Después del día de su resurrección, Jesús apareció muchas veces a sus discípulos en diferentes localizaciones de Israel. Esto se vino a repetir a lo largo de 40 días. El número 40 es un número de profundo significado en la Biblia; por cuarenta días llovió sobre la tierra y se destruyó el mundo y sus habitantes, 40 fueron los días de Moisés sobre el monte Sinaí, por 40 días Jonás proclamó el arrepentimiento en Nínive, entre otros. Un buen día quedó de manifiesto que había una expectativa viva en el corazón de todos los discípulos de Jesús con respecto al establecimiento del reino. Se trata de una inquietud sana, legítima e importante. Todos los creyentes deben estar siempre atentos y expectantes sobre todo lo que tiene que ver con el reino.
Ven y sé nuestro único rey.
Que todos los que viven
en la tierra te obedezcan,
como te obedecen
los que están en el cielo.
(Mateo 6:10)
Significa que, existe un deseo por establecer a Jesús como nuestro rey. Hace 21 siglos algunas personas en Israel -solamente- esperaban que un rey -cualquiera- expulsara al ejército de ocupación romana del territorio de Judea. El punto era sacar al invasor que les había conquistado. Dentro del grupo de seguidores de Jesús habita una expectativa parecida y que era un poco más afinada, deseaban que Jesús fuera ese rey que asumiera el control en Israel y devolviera la gloria al reino que tuvo con el rey David o Salomón, así ellos mismos -los discípulos- ocuparían puestos de secretarios o ministros del reino, también hay algo de interés personal mezclado con el deseo de ver a Jesús como su rey. Después de algunos años entre esa generación y la nuestra ¿Está todavía vivo el deseo de ver a Jesús como su rey entre los creyentes de hoy?
Ese reino que los discípulos estaban esperando, es uno en donde Jesús será su rey aquí en la tierra, de manera precisa en el territorio que históricamente había ocupado Israel y en su generación. En este punto, la expectativa de los creyentes del grupo íntimo de Jesús -hace 21 siglos atrás- es un poco diferente a la expectativa de la mayor parte de los creyentes en la actualidad. ¿Cómo es el reino que está esperando hoy la congregación de los llamados a seguir a Jesús, dónde está, para cuando se va a establecer? Si observamos las expectativas observaremos que algo ha cambiado, no son los mismos anhelos acerca del tiempo, ni del lugar. Cierto día en que estaban reunidos los apóstoles, le preguntaron a Jesús: —Señor, ¿no crees que éste es un buen momento para que les des a los israelitas su propio rey? Hechos 1:6
Lo que declaró Jesús a sus discípulos muchas veces en la iglesia de hoy no se logra entender claramente. Algunos se confunden tanto con esto que creen que son dos discursos separados los que podemos leer en el versículo 7 y 8. Pero no, Jesús mantiene el dedo en el mismo renglón, no ha cambiado la página, Él sigue explicando el reino. Este reino que está bajo el diseño del Padre, se va a manifestar exactamente como se había planeado según el orden de la celebración de las fiestas que Dios mismo le compartió a la nación de Israel, estamos en las fiestas de primavera. Dios creó las celebraciones para enseñar cómo avanza su plan para establecer una sucursal del gobierno del cielo aquí mismo sobre la tierra. La pueblo de Israel nació como nación el día mismo en que recibieron de Dios la primera entrega de la ley de Moisés; en los 10 mandamientos. Israel, conmemora hasta hoy esa misma fecha con una fiesta llamada Shavuot, que se celebra 50 días después del Pésaj o fiesta de la Pascua, nosotros la iglesia del siglo 21 en occidente le llamamos Pentecostés. ¿Qué pasó en ese primer Pentecostés?
Revisemos antes de continuar, ¿Qué es un templo? Se trata de una edificación -temporal o no- construida para servir como la casa o la morada de una divinidad; como el tabernáculo de Moisés, el tabernáculo de David, el templo de Salomón, el templo de Herodes o segundo templo. Dios decidió que va a cambiar de morada, hará una mudanza, habrá cambio de dirección. En el instante -miércoles por la tarde- en que se rasgó el velo que separaba el lugar Santo del lugar Santísimo del segundo templo, se abrió un camino para llegar a la presencia de Dios en forma individual y personal. Después de 50 días de la muerte del cordero pascual, Dios habitó en un templo no hecho por manos humanas, el Espíritu de Dios bajó sobre un grupo de 120 personas temerosas de Dios y habitó dentro de ellas. Se manifestó con dos señales; columnas de fuego sobre sus cabezas y dando testimonio verbal de las maravillas de Dios anunciadas en varias lenguas.
El reino de Dios está en la tierra. El Padre del cielo nos envió su Espíritu. Se cumplió la promesa de Jesús a sus discípulos, Dios estableció el reino de los cielos dentro de cada creyente aquí en esta Tierra. El reino de Dios vino a la TIerra cuando su Espíritu habitó dentro de cada uno de nosotros, nos ha convertido en su templo, en su casa, en su habitación. Luego les respondió a los dos hombres: —Vayan y díganle a Juan todo lo que ustedes han visto y oído: Ahora los ciegos pueden ver y los cojos caminan bien. Los leprosos quedan sanos, y los sordos ya pueden oír. Los que estaban muertos han vuelto a la vida, y a los pobres se les anuncia la buena noticia de salvación. Lucas 7:22
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