¿Ser o no ser la victima? Cada vez que asumimos el papel de víctima en una relación, la que ésta sea, sabemos muy bien como montar un drama de magnitudes épicas. La mayoría de las oportunidades -no siempre- que somos agredidos o afectados por alguien sacamos la regla de medir más grande y resulta que las faltas que los demás cometen en nuestra contra miden "diez veces" de lo que en realidad parecía ser. Alargamos el dolor, y lo arrastramos una gran distancia de nuestra vida, también se lo hacemos saber a muchas personas para que muestren compasión o algo de lastima hacia nosotros. No falta quien lo publique en sus redes sociales para que alguien más o muchos le muestren solidaridad por su dolor. Para otros esa experiencia bien pudiera servir de inspiración para escribir un poema o una canción; una balada, un tango, o una buena ranchera.
Tampoco faltará algún abogado en línea que te recomiende tomar cartas sobre ese asunto e iniciar una demanda, un juicio y exigir que se reponga la perdida sumado con el interés. Fijemos nuestra atención en una porción del evangelio de Mateo, Jesús nos quiere enseñar algo, veamos de qué trata:
-Otra de las enseñanzas de Moisés fue ésta: “Si alguien le saca un ojo a otro, también a él se le sacará un ojo; si le rompe un diente, también a él se le romperá otro.” Pero ahora yo les digo: “No traten de vengarse de quien les hace daño. Si alguien les da una bofetada en la mejilla derecha, pídanle que les pegue también en la izquierda. Si alguien los acusa ante un juez y quiere quitarles la camisa, denle también el abrigo. Si un soldado los obliga a llevar una carga por una milla, llévenla dos millas. A quien les pida algo, dénselo, y a quien les pida prestado, préstenle.” Mateo 5:38-42
En muchas culturas antiguas la lex talionis (ley del Talión) nos invita a retribuir en una medida semejante ante una agresión sufrida, ésta constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo, siendo así el primer límite a la venganza. En la ley de Moisés se nos dijo que:
“Si algunos hombres luchan entre sí y golpean a una mujer encinta, y ella aborta, sin haber otro daño, ciertamente el culpable será multado según lo que el esposo de la mujer demande de él. Pagará según lo que los jueces decidan. Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe." Éxodo 21: 22-25
Durante el tiempo en que Jesús vivió, y ejerció su ministerio público en los territorios de Judea y Samaria; viajando entre ciudades, hablando en los lugares públicos como en el interior de casas, en el Templo de Jerusalén, en las sinagogas, a la orilla de lagos, en mercados, y muchos otros lugares. La región oriental del Mar Mediterráneo y sus alrededores estaba sometida a un imperio que les había conquistado; el Imperio Romano tenía bajo su control a Israel y había instalado la Pax romana / Pax Augusta. Durante el dominio de Roma sobre Israel existía una ordenanza que exigía a todo israelita cargar el equipo que portaba un soldado romano -si le era solicitado- a donde éste indicara por una distancia máxima de una milla -un millar de pasos- distancia que hoy equivaldría a 1481 metros.
Las autoridades que ostentaban el poder en esa época no eran necesariamente legitimas, tampoco eran muy queridas, ni mucho menos populares, había por esos días en la provincia de Judea (Del hebreo Yehudá o "agradezco a Dios" y del latín IVDÆA) un gobierno local, y sobre éste uno romano que administraba la región de Oriens. Nadie podía negarse a la solicitud de un soldado legionario por ser una autoridad impuesta desde Roma, y tampoco se deseaba molestar a los romanos pues solían castigar con fuerza a los pueblos rebeldes bajo su imperio, algo que sí pasaría años más adelante. La moneda que circulaba en Israel también era romana (Denarius argenteus). Existían también ciudades completas construidas en su territorio que eran dominadas por un estilo de vida totalmente romano y los nombres de éstas daban honor a los emperadores de roma o sus dioses. La idea de ser un territorio ocupado por un imperio y bajo el poder de un conquistador extranjero no era fácil de adoptar para todos los israelitas, y mucho menos obedecer a un extranjero. Los ciudadanos de Israel seguramente se quejaban mucho, les irritaba estar bajo ese dominio, chocaban con la cultura y costumbres de Roma, era un tema incomodo hablar de política.
¿Qué es ésto que nos demanda hoy Jesús? Nos pide que no solamente limitemos nuestra venganza a una medida equivalente al daño recibido, nos demanda además que renunciemos totalmente a nuestro derecho a la venganza, y a la restitución. No solo nos pide obediencia a nuestra autoridad - sea ésta legitima o no- nos pide que superemos las expectativas de estas autoridades y que les sirvamos el doble de lo solicitado, una milla extra. Note que nos pide renunciar a las cosas materiales, y a rendir voluntariamente nuestros derechos terrenales a la propiedad privada, a rendir nuestro derecho a solicitar justicia entre los hombres.
Si usted en algún momento -tal vez ahora mismo- se siente que ha sido afectado o dañado le invito a correr a su Torre Fuerte, al trono de la gracia, a la presencia misma de Dios. Allí podrá vaciar su frustración, su dolor, su malestar, y su incomodidad. No deje nada por fuera, diga a Dios todo aquello que le parece una carga pesada. Dios tiene bálsamo para nuestro corazón, tiene aceite y vino, vendas limpias para nuestras heridas, él es nuestro consolador, tiene fieles promesas para nuestra incertidumbre y dudas más profundas. Así no tendrá que publicar "status" que buscan solidaridad digital, ni contagiar su molestia a los que le rodean.
Después de permanecer en su presencia podremos publicar nuestros mejores status; allí todos podrán leer que nuestro buen Dios nos sacó del profundo y oscuro pozo, que nos libró del valle de la muerte, que nos atendió como reyes frente a quienes nos fastidiaban, que alejó al devorador de nuestros campos, que él reparó nuestra cisternas, que su brazo fuerte abrió el mar, que cambió nuestra canción depresiva por una nueva canción de alegría y gozo, que abrió nuestros ojos, que sanó toda nuestra alma. Entonces, el prestigio de su nombre, su gloria sobre la tierra llenará cada rincón.
Le invito a platicar con Dios y a escuchar la invitación de Jesús, demandando una nueva actitud, un nuevo y mayor compromiso. Buen Dios que en mi vida se haga así como tú deseas.
Dificil, pero es el camino
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