Estudiar lo que la Biblia habla sobre el dinero resulta a veces muy árido, pues surge una especie de malestar natural. Las personas que viven enfocadas en sus necesidades insatisfechas suelen molestarse o mostrarse indiferentes a los principios eternos sobre la pobreza.

Estudiar las causas de la pobreza y sus características será el tema de nuestro estudio de hoy. 

¿Cómo percibimos la vida y como tomamos decisiones a cada momento? Algunas verdades sobre el tiempo son: 

Leemos para entretenernos, y no para informarnos correctamente y tomar decisiones acertadas. Podríamos acudir a contenidos en los medios que no solo nos ayuden a consumir nuestro tiempo de ocio, sino a tomar decisiones acertadas y oportunas. 

Desarrollar al menos 3 fuentes de ingreso a través del emprendimiento. En lugar de solo una fuente a través de un salario. ¿Qué necesidades podemos satisfacer y que los demás estén dispuestos a pagar por ésta, dejándonos así una porción razonable de ganancia? ¿Puedo crear productos culturales, tecnología, servicios que otros buscan?

De las personas que ven muchas horas de televisión a diario el 70% de ellos son pobres. Sólo el 7% de los ricos acuden a la televisión. Algunos hábitos de consumo de medios nos mantienen en estado de sopor, adormecidos o narcotizados para evadir atender los asuntos realmente importantes de cada día; similar a don Quijote de la Mancha.

Solo 63% de los ricos van a sus redes sociales al menos de una hora por día. Los pobres pasan más de una hora por día, son el 79% de la gran masa que vive confirmando sus status y consumiendo memes. Algunos estudios dicen que dedicamos más de 15 minutos de cada hora del día para revisar post en las redes sociales. Si el valioso tiempo es dinero ¿a donde se va nuestro valioso tiempo?

¿Cuando fue la última vez que donaste algo a la biblioteca de la escuela o de tu comunidad, cuando compartiste por última ves tu comida con alguien que no te podía devolver el favor, cuando saliste a buscar la necesidad de otro para atenderla? 

Dar, es la mayor expresión de amor. Es mejor dar que recibir. Cuánto más comparto mayor riqueza tengo. El regalo habla elocuentemente de quién da, y de quién recibe.

Dar es simplemente entregar algo sin obligación, con amor y no por responsabilidad. Dar nuestros premios o galardones a alguien más es emocionalmente gratificante. Detonamos un clima o ambiente de generosidad cada vez que damos a alguien más, la mayoría de los adultos experimentan felicidad cuando dan a otros. Cuando damos nos conectamos con quien recibe.

Dios amó tanto a la gente de este mundo,

que me entregó a mí, que soy su único Hijo,

para que todo el que crea en mí no muera,

sino que tenga vida eterna.

Al aceptar o recibir lo que Dios nos da, ésto nos hace ser subordinados de él. Dios dio a Jesús por amor. Con ésto nos salvó de la muerte eterna. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.(Juan 3:16)

Las cosas que ofrece la gente del mundo no vienen de Dios, sino de los pecadores de este mundo. Y éstas son las cosas que el mundo nos ofrece: los malos deseos, la ambición de tener todo lo que vemos, y el orgullo de poseer muchas riquezas. I Juan 2:16

Al recibir o aceptar lo que otras fuentes ajenas a Dios nos dan, ésto nos hace subordinados o dependientes de esas fuentes. Los deseos -lujos- no necesarios son terrenales, y no celestiales. Lujuria: Deseos terrenales, lujos, atracción por cosas bonitas, cosas que den sentido y valor a los sin razón para existir.

El diablo trató de tentar a Jesús por medio de los deseos de los ojos cuando “le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4:8-9)

El amor sabe dar, la lujuria toma, recibe, exige mucho más de los demás. La lujuria, proviene de la palabra latina Luxuria; derroche u ostentación sin medida, fastuoso, excesivo, exuberancia, abundancia. No debe confundirse con lascivia, que es apetito excesivo por placer sexual.

Las consecuencias de nuestras malas decisiones son solo nuestras. Los planes de Dios para mi son buenos y perfectos. Al final el dinero siempre va a parar al lugar donde realmente está nuestro corazón; lujos innecesarios, placer instantáneo, adicciones, u otros ídolos o pequeños Isaac.

Dios el Señor plantó un jardín al oriente del Edén, y allí puso al hombre que había formado. Dios el Señor hizo que creciera toda clase de árboles hermosos, los cuales daban frutos buenos y apetecibles. En medio del jardín hizo crecer el árbol de la vida y también el árbol del conocimiento del bien y del mal.

(Génesis 2:8-9)

Dios construyó un jardín - al este de El Edén- para que fuera enseñoreado y sustentara al hombre. Trabajaba para Dios y no para su sustento. Había una única cosa que no era para el hombre dentro del jardín, no la debía tocar ni comer. Solamente ser respetuoso, y mantenerse en sus límites.

Respeta ésto, se disciplinado no lo vayas a tocar.

Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás.» (Génesis 2:15-17)

Abre las puertas del cielo, usa la llave: Se fiel con tu diezmo.

Traigan a mi templo sus diezmos, y échenlos en el cofre de las ofrendas; así no les faltará alimento. ¡Pónganme a prueba con esto! Verán que abriré las ventanas del cielo, y les enviaré abundantes lluvias. (Malaquías 3:10)

La ruta para aspirar a la sobre abundancia, la salud financiera, romper con los ciclos de la pobreza es devolver a Dios lo que nos había dado por adelantado.

Sólo nos queda decir que, si Dios está de nuestra parte, nadie podrá estar en contra de nosotros. Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. (Romanos 8:31-32)

Dios mostró su favor hacia nosotros hasta tal punto que dio a su propio Hijo para que muriera por nosotros. Siendo así, ¿cómo no nos va a dar, junto con él, todo lo que tiene?

Hoy es un buen tiempo para definir el destino de nuestros recursos, de nuestro trabajo, de nuestro tiempo, de nuestro servicio y esfuerzo. ¿A dónde va a parar todo mi trabajo? Desarrollé o no generosidad en mi paso sobre la tierra, hice conexiones con otras personas a través de estos recursos que me fueron confiados, pude romper mi ciclo de pobreza, aprendí a encontrar mayor satisfacción cuando dí que cuando recibí.