La vida del discipulado de Juan
y Pedro son un ejemplo claro y elocuente de lo que se logra con el odre nuevo lleno del Espíritu
Santo. Antes sus vidas eran como las de cualquier “buena persona”, así se le
llama a los que no hacen mal a nadie ni causan problemas, pero viven limitados por
sus muchos temores; a la muerte, al fracaso, a ser avergonzados en público, al ¿qué dirán?, contrario a pedir TODO lo que Dios tiene -y no solo una parte prudente según la medida
del conforme- y lograr una victoria sorprendente a la medida de su gloria.
¿Es posible que alguien sin
la llenura plena de Dios, al ser detenido y encarcelado vea en éste un castigo
divino, o un error de novato impulsivo, o llegar a pensar que ésta no es la voluntad
perfecta de Dios para mí? Dios usará cada oportunidad -sea que ésta nos parezca buena o no- para que su mensaje
cambie a nuestra generación.
Pero algo ha cambiado dentro
de ellos y sus vidas hoy sí lograron afectar con el mensaje de salvación de
Cristo a tres auditorios muy distintos y heterogéneos en un solo día; los
hombres libres que habitan Jerusalén, los presos de Jerusalén y a las
autoridades de Israel. Estos 2 discípulos llenos del Espíritu Santo hablaron
con valentía y oraban con fe, Dios hizo la sanidad y creyeron 5 mil hombres de
la ciudad. (Revisar todo el capitulo 3 del libro de los Hechos)
Hechos 4:1 Todavía Pedro y Juan estaban hablando con la gente
cuando se acercaron algunos sacerdotes y saduceos, y el jefe de los guardias
del templo.2
Estaban muy enojados porque Pedro y Juan enseñaban que los muertos podían
resucitar, así como Jesús había sido resucitado.3 Entonces apresaron a
Pedro y a Juan, pero como ya estaba anocheciendo, los encerraron en la cárcel
hasta el día siguiente. [Pedro y Juan, ambos apóstoles
de Jesús están ante una multitud y enseñan sobre la resurrección; existe una
vida después de la muerte del cuerpo, la muerte no es el fin, Jesús lo demostró
resucitando primero que nosotros para enseñarnos el camino. Allí llegaron a
callarlos y a arrestarlos y los dejaron una noche prisioneros.]
4 Sin embargo, cuando escucharon el mensaje que
daban los apóstoles, muchos creyeron en Jesús. Ese mismo día, el grupo de los
seguidores de Jesús llegó como a cinco mil personas. [La
oposición no puede detener ni ahogar el avance de la palabra de Dios que sigue
cambiando corazones y vidas.]
5 Al día siguiente, la Junta Suprema se
reunió en Jerusalén. En la Junta estaban los líderes del país, con sus
consejeros y los maestros de la Ley.6
Allí estaba Anás, que era el jefe de los sacerdotes, acompañado de Caifás,
Juan, Alejandro y los otros sacerdotes principales.7 Pedro y Juan fueron llevados a la presencia
de todos ellos, y ellos empezaron a preguntarles:
-¿Quién les ha dado permiso para
enseñar a la gente? ¿Quién les dio poder para hacer milagros?
8
Entonces Pedro, lleno del poder del Espíritu Santo, les dijo a los
líderes y a sus consejeros:
-Señores,9 ustedes nos preguntan acerca del hombre que
estaba enfermo y que ahora está sano.10
Ustedes y toda la gente de Israel deben saber que este hombre está aquí,
completamente sano, gracias al poder de Jesús de Nazaret, el Mesías. Ustedes
ordenaron que lo mataran en una cruz, pero Dios lo ha resucitado.11 Ustedes han actuado como los
que, al construir una casa, rechazan una piedra, y luego resulta que esa piedra
llega a ser la piedra principal que sostiene todo el edificio.12 Sólo Jesús
tiene poder para salvar. Sólo él fue enviado por Dios, y en este mundo sólo él
tiene poder para salvarnos.
13 Todos los de la Junta Suprema se sorprendieron
de oír a Pedro y Juan hablar sin ningún temor, a pesar de que eran hombres
sencillos y de poca educación. Se dieron cuenta entonces de que ellos habían
andado con Jesús.14 Y no
podían acusarlos de nada porque allí, de pie junto a ellos, estaba el hombre
que había sido sanado.
15 Los de la Junta ordenaron sacar de la
sala a los acusados y se pusieron a discutir entre ellos.16 "¿Qué vamos a hacer?", se
decían. "No podemos acusarlos de mentirosos, pues lo que hicieron por
ese hombre es realmente un milagro, y todos en Jerusalén lo saben".
Otros decían: 17 "Debemos impedir que lo sepa más
gente. Tenemos que amenazarlos para que dejen de hablar del poder de
Jesús".
18 Así que los llamaron y les ordenaron:
-No le digan a nadie lo que ha
pasado, y dejen de enseñar a la gente acerca del poder de Jesús.
19 Pero Pedro y Juan les respondieron:
-Dígannos, entonces: ¿debemos
obedecerlos a ustedes antes que a Dios?20 ¡Nosotros no podemos dejar de hablar de todo lo que
hemos visto y oído!
21-22 Los jefes de la Junta Suprema les
advirtieron que tenían que dejar de hablar de Jesús. Luego los soltaron, porque
no podían castigarlos, pues todo el pueblo alababa a Dios por haber sanado
milagrosamente a ese hombre, que tenía más de cuarenta años de edad.
23 En cuanto Pedro y Juan fueron puestos en libertad, se reunieron con los otros apóstoles y les contaron lo que habían dicho los de la Junta Suprema.24 Luego de escucharlos, todos juntos oraron:
23 En cuanto Pedro y Juan fueron puestos en libertad, se reunieron con los otros apóstoles y les contaron lo que habían dicho los de la Junta Suprema.24 Luego de escucharlos, todos juntos oraron:
"Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, y el mar y todo lo que hay en
ellos.25 Tú, por medio del Espíritu Santo, le hablaste al rey
David, nuestro antepasado. Por medio de él, que estaba a tu servicio, dijiste:
"¿Por qué se enoja tanto
la gente de otros países?
¿Por qué hacen planes tan tontos?
26 Los reyes de la tierra se
reunieron;
los jefes se pusieron de acuerdo
para rechazar a Dios
y despreciar al Mesías,
el rey que yo elegí".
27
"Es verdad que en esta ciudad se unieron Herodes Antipas, Poncio Pilato,
el pueblo romano y el pueblo de Israel, para matar a Jesús, a quien tú elegiste
para que fuera nuestro rey.28
Pero ellos sólo estaban haciendo lo que tú, desde el principio, habías decidido
hacer.
29 "Ahora, Señor, mira
cómo nos han amenazado. Ayúdanos a no tener miedo de hablar de ti ante nadie.30 Ayúdanos a sanar a los
enfermos, y a hacer milagros y señales maravillosas. Así harás que la gente vea
el poder de Jesús, a quien tú llamaste a tu servicio".
31 Cuando
terminaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos quedaron
llenos del Espíritu Santo. A partir de ese momento, todos hablaban acerca de
Jesús sin ningún temor.
Que de mi vida salga todo tipo de temor, para orar y creer que tú puedes hacer cosas increíblemente grandes a través de mi persona para que tu Reino se establezca en mi generación. Que mi voluntad no sea frenada por miedo a la muerte o cárcel, y que las sanidades fluyan y que ayuden a muchos a creer y caminar en tu poder hoy. Que ésto sea una realidad en mi vida.
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