"Tiempo después, Jesús regresó a la ciudad de Jerusalén para asistir a una fiesta de los judíos. En Jerusalén, cerca de la entrada llamada «Portón de las Ovejas», había una piscina con cinco entradas, que en hebreo se llamaba Betzatá. Allí, acostados en el suelo, había muchos enfermos: ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos había un hombre que desde hacía treinta y ocho años estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio allí acostado, y se enteró de cuánto tiempo había estado enfermo, le preguntó:—¿Quieres que Dios te sane?
El enfermo contestó:—Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se mueve. Cada vez que trato de meterme, alguien lo hace primero." Juan 5:1-6
Existe un tipo de boa que alcanza fácilmente los cuatro metros de largo o más, vive cerca de veinte años, se alimenta de animales pequeños como murciélagos y no tan pequeños como lagartos. Se esconde sigilosamente y sorprende a sus víctimas en la oscuridad dejándolas sin salida. Su presa sufre un lento proceso de constricción cada vez que su victima exhala para respirar es rodeada y apretada lentamente, una exhalación a la vez, poco a poco, la víctima empieza a sentirse como sedado, lentamente experimenta un sopor y adormecimiento en sus miembros, existe una sensación de somnolencia, entre dormido y despierto que finalmente conduce a la asfixia por falta de oxigeno. La victima finalmente acepta su condición y muere.
Se trata del último día de la semana, y - mañana- el primer día de la semana dará inicio una importante fiesta, así que en este lugar muchísimas personas, incluidos mucho judíos fariseos. En el portón de las ovejas de Jerusalén había muchos enfermos, entre ellos uno que había dejado de sentir sus piernas desde hace casi 4 décadas. Sus piernas adormecidas no han funcionado por 38 años. Se ha venido repitiendo este ciclo en su vida, uno tras otro, el agua se mueve por el toque del dedo de un ángel, y este hombre adormecido no lograba llegar a tiempo para recibir salud y por fin irse caminando a su casa.
Algo más se había adormecido dentro de él. A pesar de saber y conocer que Dios es la fuente de su sanidad no lograba actuar diligentemente, esperaba que otro enfermo le ayudara. En todos esos años en ese mismo lugar frente a la piscina de Betzatá fue testigo de cientos de milagros de sanidad, menos de su propia sanidad.
Ese hombre no está sólo. Y no hablo de los otros enfermos del portón de las ovejas, hablo de aquellos que sabiendo muy bien como salir de su estado de sopor y de la parálisis no provocan su milagro a pesar de saber bien que Dios es la fuente de su salud, aún sabiendo dónde está la fuente no se aseguran de llegar oportunamente a ésta. Mantienen vivo el deseo de sanar pero sin una acción contundente.
El 25 de junio de 2009, un hombre adicto a los analgésicos, se trataba de alguien de mediana edad y que era mundialmente famoso por cantar y bailar desde niño, se intoxicó con una mezcla del analgésico demerol y benziodiazepina. Él también buscaba prolongar la sensación de somnolencia para aminorar su dolor y cansancio, pero él nunca más despertó.
La sociedad de hoy vive en una engañosa sensación de sopor y somnolencia. Disfrutamos sedarnos consumiendo rencor, quejándonos sin parar, mirando pantallas llenas de ilusión temporal pero sin actuar con contundencia. Todo el día consumimos alcohol, y otras drogas para alargar la sensación de sopor. Sabemos lo que es malo y lo que está profundamente mal y deseamos que ésto cambie y se revierta, lo deseamos con todo el corazón, pero no actuamos de forma contundente para provocar el cambio deseado, ni para detonar el milagro.
—Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando el agua se mueve.
Cada vez que trato de meterme, alguien lo hace primero. (Juan 5:6)
Después de 38 años de excusas, de tanto justificar técnicamente su negligencia, excusó su error elegantemente, dejó de luchar, y abandonó poco a poco sus deseos, se dejó vencer como la víctima de la boa.
¿Cuáles son las áreas de nuestra vida que están adormitadas
y paralizadas frente a la virtud y el poder de Dios?
y paralizadas frente a la virtud y el poder de Dios?
En su misericordia Jesús le sanó, no le criticó, no le juzgó, no le señaló. Lo mandó al lugar correcto fuera de ese sitio lleno de enfermos.
Jesús le dijo: —Levántate, alza tu camilla y camina. En ese momento el hombre quedó sano, alzó su camilla y comenzó a caminar.
Al caminar con su lecho bajo el brazo seguramente muchos judíos fariseos se molestarán por sentir que no respeta sus sus reglas respecto al día de reposo. Pero Jesús mismo es el Señor del día de reposo.
Hay lugar para cada uno de nosotros en la misericordia de Jesús. El lugar que buscas para salir de esa inmovilidad y parálisis no está en un estanque, está en la presencia de Jesús. Responde correctamente a su pregunta; esta vez sin excusas. Solo dile que hoy quieres ser sanado de tu condición.
De chiquito había leído esa historia pero nunca lo había interpretado así. Muy bien Lic. Maupin.
ResponderEliminar