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Mostrando entradas de octubre 15, 2011

¿Caíste de tu caballo y no ves el camino?

Muchos de nosotros caminamos por la vida montados elegante y orgullosamente sobre los éxitos de nuestro buen puesto de trabajo o de nuestro próspero negocio, sobre nuestro prestigioso apellido, sobre el capital que guardamos en el banco, sobre una herencia religiosa, posición o la suma de todos estos. Nos hemos llegado a sentir altamente satisfechos y como que merecemos algún tipo de reconocimiento por este duro esfuerzo emprendido, nos parece incluso que podemos imponer a cualquier costo nuestros criterios de cómo hacer las cosas del modo -que sinceramente- creemos es bueno.  Hasta hemos llegado a creer que los demás viven equivocados sobre la manera que tienen de pensar y de servir a Dios. Cabalgamos por el camino de la vida tan seguros de nosotros mismos que no nos imaginamos ni por un instante con la cara mordiendo el polvo.  A veces pasa que creyendo contar con la motivación correcta vamos dando golpes a quien queríamos y creíamos agradar. Meditemos y evaluemos, si nuestro objeti

Felipe y un secretario del tesoro etíope

 En la historia que nos narra Lucas en  Hechos 8: 26  un ángel del Señor se le apareció a Felipe y le dijo: " Prepárate y cruza el desierto, dirígete al sur por el camino que va de la ciudad de Jerusalén a la ciudad de Gaza ". (Sensibilidad a la voz de Dios, oírla y atenderla y saber que viene de Dios, avisa oportunamente que debe estar como listo, presto para obedecer. Nos invita a dejar lo que estamos haciendo y nos da dirección, pero depende de cada siervo obedecer o no hacerlo.)     27-28 Felipe obedeció. En el camino se encontró con un oficial de la reina de Etiopía, país en donde era muy importante, pues era el tesorero. Este oficial había ido a Jerusalén a adorar a Dios, y ahora volvía a su país. (Se trata del secretario del tesoro de Etiopia, era alguien que se esforzaba por buscar a Dios y viajaba hasta su lugar de adoración; pero aun con todo lo hecho no entendía bien la Palabra de Dios y a pesar de su poco conocimiento se puede ver que tiene sed  y no satisfecho

Espíritu renovado en recipientes de piedra

Vamos a imaginar por un momento que somos un gran contenedor de una pieza, tallado en piedra. Durante mucho tiempo hemos guardado agua  para un primer evento especial de purificación, el evento ha terminado y ahora estamos limpios. En otro lugar de esta casa hay otros recipientes con vino. El vino es símbolo de alegría y gozo, de medicina, y de alimento. El siguiente evento por fin ha iniciado, y en la medida que la vida matrimonial se desarrolla el consumo de vino hace que el contenedor -Ud. y yo- se vaya vaciando poco a poco, cada minuto hay menos vino, y de pronto resulta que nos quedamos secos y vacíos, ya no hay más vino para continuar con el resto del evento. Pero, el evento debe continuar y para ésto necesitamos volvernos a llenar de vino nuevo. En el evangelio de  San Juan 2: 1-12 se nos cuenta una historia relacionada directamente con la presencia de Dios en nuestra relación matrimonial. Responde a la pregunta sobre cómo provocar que Dios haga maravillas en nuestra rela