¿Has notado que en casa se ha perdido una parte de la conexión emocional? ¿Notas una perdida en tus habilidades para manejar tus emociones y cada vez hay más conflictos en tus relaciones? ¿Cuándo te vas a descansar notas que existe algo que se ha robado tu paz? ¿Por qué la paz resulta ser tan importante en mi vida y en mis relaciones?
»Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de paz. Isaías 9:6
Yesayá escribió el libro de "Isaías" aproximadamente entre los años 740 a.C. y 681 a.C.. que corresponde con los años 3 mil 200 al 3 mil 181 en el calendario hebreo. Este periodo corresponde a su ministerio profético y abarcó los reinados de varios reyes de Judá, incluyendo a Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías. Para esos años se encontraba en Jerusalén, la capital del reino del sur conocida como reino de Judá.
Vendrá un reino. En el libro del profeta Isaías -al inicio del capítulo 9 y al final del capítulo 8- el profeta nos deja ver una descripción de la región norte del territorio de Israel, puntualmente Cafernahúm [Kəfar Nāḥūm] (La villa del consuelo). Isaías nos informa que esta localidad sufrirá un cambio y pasará a ser un lugar destacado en relación con la profecía mesiánica. El profeta utiliza la figura literaria de la yuxtaposición por contraste al reunir en el mismo texto a la profunda oscuridad, con una luz increíble y muy brillante en este capítulo.
Este capítulo nueve es conocido por la promesa de un líder especial que traerá una paz duradera y transformadora a cada hombre, al pueblo de Israel y a las naciones. Isaías comienza su descripción en un contexto de oscuridad y angustia para el pueblo de Israel, que se encuentra bajo la opresión y el sufrimiento. La profecía se dirige a una nación que ha estado en tinieblas, simbolizando tanto el pecado de sus líderes y la desesperación espiritual, como por la situación política adversa. Sin embargo, se promete un cambio contrastante; que esta oscuridad será reemplazada por una gran luz, con la llegada del Mesías. Para los oyentes originales de Isaías, esta promesa representó una fuente de esperanza en medio de su profundo sufrimiento. La visión de un futuro donde el dolor y la opresión cesarán les ofrecía bálsamo y consuelo. Además, les invita a volver a Dios y buscar su justicia como camino hacia esa paz.
Durante los días del mesías, Dios va a honrar el camino al mar de Galilea por el lado del Jordán. Se trata de una tierra muy deseada por las naciones; el producto de la labor del mesías es aquello (shalóm) que anhelan todas las naciones; paz.
La nación de Israel no vive en unidad (tinieblas) por el contrario cada uno hacía lo que quería hacer, cada uno por su lado. Pero, de pronto, han visto una gran luz. Isaías hace un anuncio de que estamos a la puerta de un tiempo de cambio.
Destacando una señal acerca de este niño. Nacerá un niño varón, se trata de un hijo que no fue engendrado por ningún hombre. Destaca una diferencia, se trata de uno que nos será entregado -desde el cielo- y el gobierno estará sobre su nombre. Y es aquí que se mencionan varios títulos a través de 8 palabras hebreas relacionadas al carácter del mesías:
(Péle) Admirable - (Yaáts) Consejero - (el) Dios - (guibbor) Fuerte - (ab) Padre - (ad) Eterno - (sar) Príncipe - (shalóm) Paz que aplican a alguien que es mayor a un rey terrenal, se habla del rey que va a establecer su trono en la ciudad de Jerusalén. Isaías nos explica que en ese tiempo se va a producir una temporada muy distinta.
A falta de luz (unidad y acuerdo) en la región de Galilea experimentaban confusión (oscuridad) la luz del mesías resplandeció en forma de un deslumbrante brillo. La -goi- nación de Israel -a razón del mesías- será engrandecida, Israel pasará a ganar fama y prestigio entre las naciones de la Tierra gracias al mesías.
Avancemos en el tiempo y volvamos a nuestros días. Observemos desde nuestra posición en el futuro, nosotros estamos a 2 mil 764 años desde Isaías, hoy en pleno siglo XXI el impacto de Jesús a las naciones gentiles que se han convertido a Dios a lo largo de 21 siglos, más las nuevas generaciones que vendrán después de nosotros. Actualmente, en nuestra generación el 29% de la población del mundo se confiesa cristiana, somos cerca de 2.3 mil millones de cristianos caminando sobre la superficie del planeta. El 71% a nuestro alrededor sigue esperando tener un encuentro con la luz brillante del príncipe de paz. Pero, seguirá en aumento generación a generación.
Como resultado se producirá -una gran cosecha- alegría delante de Dios. Similar al momento en que se reparten los tesoros o el botín de la victoria. Su enemigo -aquel que le oprimió con vara- será finalmente vencido; su vara ha sido rota -similar a Gedeón- logró vencer a un gran ejército enemigo con sólo un puñado de valientes. Isaías describe que las botas del soldado que entra al escenario de batalla y sus demás herramientas de combate no se van a necesitar -se esfumarán- sin siquiera requerirse.
El pasaje de Isaías 9:6 nos muestra el carácter multifacético de Dios a través de 8 nombres que recibe el mesías. Por ejemplo, "consejero Maravilloso" implica que Dios ofrece dirección y sabiduría a aquellos que buscan su guía en medio de una época de profunda oscuridad. Se guarda la expectativa de que el "Príncipe de Paz" regrese para establecer un reino de justicia y paz en la tierra, donde todas las naciones reconocerán su autoridad. Esta expectativa está alineada con las enseñanzas sobre el regreso de Cristo y su establecimiento final del Reino de Dios.
Los títulos otorgados al Mesías revelan aspectos fundamentales de su naturaleza divina y humana. El "Príncipe de Paz" sugiere que Jesús no sólo trae su paz, sino que Él mismo es la fuente de ella, lo que se alinea con su presencia transformadora de Dios en la vida del creyente. El título "Príncipe de Paz" es visto como una afirmación central de la identidad mesiánica de Jesús. Este Jesús no solo trae paz, Él es la fuente de la paz. Este concepto se relaciona -además- con la idea de que el Mesías es un líder que restaurara la distante y rota relación entre Dios y la humanidad, sanando nuestra relación vertical con el trono alto y sublime de Dios.
Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios. Romanos 5:1
La justificación se refiere al acto de ser declarado justo ante Dios. En el contexto cristiano, esto se logra a través de la fe en Jesucristo, quien pagó el precio por el pecado humano mediante su muerte y resurrección.
La fe es la confianza y creencia en Jesucristo como el Salvador. No se trata de obras o méritos personales, sino de aceptar el sacrificio de Cristo.
La paz con Dios mencionada aquí se refiere a una relación restaurada con Dios. Antes de la justificación, los seres humanos están en un estado de enemistad con Dios debido al pecado. La justificación trae consigo una reconciliación que permite a las personas experimentar paz interna y una relación armoniosa con el Creador.
Con Dios: Relación con Dios ya no estamos más alejados, ni separados.
Su paz y su reconciliación: Al describir a Dios como Jehová-Shalom, Isaías enfatiza que Dios es la fuente de paz. Este título implica que, a través de Dios, se puede alcanzar la reconciliación no sólo entre las personas, sino también entre la humanidad y Dios mismo. Jesús, como el enviado de Dios a las naciones, es visto como quien hace las paces entre Dios y los hombres, cumpliendo así esta profecía.
La -shalóm- paz prometida está intrínsecamente ligada a la justicia divina. Se establece un vínculo entre la paz y el juicio justo, sugiriendo que solo a través de un gobierno justo puede haber verdadera paz. El capítulo 9 menciona que el celo de Dios hará esto, indicando que es Dios quien asegura la realización y cumplimiento de estas maravillosas promesas. Adicionalmente, la palabra hebrea שָׁלוֹם shalóm es mencionada 250 veces en el TaNaK.
Les doy la paz, mi propia paz, que no es como la paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan miedo por lo que pronto va a pasar. Juan 14:27
La -eirene- paz traída por Jesús no solo nos afecta en lo individual en su relación vertical con Dios, sino que también abre una oportunidad para prosperar y se ha de manifestar en las relaciones interpersonales dentro de la casa y la comunidad de fe. La palabra griega Ἐιρήνη eirene es mencionada 90 veces en el Pacto Renovado.
Pues nos ha nacido un niño,
un hijo se nos ha dado:
trae el señorío
encima de sus hombros,
y tiene como nombre:
Consejero Admirable,
Héroe Divino,
Padre Eterno,
Príncipe Pacífico
(BLPH) Isaías 9:6
¿Qué nos trajo Jesús a través de su reino pacífico?
Paz Interna: Se refiere a la tranquilidad y la armonía dentro del corazón humano. El Mesías traerá una restauración espiritual que permitirá a las personas vivir en paz consigo mismas y la reconciliación con Dios. Una relación vertical sana.
Paz Social: Implica la reconciliación entre las personas y la restauración de relaciones rotas. En un mundo marcado por los conflictos y las profundas divisiones, la llegada del Mesías promete un tiempo donde las disputas cesarán y habrá unidad. Habrá una relación horizontal sana con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, con los de casa.
Paz Universal: La profecía sugiere que esta paz no estará limitada a Israel, sino que se extenderá a todas las naciones. El Mesías será un agente de paz para todos los pueblos, lo cual es un tema recurrente en las profecías mesiánicas. Extenderá su paz todavía hasta la escala de etnias y naciones.
El Príncipe de Paz -sar shalóm- también simboliza la restauración del orden divino en la creación. El profeta Isaías habla de un tiempo futuro donde las opresiones y sufrimientos serán reemplazados por alegría y libertad. El Mesías, como "Sar Shalom", es visto como el agente a través del cual Dios traerá esta restauración, cumpliendo así las promesas hechas al pueblo de Israel.
«¡Alaben a Dios en los cielos! ¡Que haya paz en la tierra para la gente que agrada a Dios!» Lucas 2:14
Isaías 9:7 menciona que "lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite". Esto sugiere que el reinado del Mesías será eterno y caracterizado por una paz continua. La idea de un reino sin fin es central en la esperanza mesiánica, donde se espera que el Mesías establezca un gobierno basado en justicia y paz.
La paz de Dios es un producto que acompaña a la presencia de Dios. Es un tesoro que no se puede fabricar, ni producir por medios humanos. Es un regalo que nos llega en la forma de una donación. Es un obsequio no merecido, pero muy necesario. La paz de Dios es capaz de provocar en cada ser humano:
Paz Interior Inexplicable. La paz de Dios ofrece una tranquilidad profunda que trasciende las circunstancias externas. Según el texto de Filipenses 4:7, esta paz "supera todo lo que podemos comprender o entender" y actúa como una muralla o guardián de nuestros corazones y mentes. Esto significa que, incluso en medio de las crisis o dificultades, el hombre puede experimentar una calma interior que no depende de nada de lo que lo rodea. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
Reconciliación con Dios. La paz de Dios comienza con la reconciliación entre el ser humano y Dios a través de Jesucristo. Romanos 5:1 afirma que "tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Esta relación restaurada permite al hombre vivir sin la carga del pecado y la culpa, lo que contribuye a un sentido general de bienestar y propósito. Dios nos ha aceptado porque confiamos en él. Esto lo hizo posible nuestro Señor Jesucristo. Por eso ahora vivimos en paz con Dios.
Fortaleza en la Adversidad. La paz de Dios proporciona fortaleza durante los momentos difíciles. Cuando el hombre enfrenta adversidades, la paz de Dios actúa como un corta fuegos, un refugio, brindándonos la capacidad de soportar y superar las pruebas. Esta fortaleza se basa en la confianza en que Dios está presente y Él se mantiene activo en cada situación.
Relaciones Transformadas. La paz de Dios también afecta nuestras relaciones interpersonales. Al experimentar el amor y la paz divina, el individuo tiende a ser más compasivo, paciente y más ágil para perdonador a los demás. Esto se traduce en interacciones más saludables y armoniosas, promoviendo un ambiente de paz en la comunidad y la familia.
Liberación de Cargas. Comprometerse con Dios permite al hombre depositar sus preocupaciones y cargas en Él. Jesús invita a los cansados a encontrar descanso en su presencia. Esta liberación de cargas no solo alivia el estrés emocional, sino que también permite al individuo enfocarse en lo que realmente importa en su vida. »Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar. Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar.» Mateo 11:28-30
Discernimiento Espiritual. La paz de Dios también se asocia con un mayor discernimiento espiritual. Al estar en una relación correcta con Dios, el hombre puede comprender mejor las verdades espirituales y experimentarlas a diario en su vida. Esto facilita decisiones más sabias y alineadas con los principios divinos.
Alegría Duradera, Finalmente, la paz de Dios está íntimamente ligada a una alegría duradera. Esta alegría no depende de las circunstancias externas, sino que proviene de una sana relación con el Creador. La completa certeza de estar bajo su cuidado genera un gozo que persiste a pesar de las pruebas. La paz de Dios actúa como un poderoso recurso para mejorar la salud mental al reducir la ansiedad, fortalecer la resiliencia emocional, promover relaciones saludables, mejorar el enfoque mental, fomentar la gratitud y facilitar una conexión espiritual profunda. Estas dimensiones no solo benefician al individuo en su vida diaria, sino que también contribuyen a un entorno más saludable y positivo para quienes lo rodean. ¡Que la paz de Dios esté contigo!
Have you noticed that a part of the emotional connection has been lost at home? Do you feel a decline in your ability to manage your emotions, leading to more conflicts in your relationships? When you go to rest, do you sense that something has stolen your peace? Why is peace so important in my life and in my relationships?
"For unto us a child is born, unto us a son is given: and the government shall be upon his shoulder: and his name shall be called Wonderful Counselor, Mighty God, Everlasting Father, Prince of Peace." Isaiah 9:6
Isaiah wrote the book of "Isaiah" approximately between 740 B.C. and 681 B.C., which corresponds to the years 3200 to 3181 in the Hebrew calendar. This period aligns with his prophetic ministry and spanned the reigns of several kings of Judah, including Uzziah, Jotham, Ahaz, and Hezekiah. During those years, he was in Jerusalem, the capital of the southern kingdom known as the Kingdom of Judah.
A kingdom will come. In the book of the prophet Isaiah—at the beginning of chapter 9 and at the end of chapter 8—the prophet provides a description of the northern region of the territory of Israel, specifically Capernaum [Kəfar Nāḥūm] (The village of comfort). Isaiah informs us that this locality will undergo a transformation and will become a prominent place in relation to messianic prophecy. The prophet employs the literary device of juxtaposition by contrasting profound darkness with an incredible and bright light in this chapter.
This ninth chapter is known for the promise of a special leader who will bring lasting and transformative peace to every man, to the people of Israel, and to the nations. Isaiah begins his description in a context of darkness and anguish for the people of Israel, who are under oppression and suffering. The prophecy addresses a nation that has been in darkness, symbolizing both the sin of its leaders and spiritual despair, as well as adverse political circumstances. However, a contrasting change is promised; this darkness will be replaced by a great light with the arrival of the Messiah. For Isaiah's original listeners, this promise represented a source of hope amid their profound suffering. The vision of a future where pain and oppression would cease offered them balm and comfort. Furthermore, it invites them to return to God and seek His justice as a pathway to that peace. During the days of the Messiah, God will honor the way to the Sea of Galilee along the Jordan side. This is a land highly desired by the nations; the product of the Messiah's labor is what all nations long for: peace (shalóm). The nation of Israel does not live in unity (darkness); rather, each person did what they wanted, each going their own way. But suddenly, they have seen a great light. Isaiah announces that we are on the brink of a time of change.
Highlighting a sign concerning this child: A male child will be born; he is a son who was not conceived by any man. A distinction is made; this is one who will be given to us—from heaven—and the government will rest upon his name. Here, several titles are mentioned through eight Hebrew words related to the character of the Messiah: (Péle) Wonderful - (Yaáts) Counselor - (el) God - (guibbor) Mighty - (ab) Father - (ad) Everlasting - (sar) Prince - (shalóm) Peace, which apply to someone greater than an earthly king; it speaks of the king who will establish his throne in the city of Jerusalem. Isaiah explains that during that time, there will be a very different season.
In the absence of light (unity and agreement), the region of Galilee experienced confusion (darkness), while the light of the Messiah shone forth in a dazzling brilliance. The -goi- nation of Israel—because of the Messiah—will be exalted; Israel will gain fame and prestige among the nations of the Earth thanks to the Messiah.Let us move forward in time and return to our day. Observing from our position in the future, we are 2,764 years from Isaiah; today, in the 21st century, we see the impact of Jesus on the Gentile nations that have turned to God over 21 centuries, along with the new generations that will come after us. Currently, in our generation, 29% of the world’s population identifies as Christian, amounting to about 2.3 billion Christians walking on the surface of the planet. The remaining 71% around us continues to await an encounter with the bright light of the Prince of Peace. But this number will continue to grow from generation to generation.As a result, there will be a great harvest—joy before God—similar to the moment when treasures or spoils of victory are distributed. Their enemy—he who oppressed them with a rod—will finally be defeated; his rod has been broken—similar to Gideon—who managed to overcome a great enemy army with just a handful of brave men. Isaiah describes that the boots of the soldier entering the battlefield and his other combat tools will no longer be needed—they will vanish without even being required.The passage from Isaiah 9:6 reveals God's multifaceted character through eight names attributed to the Messiah. For example, "Wonderful Counselor" implies that God offers direction and wisdom to those who seek His guidance amid a time of profound darkness. There is an expectation that the "Prince of Peace" will return to establish a kingdom of justice and peace on Earth, where all nations will recognize His authority. This expectation aligns with teachings about Christ's return and His final establishment of God's Kingdom.The titles granted to the Messiah reveal fundamental aspects of His divine and human nature. The "Prince of Peace" suggests that Jesus not only brings peace but that He Himself is the source of it, aligning with His transformative presence in the life of believers. The title "Prince of Peace" is seen as a central affirmation of Jesus' messianic identity. This Jesus does not merely bring peace; He is the source of peace. This concept also relates to the idea that the Messiah is a leader who will restore the distant and broken relationship between God and humanity, healing our vertical relationship with God's high and sublime throne.
God has accepted us because we trust in Him. This was made possible by our Lord Jesus Christ. That is why we now live in peace with God. Romans 5:1
Justification refers to the act of being declared righteous before God. In the Christian context, this is achieved through faith in Jesus Christ, who paid the price for human sin through His death and resurrection. Faith is the trust and belief in Jesus Christ as the Savior. It is not about works or personal merits, but about accepting Christ’s sacrifice.The peace with God mentioned here refers to a restored relationship with Him. Before justification, human beings are in a state of enmity with God due to sin. Justification brings reconciliation, allowing individuals to experience inner peace and a harmonious relationship with the Creator.
With God: Our relationship with God is no longer distant or separated.His peace and reconciliation: By describing God as Jehovah-Shalom, Isaiah emphasizes that God is the source of peace. This title implies that through God, reconciliation can be achieved not only among people but also between humanity and God Himself. Jesus, as God's messenger to the nations, is seen as the one who makes peace between God and men, thus fulfilling this prophecy.The promised -shalóm- peace is intrinsically linked to divine justice. A connection is established between peace and righteous judgment, suggesting that true peace can only exist through just governance. Chapter 9 mentions that the zeal of God will accomplish this, indicating that it is God who ensures the realization and fulfillment of these wonderful promises. Additionally, the Hebrew word שָׁלוֹם shalóm is mentioned 250 times in the TaNaK (Hebrew Bible).“Peace I leave with you; my own peace I give you, not as the world gives do I give to you. Do not let your hearts be troubled, and do not let them be afraid.” John 14:27The -eirene- peace brought by Jesus affects us not only individually in our vertical relationship with God but also opens an opportunity for flourishing and should manifest in interpersonal relationships within the home and the community of faith. The Greek word Ἐιρήνη eirene is mentioned 90 times in the Renewed Covenant (New Testament).
For unto us a child is born,
a son is given to us:
the government will be upon his shoulders,
and his name will be called:
Wonderful Counselor,
Mighty Hero,
Everlasting Father,
Prince of Peace.
Isaiah 9:6
What did Jesus bring us through His peaceful kingdom?
Internal Peace: This refers to the tranquility and harmony within the human heart. The Messiah will bring spiritual restoration that enables people to live in peace with themselves and reconcile with God, fostering a healthy vertical relationship.Social Peace: This involves reconciliation among people and the restoration of broken relationships. In a world marked by conflict and deep divisions, the arrival of the Messiah promises a time when disputes will cease and unity will prevail. There will be healthy horizontal relationships with our spouses, our children, and those in our household.Universal Peace: The prophecy suggests that this peace will not be limited to Israel but will extend to all nations. The Messiah will be an agent of peace for all peoples, which is a recurring theme in messianic prophecies. His peace will reach even to the scale of ethnicities and nations.The Prince of Peace—sar shalóm—also symbolizes the restoration of divine order in creation. The prophet Isaiah speaks of a future time when oppressions and sufferings will be replaced by joy and freedom. The Messiah, as "Sar Shalom," is seen as the agent through whom God will bring this restoration, thus fulfilling the promises made to the people of Israel.“Glory to God in the highest! And on earth peace among those whom he favors!” Luke 2:14
Isaiah 9:7 mentions that "the increase of his government and peace will have no end." This suggests that the reign of the Messiah will be eternal and characterized by continuous peace. The idea of an everlasting kingdom is central to messianic hope, where it is expected that the Messiah will establish a government based on justice and peace.The peace of God is a product that accompanies God's presence. It is a treasure that cannot be manufactured or produced by human means. It is a gift that comes to us in the form of a donation—an undeserved but very necessary gift. The peace of God can evoke in every human being:
Inexplicable Inner Peace. The peace of God offers a deep tranquility that transcends external circumstances. According to Philippians 4:7, this peace "surpasses all understanding" and acts as a guard over our hearts and minds. This means that even amid crises or difficulties, one can experience an inner calm that does not depend on anything surrounding them. Thus, God gives His peace—a peace that the people of this world cannot comprehend, but which protects the hearts and minds of those who belong to Christ.
Reconciliation with God. The peace of God begins with reconciliation between humanity and God through Jesus Christ. Romans 5:1 states that "we have peace with God through our Lord Jesus Christ." This restored relationship allows individuals to live free from the burden of sin and guilt, contributing to an overall sense of well-being and purpose. God has accepted us because we trust in Him. This was made possible by our Lord Jesus Christ. That is why we now live in peace with God.
Strength in Adversity. The peace of God provides strength during difficult times. When individuals face adversities, God's peace acts as a firebreak, a refuge, giving us the ability to endure and overcome trials. This strength is based on the trust that God is present and active in every situation.
Transformed Relationships. The peace of God also affects our interpersonal relationships. By experiencing divine love and peace, individuals tend to become more compassionate, patient, and forgiving towards others. This translates into healthier and more harmonious interactions, promoting an atmosphere of peace within the community and family.
Release from Burdens. Engaging with God allows individuals to cast their worries and burdens upon Him. Jesus invites the weary to find rest in His presence. This release from burdens not only alleviates emotional stress but also enables individuals to focus on what truly matters in their lives. “You are always anxious and worried about many things. Come to me, and I will give you rest. Obey my commandments and learn from me, for I am gentle and humble in heart. With me, you will find rest. My yoke is easy, and my burden is light.” Matthew 11:28-30
Spiritual Discernment. The peace of God is also associated with greater spiritual discernment. By being in a right relationship with God, individuals can better understand spiritual truths and experience them daily in their lives. This facilitates wiser decisions aligned with divine principles.
Enduring Joy. Finally, the peace of God is intimately linked to lasting joy. This joy does not depend on external circumstances but comes from a healthy relationship with the Creator. The complete assurance of being under His care generates a joy that persists despite trials. The peace of God acts as a powerful resource for enhancing mental health by reducing anxiety, strengthening emotional resilience, promoting healthy relationships, improving mental focus, fostering gratitude, and facilitating deep spiritual connection. These dimensions not only benefit individuals in their daily lives but also contribute to a healthier and more positive environment for those around them.
May the peace of God be with you!
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