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Éxodo 26-27: El tabernáculo

Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa. La longitud de una cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas tendrán una misma medida. Cinco cortinas estarán unidas una con la otra, y las otras cinco cortinas unidas una con la otra. Y harás lazadas de azul en la orilla de la última cortina de la primera unión; lo mismo harás en la orilla de la cortina de la segunda unión. Cincuenta lazadas harás en la primera cortina, y cincuenta lazadas harás en la orilla de la cortina que está en la segunda unión; las lazadas estarán contrapuestas la una a la otra. Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, y se formará un tabernáculo. Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás. La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de cada cortina
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Las cicatrices de una liberación.

Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de Gerasa. Cuando Jesús bajó de la barca, le salió al encuentro un hombre de ese lugar, que tenía muchos demonios.  Ese hombre no vivía en una casa, sino en el cementerio, y hacía ya mucho tiempo que andaba desnudo. Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía las cadenas, y los demonios lo hacían huir a lugares solitarios.  Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó a los demonios que salieran del hombre, pero ellos gritaron: —¡Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¿Qué vas a hacer con nosotros? Te rogamos que no nos hagas sufrir.  Jesús le preguntó al hombre:  —¿Cómo te llamas? Él contestó:  —Me llamo Ejército.  Dijo eso porque eran muchos los demonios que habían entrado en él. Los demonios le rogaron a Jesús que no los mandara al abismo, donde se castiga a los demonios. Cerca

Transformación radical: kainós ktísis

En esta oportunidad te invito a meditar -un poco- más profundo sobre las expectativas del redentor del mundo acerca de tí y de mí. ¿Gustas acompañarme? El día que Dios le pidió a Moisés llevar sobre sus hombros la redención de Israel, Dios guardaba la expectativa de construir una nación de sacerdotes. El día que el cielo mando al Hijo primogénito del Dios eterno a la tierra para redimir a la humanidad completa se establecieron objetivos claros y expectativas realistas. ¿Qué espera el cielo? Veamos el caso de Moisés: ¿Cómo se identificaba Moisés a sí mismo? ¿Yo soy un egipcio, un hebreo o un madianita? ¿Acaso soy como esa zarza que no se quema a pesar de estar en el fuego? Cuando la Palabra de Dios nos habla de "algo nuevo", a la vez se asume que hay algo anterior que ya se volvió "viejo" y cuya vigencia ha disminuido o se ha echado a perder. Cuando hablamos de innovar o de renovar se entiende que algo que ya estaba allí -desde antes- va a ser transformado o cambiado

Tu fe: La moneda del reino de Dios

¿Has notado -recientemente- que hay algunas cosas que debes comprar en los próximos días? ¿Ya tienes un presupuesto de lo que vas a necesitar en esta temporada? Desarrollemos juntos una guía para poseer las divisas correctas que harán la diferencia entre nuestros deseos y la manifestación del poder de Dios a nuestro favor. ¿ No sé si tú -alguna vez- te has hecho esta pregunta? ¿Cómo se logra activar el ilimitado e infinito poder de Dios a favor de su iglesia? ¿Recuerdas a la mujer samaritana de Sicar (antes Siquem) en Samaria que quedó sin agua? Ella había experimentado sed. Su sed, la movió a buscar agua hasta el fondo de un pozo comunitario a pesar de que ella odiaba con todas sus fuerzas salir y caminar en público. ¿Has sentido de esa clase de sed en la que te duelen las tripas y sales a hacer tareas que no deseas realizar? Dios utilizó su sed. ¿Y tú, sientes sed? Que bonito es cuando de pronto descubrimos la sed -pero- tenemos el suficiente dinero para comprar ese producto o serv